
EC —Hay servicios muy desparejos, es una realidad muy despareja.
AK —No hay un buen control estatal, lo que hay es mucha reglamentación, pero me parece que la reglamentación en general es letra muerta, no hay el control que tendría que haber. Y en realidad esas casas de salud de salud no tienen nada, son asilos, son lugares de encierro, en realidad son estancias psiquiátricas. No buscan la rehabilitación, no buscan experimentar cosas. Pero tienes toda la razón, esa es una realidad. Pero hay otra perspectiva de eso que estás diciendo, que tiene que ver mucho con nuestro país, muchísimo, y es que la gente, si tiene, tiene un solo hijo. Para reemplazar la población, para que un país no se deshabite, la gente tiene que tener 2,1 hijos, y la gente está teniendo 1,8 hijos y va tendiendo a tener 1,7. En Uruguay es clarísimo.
EC —¿Por qué lo introduces a propósito de este aspecto que yo metí en la conversación?
AK —Antes cuando había ocho hijos, los ocho hijos se distribuían el pago del potencial o posible “asilamiento” del papá o de la mamá. Ahora va a ser un solo hijo que se ocupe de sus dos padres, el hijo va a tener 70 años y todavía va a tener que seguir pagando porque los padres van a vivir 120, 130, 140 años. La sociedad centenaria no es que la gente se va a morir a los 120 años, es que la expectativa de vida crece de forma irreversible cada vez más. No sabemos cuál va a ser el límite de nuestra vida.
EC —Y acá tenemos entonces, por un lado, en muchos casos una “complicación” para la familia, quizás una familia chica además, y por otro lado una exigencia para los sistemas públicos: Seguridad Social, Salud Pública, Sistema de Cuidados.
AK —Total y absoluta, pero la cuestión pasa por aplicar las reglamentaciones que ya existen, que no se están aplicando, los controles que ya existen, porque no se está controlando. Además las cosas no son tan macro, las cosas son también micro, a veces pasan inadvertidas. Esto que tú estás diciendo es lo que salta a la vista, pero hay cosas que yo que vengo de afuera veo en Montevideo, fijate en una cosa muy importante: las veredas en Montevideo están rotas.
EC —Sí, problemas de accesibilidad.
AK —Y cuando pregunto por qué las veredas están rotas, me dicen “porque son los privados que las tienen que arreglar”. No, es totalmente falso.
EC —En teoría la responsabilidad le corresponde al frentista, al propietario de la casa que da a esa vereda.
AK —Sí, pero las veredas rotas implican que la tercera edad se va a caer, se va a romper las caderas, si no es que tiene una contusión cerebral. Entonces, ¿qué sale más barato, un ladrillo, arreglar una vereda o internar a 100, 120 personas de la tercera edad por año en la salud pública?
EC —Ese debate en particular hoy en Uruguay no existe.
***
EC —¿Y cómo ves en este contexto a nuestro país? ¿Cómo ves a esta nueva vejez en el caso de los uruguayos?
AK —La nueva vejez en el caso de los uruguayos es absolutamente patente, es clarísima. No es eso lo que me preocupa de Uruguay, lo que me preocupa, y lo veo como algo total y absolutamente negativo, es la falta de conciencia que hay en la clase política, en los organismos públicos y en los responsables de este tema.
EC —Aparece cada tanto el debate a propósito de la seguridad social, el desafío que esta tendencia nueva implica para el sistema de seguridad social, el déficit fiscal, etcétera.
AK —Es un buen debate, pero es insuficiente. Se cree que así se soluciona el problema de la vejez en Uruguay. Y no pasa por ahí, porque si bien obviamente es fundamental, hay cosas mucho más sutiles de la vida cotidiana que Uruguay tiene que solucionar diría que en los próximos cinco a diez años de forma urgente.
EC —Aludías a algo tan práctico como que las veredas se encuentren en buen estado.
AK —Eso es urgente, puede parecer banal y hasta pueril lo que estoy diciendo, pero las veredas en Uruguay tienen que ser una política de Estado. La Intendencia no puede decir que son los particulares los que se tienen que encargar, porque no se encargan.
EC —Cada tanto viene la decisión “la Intendencia hace las obras y después se las cobra a los particulares”, pero nunca hay una línea de trabajo sostenida en esta materia.
AK —No, este no es un tema de negociaciones, es un tema de decisiones políticas, de inventiva, de audacia y de liderazgo político.
EC —Pero ese es un ejemplo, nada más.
AK —Hay más ejemplos. Las luces de los semáforos tienen que durar el doble. Hoy en día con lo que duran los semáforos en Uruguay a los de la tercera edad los atropellan en la calle. Tercer ejemplo práctico: los ómnibus son absolutamente caducos, hay que cambiar toda la flota de ómnibus de Montevideo o prácticamente toda, porque en los países que tienen conciencia de este problema cuando se abre la puerta baja una escalerilla que toca la vereda para que la gente de tercera edad pueda subir. Si no hay un gap, una brecha y la gente de la tercera edad se cae, y de vuelta, se rompe la cadera, se rompe la rodilla y lo que se quiere ahorrar por un lado se va a perder en salud pública, miles de millones de pesos.









