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Entrevista central, jueves 9 de junio: Ernesto Talvi

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EC —Ese fue otro de los puntos llamativos de su disertación del martes, cómo usted “elogió” al equipo económico y al Gobierno por dar este paso, pese a que estaba incumpliendo con promesas electorales en cuanto a qué hacer o no con la tributación.

ET —Yo sigo las campañas de EEUU y de España porque me gusta mucho seguir la política y la sigo. Recuerdo la campaña de George Bush padre que decía “lean mis labios: no habrá más impuestos”. Al año aumentó los impuestos porque las circunstancias lo obligaron y tres años después perdió la elección. Es decir, subir impuestos tiene un costo político tremendo, haya uno anunciado que lo iba a hacer o no, siempre tiene un costo político tremendo, porque los impuestos no le pegan solamente al que se supone que gravan, les pegan a todos. Y eso lo sabe todo el mundo y lo siente todo el mundo, no hay que leer ningún manual.

El otro día yo contaba esta historia que es real. Estaba hablando con una trabajadora doméstica que me decía: “Mire, estoy muy preocupada porque a dos amigas mías con las que estábamos en la parada del ómnibus conversando les bajaron las horas de trabajo y los días de la semana que trabajan porque se anunció esta suba de impuestos. Dicen que le suben a la gente que más gana, pero los que terminamos pagando el pato somos nosotros, porque somos nosotras las que perdemos las horas”. Y en las empresas pasa lo mismo, si se les suben los impuestos y les suben los costos, muchas empresas pueden decidir cesar trabajadores que sin aumento de impuestos no habrían cesado. Y normalmente las empresas empiezan por cesar a los trabajadores que pueden reponer con más facilidad, que son los de menos calificación, porque al de más calificación lo tienen que tener. Entonces hay cosas que no se ven, lo esencial es invisible a los ojos, como decía el Principito, pero será invisible a los ojos pero se siente. La gente lo siente y todo el mundo lo rechaza. Lo rechazan los que se supone que pagan y lo rechazan los que saben que también lo pagan. Lo paga todo el mundo.

EC —Esto venía a cuento de por qué usted elogia al Gobierno por tomar esta medida.

ET —Yo digo esto: los excesos, las omisiones y el desgobierno de la administración anterior fueron tremendos. Nada de esto habría sido necesario, este ajuste y el del presupuesto habrían sido totalmente innecesarios si se hubieran hecho las cosas como corresponde. Dejémoslo claro, porque el elogio viene de decir: nos heredaron esto, ahora estamos metidos en un berenjenal, entonces hay dos respuestas posibles: reconocemos la realidad y actuamos con responsabilidad, o respondemos a la argentina.

¿Qué hizo la Argentina cuando se complicó la cosa? Primero echó mano a ponerles impuestos a las exportaciones. Cuando eso no fue suficiente confiscó los ahorros de las administradoras de fondos de pensión. Cuando eso no fue suficiente usó las reservas del Banco Central –acá también andan en la vuelta algunos proponiendo eso– y puso controles a los movimientos de capital, controles a las importaciones, para racionar las reservas y el cepo cambiario. Y cuando eso no fue suficiente empezó a emitir dinero para financiar el déficit y la inflación se fue al 40 %. Eso hace un Gobierno que en lugar de enfrentar la realidad la ignora.

Entonces yo tengo que valorar como positivo que este Gobierno, dado el berenjenal que heredó, haya asumido la responsabilidad de tomar medidas muy poco populares. De hecho, el politólogo Adolfo Garcé escribió una interesantísima columna en el diario El Observador en la que decía: “tardíamente el Frente Amplio se pone los pantalones largos y toma la decisión de tomar medidas impopulares”.

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RA —Usted decía que en este contexto era lo que correspondía hacer, coincidía en ese aspecto con el Gobierno. Pero entrando en cómo se diseñó este ajuste, ¿qué estimaciones tienen en Ceres de las consecuencias que tendrá, por ejemplo, el incremento del IRPF que está planteado para las franjas de ingresos superiores a los $ 50.000?

ET —Para las franjas superiores a los $ 50.000 está planteado un aumento de entre 4 y 6 puntos porcentuales. Eso se va a traducir en reducciones de su ingreso líquido que van de 4,5 % a casi 9 %. Así que decir que esto es moderado, que es chiquito… cuidado, no es tan chiquito. De 4,5 % a 9 % de reducciones de ingreso líquido es bastante.

Estuvo fundamentalmente concentrado en los aumentos de impuestos. La mayoría de las reducciones de gasto son postergaciones de gasto y declaraciones de intención de corregir la Caja Militar y algunas prestaciones del BPS, pero eso todavía está en el aire.

EC —Está también la rebaja de 2 puntos de IVA para las compras con tarjeta.

ET —Está la rebaja del IVA. El efecto que comenté de reducción del ingreso líquido incluye la rebaja del IVA, toma todo en cuenta. El problema que tengo es que, primero, no es obvio que los US$ 350 millones que se pretende recaudar con la suba de los impuestos se vayan a recaudar. Porque la gente toma decisiones: reduce su gasto, reduce su consumo, las empresas reducen su inversión.

EC —Y eso repercute en menor recaudación.

ET —Repercute en menor recaudación. Y si esto no funciona, dentro de un año vamos a tener que hacer otro ajuste. Esta es una verdad cruda y dura, la vivieron los europeos con la crisis y nosotros la sabemos de memoria: cuando uno trata de hacer ajustes fiscales en una economía con presiones recesivas o en recesión está persiguiendo un blanco móvil. Porque un ajuste fiscal deprime más la economía, una economía que ya está con presiones recesivas. Lo ideal habría sido que no nos viéramos ante la necesidad de tener que hacer esto, y la única forma de que eso hubiera ocurrido era que se hubiera ahorrado. Ahora valoramos mucho lo que habríamos obtenido por haber ahorrado, no solo no habría habido ajuste fiscal, sino que habría habido alivio fiscal y gasto en infraestructura para generar empleo para ayudar en los momentos de dificultad al sector privado.

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