
EC —Desde las AFAP se ha hecho notar que no puede decirse que este reclamo sea generacional, “no es válido para todos los cincuentones, sino solo para el grupo de trabajadores que, antes del 96, ganaba más que el tope que estableció la ley 16.713 ($5.000 de entonces, $ 43.810 de ahora)”. Han procurado marcar que el grupo no es tan grande como parece.
EF —¡Mejor! Porque entonces no es tanto lo que se debe. Porque, primero, no se nos debe nada, es decir, tienen que pagarnos una jubilación digna, que es lo que aportamos. Nosotros aportamos como corresponde, con los descuentos y con todos los recibos en condiciones, a dos lugares, al BPS y a las AFAP. Entonces, si somos menos, como dicen, de los 100.000 cincuentones, de entre 51 y 59…
HS —Son más. Las AFAP empezaron diciendo que eran 100.000, nosotros les discutíamos que debe de haber cerca de 200.000, o más cerca de 200.000 que de 100.000. Ahora ya reconocieron que son casi 200.000.
EC —En la entrevista, los representantes de República AFAP decían: “El sistema hoy tiene más de 1.300.000 afiliados, de los cuales 200.000 (15 %) son cincuentones, están entre 51 y 59 años. Calculamos que, de esos 200.000, alrededor de 30.000” estarían en la situación que ustedes están manejando.
EF —Si somos tan poquitos, sería muy sencilla la solución… si existe voluntad política. Ahí está el gran problema. Nosotros hemos tenido entrevistas, y antes de nosotros otras organizaciones, tanto sindicales como de otros lugares, en distintos lugares y con los distintos senadores o diputados. Y en medio de que se estaba por integrar una interpartidaria se reúne la bancada del Frente para ver si tienen una solución.
EC —¿Cuándo fue eso?
EF —Eso fue la semana pasada o la otra. Además van con distintos proyectos, viene el proyecto de tal diputado, viene el proyecto del otro sector… A ver, señores, siéntense… Es una petulancia de mi parte decirles a los senadores “siéntense y conversen”, pero está en juego también la jubilación de muchos de ellos que son cincuentones, aunque con características diferentes.
EC —Números, ¿tienen algunos ejemplos, algunos casos para ilustrar de qué tipo de diferencia se trata?
HS —No tengo acá los números exactos, pero tomé varios casos para presentar a la Suprema Corte de Justicia (SCJ) a título de casos modelo. Tengo por ejemplo el caso de cuatro maestras con idéntica categoría, una se jubiló por el sistema de transición y las otras tres se jubilaron –porque a los docentes los jubilan antes…
EF —… porque tenemos bonificaciones.
HS —… porque tienen un régimen distinto. Las jubilaron por el sistema mixto, y una saca $ 38.000 y las otras ninguna supera los $ 30.000. Son casos palmarios. Con esto quiero decir que se puede hacer toda la liteteratura económico-contable que se quiera, pero cuando uno va y les pregunta a dos compañeros de trabajo que tenían la misma jerarquía y uno se jubila por un sistema y el otro logra a través del BPS la información de lo que le va a tocar de jubilación, la diferencia es evidente, teniendo la misma antigüedad, la misma cantidad de aportes. Una diferencia que usualmente anda arriba del 20 % y a menudo arriba del 30 % en las jubilaciones. Esa es la realidad. Me podrán decir que son 30.000 perjudicados… que nadie sabe cómo hicieron ese cálculo. Cómo es posible que las AFAP dijeran que eran 100.000, después resulta que son 200.000 y ahora que son 30.000. Las cifras fluctúan según los criterios contables que se tomen. Yo digo que cualquiera vaya y les pida a dos compañeros de trabajo que se hayan jubilado por los dos sistemas y comparen los recibos.
EF —Otro ejemplo concreto fueron dos compañeras: misma cantidad de años trabajados, mismas condiciones, las dos en lugares igualitos, quiere decir que tienen los mismos aportes, la misma cantidad de [hijas] tenidas, porque también cuenta, y una se jubila con $ 53.000 y la otra con $ 30.000, régimen de transición, régimen mixto. Ese es el claro ejemplo de que hay diferencias que deben ser atendidas, porque no puede ser que con la misma cantidad de años trabajados y aportados haya una diferencia tan grande entre una jubilación por el régimen de transición y una por el régimen mixto.
EC —Hasta ahora nos hemos ocupado de explicar cuál es el escenario que está planteado, de qué modo un grupo de esta generación se ha visto damnificado por los cambios que implicó el nuevo sistema previsional del año 1996. Entonces, ¿qué proponen como salida? ¿Cuál es la alternativa? ¿Cómo se arregla esto? ¿Hay una fórmula?, ¿hay varias?
HS —Potencialmente habría varias fórmulas de salida. Desde las posturas más radicales que dicen que hay que eliminar el sistema de AFAP, volver todos al BPS, hasta las posturas que dicen que habría que volcar el capital que tendría que haberse depositado en la AFAP a la AFAP y que la AFAP pague una renta mejor. Y en el medio hay una gama enorme de posibilidades, entre las cuales está que el BPS pague al perjudicado lo que va a recibir de menos, que se le permita volver al BPS exclusivamente a la franja de los cincuentones. Hay muchas variantes posibles. De acuerdo a la postura de cada uno sobre el fondo del asunto, será la variante que le parezca más conveniente.









