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EC —El viernes pasado, en medio de toda esta crisis, salió a la opinión pública en una conferencia de prensa el empresario Carlos Slim, un peso pesado del mundo corporativo, toda una institución en México y fuera del país, en particular en Estados Unidos mismo. Y en ese contacto con los periodistas, además de respaldar al gobierno de México en su rechazo a los anuncios de Trump, Slim enfatizó: primero, Trump no es un terminator, es un negociator, y, basándose incluso en lo que el propio Trump escribió en uno de sus libros, propuso que México defina una estrategia para negociar con la Casa Blanca –incluso dio varias ideas a esos efectos–, y por otro lado, insistió en que son necesarias medidas en el plano interno de la economía mexicana que compensen el impacto negativo que puedan tener las decisiones de Estados Unidos. ¿Cómo observó esa salida de Slim?
FA —Me parece muy correcta la salida del ingeniero Slim. Primero, sí tenemos que reactivar el mercado interno, es una asignatura que tenemos pendiente, lo hemos dicho en el gobierno muchas veces. En la medida en que el mercado interno se reactive, el espacio de vida de las familias mejora. El reto de México es pasar de una buena macroeconomía a una buena microeconomía. Eso lo hemos dicho hasta el cansancio, y todos los esfuerzos de reformas estructurales, etcétera, van encaminados para allá.
Segundo, sí, no es terminator, es negociator. Vamos a una negociación con la frente en alto, con dignidad y sacando el pecho. Ya vimos que si vamos de una manera demasiado diplomática o demasiado obsecuente no vamos a llegar a ningún lado. Vamos a recordarles a los estadounidenses que somos su segundo destino de exportación, vamos a decirles que una parte muy importante de su riqueza es generada por nuestra migración, vamos a decirles que el déficit comercial con nosotros es el tercero o cuarto, que antes están China, Japón, Alemania. Hemos recibido la solidaridad de Europa, hemos recibido la solidaridad de un sinnúmero de países latinoamericanos. México no está solo en esta empresa.
EC —Más o menos. ¿Cómo observa la reacción de los gobiernos de América Latina ante esta situación que está viviendo México, acorralado por Estados Unidos? Yo leía ayer una columna del escritor argentino Martín Caparrós que publicó en el New York Times, que decía: “América Latina no reacciona. Ya pasó una semana desde que el señor Trump lanzó su ofensiva contra México y no hay respuestas significativas. Los gobiernos de Argentina, Perú y Colombia pronunciaron unas palabras cuidadosas, que aludían al problema sin nombrarlo; solo el boliviano [Evo] Morales y el ecuatoriano [Rafael] Correa fueron más explícitos. Pero no parece que los países del continente preparen políticas comunes frente a la amenaza”. ¿Usted comparte ese análisis?
FA —El 20 de enero el señor Trump tomó las riendas de la Casa Blanca. Creo que los gobiernos latinoamericanos están viendo qué terreno están pisando. Pero que hay solidaridad con México, la hay, porque en el fondo de este asunto saben que no es México, que es América Latina, que las restricciones a la migración, que las restricciones a la política de visas y otro tipo de restricciones les van a llegar tarde o temprano. Y que más vale que México esté muy echado para adelante, y lo está, porque hemos dicho: dignidad nacional, respeto a la soberanía, y si nos van a acabar de deportar algunos inmigrantes, que sea en condiciones de dignidad y de respeto a sus derechos humanos.
México había venido trabajando con la autoridad de Estados Unidos en la repatriación de muchos migrantes con un enorme éxito. Repito: vienen hablando inglés, vienen sabiendo alguna técnica y se han insertado en la economía mexicana de muy buenas maneras. Entonces el asunto está ahí.
EC —¿Usted comparte el análisis de Caparrós, que México es el primer escalón, que según cómo reaccione México y según qué apoyos tenga en América Latina es probable que Trump siga después más abajo con este tipo de planteo?
FA —Entonces esperamos una enorme solidaridad de América Latina.
EC —Esperan, pero no se está dando. Llama la atención eso que Caparrós anota.
FA —Estamos a 10 días. Aladi tuvo un pronunciamiento muy importante hace unos días, pasó casi inadvertido, pero el secretario general de Aladi, en consulta con el Consejo de Representantes, ha tenido una postura muy frontal. Es de esos organismos que están ahí medio olvidados –está aquí en Montevideo– que pueden resurgir con una gran fuerza.
EC —Pueden resurgir, pero se están tomando su tiempo. Quizás se entienda que no haya reacciones individuales frontales, quizás efectivamente en ese plano, el de cada uno de los países, convenga la cautela, hay mucho en juego. De todos modos, podría haber ocurrido que reaccionaran organismos, asociaciones.
FA —Aladi ya se pronunció, Europa ya se ha pronunciado.
EC —Hablo de América Latina. Ernesto Samper, el secretario de la Unasur, consideró: “si no nos unimos para protestar, [Trump] nos liquida”. Pero fue Samper, la Unasur como tal, por ahora, no ha dicho nada.
FA —Con Chacho Álvarez pasó algo parecido. Nosotros esperamos la solidaridad latinoamericana, más ahora que creo que México va a buscar a sus socios latinoamericanos y creo que con éxito.
EC —De vuelta, ahí hay quizás espacio para la autocrítica.
FA —Sí.
EC —Volviendo a Caparrós, él decía, a propósito de por qué puede estar pasando esto de la pasividad latinoamericana: “México siempre tuvo una relación particular con los Estados Unidos: sus tratos privilegiados por el NAFTA, los 35 millones de mexicanos y estadounidenses de origen mexicano viviendo y trabajando —legales y no tanto— en sus estados, la frontera común. Muchos en Latinoamérica tienen la sensación de que, de tanto mirar al norte, México se fue olvidando del sur”.
FA —Sin embargo es una política que cambió radicalmente de cuatro años para acá. Un ejemplo que a lo mejor es menor: como presidente de la Cámara de Diputados mis únicos viajes fueron a América Latina. Y la solidaridad con partidos políticos latinoamericanos y con congresos latinoamericanos fue muy fuerte. El presidente Peña ha hecho un sinnúmero de viajes a América Latina, y la Alianza del Pacífico es una respuesta que ahí está y que es contundente. Los brasileños ya han anunciado un próximo acuerdo comercial con México que va a ser muy importante. Y el gobierno argentino también. Puede haber una parte de autocrítica, pero eso está siendo corregido a pasos agigantados.
EC —¿Cuánto puede estar pesando lo ideológico, las diferencias ideológicas entre los gobiernos de varios de estos países y el PRI…?
FA —Parece que están cambiando.
EC —Sí, está dándose una recomposición en el cuadro latinoamericano en ese sentido. Y el otro factor es cuánto puede pesar el propio Peña Nieto, un presidente muy controvertido en la interna de México, con una popularidad muy baja. ¿Esos factores inciden en esto otro?
FA —Pero es un presidente que ahorita ha tenido un respaldo de unidad nacional impresionante.
EC —Eso es cierto.
FA —Porque si tú quieres ver a un mexicano enojado, tócale la fibra de la soberanía nacional.
EC —Pero su popularidad está en 11 %, subió un poquito ahora, 16 %, después de esto.
FA —Y esperamos que suba más. Al presidente Peña le ha tocado enfrentar el tema de las reformas estructurales, reformas que tenían que venir, y tuvo la valentía y la visión de Estado de hacerlo. Esto se lo vamos a reconocer al tiempo. A lo mejor en este momento no es el hombre más popular del mundo, pero está cumpliendo con su deber.
EC —De Uruguay en particular, ¿qué esperan?, ¿cómo viene su diálogo con el gobierno uruguayo?
FA —Nin Novoa ha sido muy claro, se pronunció hace un buen rato. El expresidente Mujica también lo hizo, en su programa de la Deutsche Welle el día 15 de febrero. Y con Juan José Cancela en México estamos iniciando una serie de trabajos muy importantes para el 17, que espero culminen a finales de agosto. Vamos a ampliar el TLC con Uruguay para que el comercio pase de US$ 500 millones a US$ 750 millones en un primer momento. Queremos recibir al presidente Tabaré en noviembre en visita de Estado y queremos dejar la relación con el Uruguay a punto. Tenemos una serie de reuniones y de comités pendientes desde 2008, 2010, 2011, y vamos a ponernos a tiempo en la relación con Uruguay.









