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Entrevista central, jueves 9 de noviembre: Omar Lafluf

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EC —Usted se refiere a M’bopicuá, que es la zona donde iba a instalarse la otra planta de celulosa, la de ENCE, que terminó cancelándose y después derivó en Montes del Plata, terminó siendo la planta de Montes del Plata en Conchillas, departamento de Colonia. Pero ese lugar, donde ya se había iniciado una infraestructura, porque ENCE construyó allí en su momento un puerto desde donde exportaba chipeado de madera al mundo, fue tomado por la Intendencia de Río Negro y allí se ha construido un parque industrial.

OL —Sí; no tiene carácter de parque industrial, pero ese es el objetivo. Son 70 hectáreas que estaban prontas para empezar a construir la planta, con toda la infraestructura de edificios de una zona franca, que ya no es zona franca, solamente eso. Todo el resto lo compró Montes del Plata, que además puso ahí el vivero de primera generación al mundo.

EC —Pero en ese parque industrial, llamémoslo así, han ido instalándose empresas, una de ellas esa, Alimentos Fray Bentos, que también se topó con resistencias del lado argentino.

OL —Exacto. Ahí hicimos un fideicomiso con el Banco República en la presidencia de Calloia y se adquirió toda esa parte, a un precio muy bueno, y se empezaron a vender lotes. Los primeros que se vendieron fueron los que compraron estas dos empresas. Y ahora se inaugura una inversión de US$ 110 millones, que da trabajo a 150, 170 personas, que produce algo que para el país es muy bueno, porque no es leche en polvo, son fórmulas infantiles, es un producto de venta casi farmacéutica. Para instalar esa empresa estuvimos dos años peleando con la delegación argentina en la CARU.

EC —Fray Bentos perdió una segunda planta de celulosa que pudo haber tenido, y cuando encontró una alternativa con ese parque, promoviendo la instalación de otro tipo de empresas, también esa salida, ese plan B, enfrentó resistencias e inconvenientes por toda la conflictividad que venía del otro lado.

OL —Exactamente. Lo digo ahí, el tema no paró, nosotros seguimos siendo perjudicados. Y no estoy disfrazándome de víctima, porque fue eso, pero también fue la falta de dragado del río Uruguay.

EC —Pero en el tema del impacto ambiental, ¿cuál es el resumen?

OL —El resumen es bueno.

EC —Usted destaca el hecho de que se haya hecho toda una serie de mediciones en el río Uruguay antes de la construcción de la planta. Porque pudo compararse.

OL —Claro, pero Argentina no aceptaba eso. Uruguay puso 16 estaciones de monitoreo en el río Uruguay entre Las Cañas y Fray Bentos, la planta. En ese mismo momento se instala el LATU en forma permanente, en la presidencia de Miguel Brechner, nosotros le damos una parte del Anglo, y manteniendo todas las características instalan ahí laboratorios de última generación. (Recuerdo que estaba en cajones el laboratorio original del Anglo, que íbamos a hacer al lado para que la gente pudiera ver las dos épocas.) Se empieza a controlar la calidad del agua del río Uruguay en esas 16 estaciones de monitoreo. Los análisis se mandan a Canadá, a costo de Uruguay, porque Argentina no quería, porque no querían saber de dónde partíamos en calidad de agua. Además se instala un laboratorio de OSE de primera generación y se instalan dos torres de control de aire que monitorean permanentemente la calidad del aire. Y lo más macro es que la Dinama ha adquirido una dimensión e importancia no solamente en número de técnicos, tecnología, equipos, etcétera, sino que el país le ha dado a la institución Dinama un valor que no tenía.

EC —Ahora hay estudios recientes a propósito de cómo es la calidad del agua, la vida en el agua del río Uruguay. ¿Qué dicen esos estudios en cuanto a comparación con lo que existía antes de la planta?

OL —Que no ha habido prácticamente variación. También hay un estudio de la biomasa de peces en el río Uruguay cerca de la planta y aguas arriba, por ejemplo en Nuevo Berlín o en zonas que se puedan comparar, y tampoco hay diferencias.

***

EC —Hablando de los controles de impacto ambiental, dice Raúl, que manda su correo electrónico: “Los costos de los estudios y controles, de acuerdo a lo que he podido averiguar, superan lo que UPM paga por concepto de zona franca”.

¿Usted tenía esos números?

OL —No. Me sorprende, pero es un dato muy interesante; voy a averiguar.

EC —Otro de los capítulos de su intervención esta semana en la Cámara de Representantes es lo que le costó al país, lo que le costó a Fray Bentos el conflicto que rondó la instalación de la primera planta de celulosa, la protesta y las movilizaciones que llevó a cabo la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, que derivaron en el corte del puente binacional, y no solo en eso. ¿Cuánto duró el bloqueo?

OL —Yo entré como intendente el 8 de julio de 2005, ahí empezaron ya los cortes, cortaban un día, abrían uno, después cortaban algunas horas, abrían de vuelta, y la gente se empezó a acostumbrar a ir por otro lado, y en diciembre se cortó del todo, cerraron el puente en Arroyo Verde y no se levantó totalmente hasta el 2010.

EC —Fueron entonces cinco años.

OL —Cuatro años y medio.

EC —Remarco estas cosas porque estoy seguro de que de estas cuentas nos hemos olvidado. Sabemos, sí, tenemos en la memoria que hubo problemas, pero no que tuvieron esta dimensión.

OL —Con la consecuencia agregada, aparte del efecto del corte, de cómo terminó el puente, el paso de frontera. Ahora se está haciendo una licitación para remodelarlo, porque cuando lo abrimos estaba en escombros.

EC —Hubo gente que perdió su trabajo o vio perjudicada su empresa: empleados del parador sobre el puente, despachantes de aduana, la gente de carga y descarga, propietarios y trabajadores del freeshop son algunos ejemplos nada más. ¿Todo esto ha logrado recomponerse o todavía no?

OL —En buena parte sí. Lo que no se ha recuperado es el vínculo que había –yo lo digo ahí también–, ir de Fray Bentos a Gualeguaychú no era ir de un país a otro, era ir de un barrio a otro del mismo pueblo. Eso no se ha recuperado del todo.

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