
EC —Y Estados Unidos hace lo contrario.
RP —Claro. Y permítaseme hacer una distinción, esto es muy diferente de lo que han dicho en tiempos recientes China o Rusia. En abril de este año, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia sacó un comunicado que dice que Jerusalén Occidental debe ser la capital de Israel y Jerusalén Oriental la capital del futuro Estado palestino. Eso es otra cosa, es una postura que dice que Jerusalén debe ser dividida, que rompe con la idea del corpus separatum.
EC —Trump no habla de occidente, de oriente, de nada, dice Jerusalén.
RP —Exacto. Y hay dos cosas interesantes en el discurso de Trump. Primero habla reiteradamente de Israel por un lado versus los palestinos por otro. Israel es mencionado como una entidad, nunca dice “los israelíes”, dice “Israel”, hace alusión a la figura de Estado, de algo consolidado, mientras que a los palestinos los deja como un pueblo. Claro, Palestina no es un Estado, pero podría haber dicho “la Autoridad Palestina” en algún momento, algo del asunto, o “el futuro Estado palestino”. Simplemente dice que cree en la solución de dos Estados, no menciona más parámetros.
El problema es que, aunque de pronto en el ámbito doméstico esto lo posicione como un líder que cumple con sus promesas y le dé cierto potencial político, en el ámbito internacional complejiza este asunto de Estados Unidos como mediador. No digo que elimine su capacidad de mediación, pero vamos a ver ahora las cartas siguientes, porque a su vez hay un proceso paralelo, supuestamente su yerno Jared Kushner y Jameson Greenblat están elaborando un plan de paz alternativo o lineamientos para un plan de paz alternativo.
EC —Ese es un detalle que han marcado los analistas: en estos temas de Medio Oriente y en particular en el conflicto israelí-palestino, Rex Tillerson, el secretario de Estado, aparece como a un costado, el protagonismo lo tiene su principal asesor, Jared Kushner, que es su yerno, y a su vez es judío.
RP —Sí, y otra figura más, Nikky Haley, la embajadora de Estados Unidos en la ONU, creo que ha tenido mediáticamente un rol muy importante. Tú mencionabas todos esos enojos y esa tensión que hubo entre la administración Netanyahu y la administración Obama en el Consejo de Seguridad durante el gobierno de Obama, pero vino Nikky Haley y borrón y cuenta nueva, en línea Trump. De hecho se menciona que en esta decisión particular sobre Jerusalén hubo dos bandos bien separados dentro de la interna de la administración Trump, con Nikky Haley, Donald Trump y el embajador Friedman de Estados Unidos en Israel a favor, y por ejemplo Rex Tillerson en contra.
EC —¿Qué puede pasar con el proceso de paz, entonces?
RP —Qué pregunta… Primero, Jerusalén nunca tuvo una gran importancia militar, estratégica, económica, pero sí, como hablábamos hoy, tiene un simbolismo fortísimo. Se cree que Mahoma ascendió al Paraíso allí, es el lugar de la destrucción total del primer templo, del remanente del segundo templo judío con el Muro de los Lamentos, donde se cree que se debería erigir un tercer templo, más el significado para la cristiandad. Tiene un significado y un simbolismo religioso muy fuerte. Cuando se toca Jerusalén es un problema delicado.
Menciono dos antecedentes obvios. Primero, la visita de Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas en el año 2000, que fue el disparador, no es la causa, de la segunda intifada, se considera uno de los hechos que incentivaron la intifada, que ya venía complicada por el estancamiento de Oslo.
Y el segundo elemento es de este año, reciente, la llamada crisis de los metales. Tras el asesinato terrorista de dos guardias en la Explanada de las Mezquitas a manos palestinas, Israel decide instalar detectores de metales, Aunque hay administración jordana, Israel se asigna la potestad de instalar detectores. Eso generó una gran controversia, manifestaciones, predominantemente pacíficas en este caso, de los palestinos, y finalmente es una pulseada que ganan los palestinos con la retirada de los detectores de metales. Estos detectores sí existen en otros sitios sagrados del islam en otras partes del mundo, pero en este caso se consideraba que era una injerencia de Israel en un sitio que hasta el día de hoy es administrado con supervisión jordana.









