
EC —En ese caso concreto hubo que hacer ajustes en materia de horarios.
G do M —Exacto, en primer año hasta lo cubrió la propia UTEC. Eso es un costo muy alto. Todo este sistema se basa en la confianza y las regiones tuvieron que confiar en que era viable generar un nuevo turno o modificar turnos. Lo hemos hablado siempre con las intendencias y lo continuaremos hablando, porque realmente es complejo trasladarse. Y obviamente, si no hay traslado no puede existir una casa de estudios. Entonces si el ómnibus pasaba 21.30, tendrá que pasar 22, 22.15, que es cuando terminan las clases. Implicó una reingeniería y un trabajo muy fuerte. Por suerte las intendencias lo entendieron, las compañías lo entendieron y seguimos apostando a esa línea de trabajo. Si queremos universidad en el interior y queremos jóvenes que se trasladen, tenemos que darles posibilidades de traslado.
EC —Otro número de la evaluación: de los estudiantes que ingresaron a la UTEC, el 75 % culminó sus estudios en el plazo mínimo de cuatro años. ¿Es correcto ese dato?
G do M —Es correcto.
EC —¿Qué análisis hacen?
G do M —Excelente. Tenemos aproximadamente un 20 %, 23 % de deserción. Y si se estudia el porqué de esas deserciones, es principalmente la cantidad de horas de trabajo, sumada a estudios en una universidad, que implica no solo asistir a clases, sino también preparar trabajos. En nuestro modelo educativo trabajamos desde el inicio con proyectos, con visitas a predios, con intentos de solucionar problemas de la vida real; los proyectos de trabajo de egreso de los jóvenes se refieren todos a qué está pasando en tal lado, a qué puedo apostar y cómo lo puedo solucionar. Es una metodología un poco diferente, y eso hace que tengan que dedicar varias horas del día, o de la noche principalmente, a estudiar. Es todo un desafío para los jóvenes, obviamente.
EC —Usted lo resaltó ya un par de veces: la UTEC se ocupa del seguimiento de los estudiantes. Para, entre otras cosas, corregir, introducir modificaciones. ¿Qué lecciones sacaron de los casos de deserción, las motivaciones?
G do M —En grandes líneas, en la Licenciatura en Análisis Alimentario o en la Licenciatura en Ciencias y Tecnologías en Lácteos teníamos un programa de estudios que en el inicio pensábamos que era perfecto. Pero se hicieron modificaciones de ese plan de estudios, porque se necesitaba más en esta unidad curricular, se necesitaba intensificar más en otra. No tenemos problema en ir corrigiendo sobre la marcha, y además creo que es un deber. La tecnología cambia muy vertiginosamente, no se puede tener un plan de estudios por 10 años, unos años atrás que un plan de estudios fuera validado por 10 años era una cosa muy habitual, hoy no puede ser así. Entonces se va rediseñando y se va valorando, se hacen evaluaciones de la carrera, de los estudiantes, a mitad de carrera y al final de carrera para ver si obtuvieron las competencias establecidas en el plan, si son las adecuadas, si son las que se necesitan hoy en día. Eso de monitorizar al estudiante con evaluaciones en la carrera a determinadas alturas también nos permite ir corrigiendo durante el transcurso de su pasaje por la Universidad.
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EC —¿Qué destaca de la formación que estos alumnos han recibido en la UTEC? ¿Qué es lo que los hace diferentes en el mercado laboral?
G do M —Además de las unidades curriculares que implica una formación específica, un distintivo que tiene la UTEC son programas transversales durante la formación del estudiante que van dirigidos a otras cosas. Por ejemplo, un estudiante de la UTEC puede ingresar no sabiendo inglés, pero todos los estudiantes de la UTEC tienen que egresar con por lo menos conocimientos mínimos de inglés. Durante el transcurso en la UTEC el estudiante es formado en emprendedurismo, con un programa en particular que apuesta a que el egresado sea capaz de emprender un negocio.
EC —O sea, que no vaya necesariamente a buscar un puesto de trabajo, sino que también sea capaz de generar él puestos de trabajo.
G do M —Exacto. Apostamos a un joven innovador, a un estudiante innovador, en el sentido de que no tenga miedo, que vaya adelante, que practique. En el primer año le estamos diciendo que haga un proyecto, que puede obviamente estar equivocado, pero esa posibilidad de ensayo y error y el aprendizaje a partir del error para nosotros es fundamental. Es mucho más académico y pedagógico aprender a partir de una equivocación que ser un receptor de contenidos, como un baúl en el que se van metiendo cosas. Queremos darle un perfil. En eso trabajamos con muchas organizaciones, por ejemplo con la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE), con la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP). Tratamos de que el joven, desde diferentes puntos, sea capaz además de llevar adelante un negocio. Eso es un valor muy importante.
Nuestros tecnólogos siendo estudiantes viajaron a Estados Unidos, uno de los que egresaron no pudo retirar el título porque está en Australia. Apostamos a ese tipo de cosas, a lo internacional, a que se vayan formando.
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