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Entrevista central, viernes 17 de noviembre: Carlos Varela

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RA —Uno de los aspectos que se discuten es si la reestructura no se está haciendo demasiado rápido, sin tener en cuenta esos otros aspectos que usted señala, lo que significa en el territorio en muchas localidades.

CV —Si estamos hablando de que la reestructura ha implicado a 21 sucursales en tres años me parece que muy rápido no va. Sin embargo a veces los cambios en una sola sucursal, por más que el tiempo que se les dedique sea importante, si no hay una comunicación fluida, si no hay una relación muy intensa con la población, pueden tener efectos complicados, como está demostrando la realidad.

RA —Ustedes están viendo que pudo haber habido un problema en la comunicación de esta reestructura.

CV —Tal vez, en un conocimiento más profundo de la realidad local. Es una afirmación que tal vez sea muy atrevida, porque no conozco todos los detalles, pero sí veo las consecuencias. Cuando una sociedad se moviliza, cuando hay expresiones del municipio, de las cuentas departamentales de los lugares, tenemos que tener el oído muy atento porque algo no está funcionando bien.

RA —Respecto a lo que señalaba en cuanto a la tecnología y lo que está significando en el cambio de atención, el otro día cuando lo entrevistábamos acá al diputado Darío Pérez decía que “al presidente del directorio, Jorge Polgar, le gusta vivir en una especie de realismo mágico, porque quiere que esa realidad sea así, pero la realidad es diferente y las dos terceras partes de nuestra población no están prontas ni para la digitalización ni para los cajeros automáticos, necesitan tener un ser humano del otro lado del mostrador. Tenemos una población envejecida, no todo el mundo tiene la posibilidad de prepararse para estos cambios a la velocidad que se quiere con todo esto de la inclusión financiera”.

CV —No comparto esa visión, creo que es una visión muy pesimista, y sobre todo que desvaloriza los verdaderos conocimientos que tiene nuestra población. No hay ningún dato objetivo que fundamente eso, creo que al revés, tenemos una población altamente alfabetizada desde el punto de vista tecnológico. Basta ver cómo nos vinculamos los uruguayos y las uruguayas por internet, debemos de tener uno de las tasas más altas de conexión en el mundo, cómo lo aprovechamos, qué tipo de aprovechamiento hacemos de las redes. Entonces creo que no es ese el problema. Es cierto, sí, que hay una parte de la población, que no creo que sea el porcentaje que señala el compañero, que tiene dificultades razonables, por cuestiones de edad, de formación y de costumbre, para vincularse con las nuevas tecnologías. Pero si digo que el 90 % de las relaciones que los clientes tienen con el BROU no son presenciales, me parece que ese dato no coincide con lo que señala el compañero Darío.

Por otra parte, creo que el compañero Polgar no vive en ningún realismo mágico ni en ninguna burbuja, sino que pisa muy bien la tierra y tiene claro hacia dónde va y qué es lo que está haciendo.

RA —Usted señalaba que quizás se tomó esta decisión sin tener en cuenta lo territorial, quizás se pensó en Montevideo y no se fue a lo local.

CV —Sí; la primera cosa que quiero aclarar es que la reestructura fue pensada por funcionarios del BROU, no por un directorio, eso es lo más importante. Y yo creo que siempre –no solo en este caso, lo hemos vivido intensamente cuando hemos aprobado leyes en el Parlamento y luego hemos visto sus consecuencias en el territorio– la realidad local genera diferencias o contradicciones con el interés general. No es tan fácil tener un mapeo de cada uno de los sitios, de cada una de las consecuencias. Yo le señalaba que la reforma empezó en el 2014, empezó en el norte y no hubo ningún tipo de repercusión, como en este caso ha sucedido en otros lugares. Entonces, es una opinión personal que puede ser desmentida luego por la realidad, pero me parece que tal vez faltó desde ese punto de vista un análisis más profundo de las características de cada localidad donde se aplica la reforma.

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