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Entrevista central, lunes 1 de agosto: Santiago Díaz

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NB —¿Cuáles fueron las preguntas disparadoras que tenías para arrancar a escribir el libro?

SD —La primera pregunta que me vino a la cabeza después de la idea, que era una idea bastante precisa, fue darle la estructura al libro, cómo lo iba a escribir, cómo lo iba empezar. Para mí el comienzo del libro era: ¿cómo voy a hacer para escribir el libro? ¿Con qué se va a encontrar el lector cuando abra el libro? Entonces encontré la historia de Julio Filipini que englobaba las dos cosas.

NB —Julio Filipini, un juveni de Defensor que de la cuarta salta violentamente al primer equipo y debuta de manera gloriosa.

SD —Absolutamente gloriosa. Nunca había jugado en primera división, se habían lesionado algunos jugadores, Cubilla todavía no estaba para ser titular, Defensor en la cuarta fecha jugaba contra Nacional y De León, el técnico del equipo, le dice: “Vas a jugar vos”. Y no solamente juega, sino que hace un gol y le hacen un penal. Filipini tenía un hermano preso en el Penal de Libertad, porque era tupamaro, y ya tenía decidido que si hacía un gol se lo iba a dedicar. Lo entrevista Víctor Hugo Morales después del partido, él le dedica el gol a su hermano y a partir de ahí se genera una historia tremenda que ilustra el momento que estaba viviendo el Uruguay. Por eso decidí empezar con esa historia, porque tiene la parte futbolística, la parte de la hazaña deportiva, presenta a los personajes y al mismo tiempo te metés de lleno en el contexto histórico que vivía el Uruguay, esa historia ilustra perfectamente lo que estaba sucediendo.

EC —¿Por qué aquel Defensor del 76 “cambió la historia”? La era profesional había empezado en 1932. Debieron pasar 44 años para que un equipo diferente a Nacional o Peñarol saliera campeón. ¿Por qué parecía imposible que un “cuadro chico” se coronara campeón?

SD —Primero, porque siempre habían salido campeones Nacional o Peñarol, siempre habían conseguido ellos los triunfos, y había habido varios equipos chicos que tenían enormes equipos pero que por una razón u otra no se daba. Entonces había ya una idea de que no se iba a dar nunca, de que era imposible, y además Nacional y Peñarol tenían una cantidad de ventajas, que siguen teniendo hoy pero en aquel momento las tenían mucho más: los árbitros, el público…

EC —¡¿Los árbitros?!

SD —Y… los árbitros…

EC —¡En primer lugar mencionás a los árbitros, así como si nada?

SD —Y sí, lo primero que hay que decir son los árbitros. Y el público, la posibilidad de jugar casi siempre como locales, porque siempre jugaban en el Estadio Centenario. Lo mismo que se da ahora pero con muchísima más fuerza. Hay que recordar que en ese momento prácticamente no había televisión, entonces si vos cobrabas algo que no era no se enteraba nadie, se enteraban los que estaban en el estadio, pero después dependía de lo que decían los relatores de fútbol. Era dificilísimo, muy complicado.

NB —De hecho, si uno revisa los campeones y los vicecampeones en los 44 años anteriores, los segundos puestos también pertenecían a Nacional o Peñarol, al que no salía campeón. Hay un vicecampeonato de Rambla y algún vicecampeonato de Cerro, nada más.

SD —En aquel momento para un equipo chico salir tercero era prácticamente salir campeón, existía lo que se llamaba la Copa Montevideana, que era la tabla de posiciones sin la presencia de Nacional y Peñarol. Si vos ganabas la Copa Montevideana ya era impresionante. De hecho cuando firman el contrato con Cubilla le ofrecen premios por salir tercero, y Cubilla dice: “No, no, premio por salir campeón”. Y el presidente le firma, está bien, lo que vos quieras, no van a salir campeones.

EC —Cubilla integra el equipo de ese Defensor campeón del año 1976, pese a que ya estaba cerca del retiro.

SD —Se retiró después del campeonato.

EC —Y fuera de forma totalmente.

SD —37 años, fuera de forma, los compañeros no podían creer lo poco que corría. Cuando estaban entrenando y preparándose para el campeonato le sacaban dos vueltas en el circuito del Club de Golf, donde entrenaba el equipo. Lo empujaban para que corriera y él decía: “Yo no preciso correr porque lo mío es el fútbol científico”. Igual le terminó dando una mano tremenda al equipo.

EC —Fue una decisión rara, controvertida, desconcertante, que tomó el técnico. Vamos a escuchar la voz de quien fue uno de los pilares fundamentales de aquella gesta.

(Audio José Ricardo de León.)

Defensor ha quebrado con la historia de que Peñarol y Nacional solamente eran los privilegiados de tener el campeonato uruguayo. Hoy todo el mundo puede decir que tiene otro nombre el campeón uruguayo. Es el Club Atlético Defensor.

(Fin audio.)

EC —El director técnico del Defensor del 76, que en el libro es señalado por Santiago Díaz como quien se ocupó de convencer al resto de “la comunidad” de que el campeonato era posible. ¿Quién era José Pepe Ricardo de León?

SD —Cuando hablé con Gerardo Caetano me dijo lo siguiente, que fue una de las cosas que me sorprendieron: “Yo conocí a lo largo de mi vida mucha gente brillante, pero si tengo que hacer una lista, entre los cinco primeros, sin duda lo pongo a José Ricardo de León”. Era un tipo muy inteligente, era un seductor, un tipo que manejaba las relaciones humanas como nadie, y además era un revolucionario desde el punto de vista técnico-táctico en lo que se refiere al fútbol. Sacó una cantidad de cosas del básquetbol, porque jugaba al básquetbol, ya de adolescente se dio cuenta de que aplicando cosas del básquetbol en el fútbol le podía ir muy bien. Marcó un antes y un después en el fútbol, no solamente en el fútbol uruguayo, sino en el fútbol sudamericano, e inventó un sistema que todavía se sigue utilizando, que es el sistema de presión a la pelota para recuperar el balón.

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