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Entrevista central, lunes 1 de agosto: Santiago Díaz

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EC —Expliquemos un poco más cuál fue la novedad.

SD —Él siempre decía: “La cancha tiene el tamaño que yo quiero, porque en el fútbol existe la ley de outside, entonces si yo adelanto al equipo la cancha se hace más chica”. Lo que hacía era presionar hacia la pelota para evitar que el rival jugara cómodo y pudiera construir. Entonces cuando el rival tenía la pelota y trataba de salir jugando desde su propio arco, el equipo lo apretaba. Ahí recuperaba el balón y podía encontrar más posibilidades de gol. Además lograba que el rival estuviera lejos de su arco. Pero eso implicaba riesgos también, porque al jugar con el equipo adelantado tenés toda una cancha atrás, era bastante peligroso, y tenía que tener una automatización, un estado físico y un trabajo muy muy fuerte. Y fue lo que consiguió convenciendo a los jugadores. Esa era otra de sus grandes virtudes, los jugadores lo respetaban y lo admiraban, además. Es increíble, es un arte, es algo que no es para cualquiera, o lo tenés o no lo tenés.

EC —De León habló de ese sistema en distintas entrevistas, y aparece citado en el libro. Por ejemplo me llamó la atención una de las declaraciones en que acepta que era de algún modo una trampa. Dice: “Para el común de la gente aquel sistema era una trampa, lo que yo hice era una trampa, porque yo hacía jugar a los contrarios en el lugar de la cancha que quería. Ese era el secreto del triunfo. Y si no, ¿cómo les íbamos a ganar a Nacional y a Peñarol, con la plata, los cuadros, con todo, con el público que tenían?”.

SD —Imposible. Y le salió muy bien. Creo que es una figura infravalorada. Si hablás con Francisco Pancho Maturana, uno de los próceres del fútbol colombiano, el primer técnico de la selección colombiana que clasificó al Mundial, dice que en el fútbol colombiano hay un antes y un después, y ese punto lo marca el profesor José Ricardo de León. Y que el fútbol colombiano comenzó a ser respetado una vez que el profe De León estuvo trabajando allí. Es un hombre muy importante en el fútbol mundial y especialmente en el fútbol sudamericano.

EC —Hay especulaciones a propósito de qué fue primero, si el sistema de él o la Naranja Mecánica de Holanda.

SD —Sí, porque lo de Holanda fue en el 74 y lo de Defensor fue en el 76. Pero hay que recordar que el profe De León había tenido una primera etapa en Defensor a comienzos de los 70, en la que también había sorprendido porque si bien no había salido campeón, había generado una cantidad de partidos en los que había sometido a Nacional y Peñarol en el Estadio Centenario.

NB —Para aplicar ese sistema muy importante que iba a tener ese Defensor del 76. El campeonato también se empieza a ganar ahí, De León tuvo un rol muy importante convocando jugadores que entendía que lo iban a ayudar a aplicar ese sistema en la cancha.

SD —Por supuesto. Para aplicar el sistema tenía que estar absolutamente convencido, y para eso necesitaba intérpretes. Consiguió que volvieran al Uruguay algunos jugadores que ya había tenido en su primera etapa en Defensor, que resultaron claves. Especialmente los dos zagueros, que eran Jauregui y Francisco Salomón, jugadores de selección nacional, que habían estado en la selección nacional. Jauregui había jugado el Mundial del 74 y Quico Salomón estaba en ese momento en la selección. Le dieron un salto de calidad muy importante al equipo, conjuntamente con José Gervasio Gómez, que también apareció en el equipo en esa temporada, Cubilla y algunos jugadores que nadie tenía en carpeta, pero que fueron claves, como por ejemplo Gregorio Pérez, que tenía unas condiciones técnicas muy limitadas, pero que en ese equipo cumplió un rol fundamental jugando partidos muy importantes.

NB —Además hace cosas muy raras, como por ejemplo ir a buscar al golero suplente que termina teniendo el plantel del 76, Calero, que estaba jugando en Sporting en Canelones, lo va a buscar y lo trae al fútbol profesional.

SD —Calero estaba trabajando en la cantina del Sporting de Canelones y jugando ahí. Le pagaban su participación futbolística dándole un trabajo. El tipo hacía ocho años que no era profesional, De León lo va a buscar y el tipo dice: “Profe, ¿por qué me viene a buscar a mí, si yo soy un veterano, tengo 31 años?”, “Yo no creo en las edades, yo creo en los hombres, y usted va a ser mi arquero porque el técnico de Defensor soy yo. Usted va a estar en mi plantel”. El tipo se integró al plantel y terminó jugando un tiempo contra Wanderers cuando ya pensaba que el fútbol profesional era una cosa del pasado. Tenía esas cosas.

EC —José Ricardo de León vivió entre 1923 y 2010. Y a propósito de su figura, su personalidad, su método, el libro tiene un capítulo entero, el capítulo 3, largo, pero muy denso, en el buen sentido del término. Queda retratado no sé si de manera completa, pero de manera muy amplia esa figura del fútbol uruguayo. Te dedicaste con tiempo.

SD —Sí, creía que ese capítulo tenía que ser importante porque creo que De León es el elemento más importante del campeonato y de la hazaña de Defensor. Le presté especial atención, tuve una reunión con sus dos hijas, Pilar y Sofía de León, que tuvieron la deferencia de ir a mi casa, y estuvimos hablando algo así como dos horas, dos horas y media, grabando y contando anécdotas de cuando ellas vivían con él y demás. Y lo retrataron muy bien, porque no lo idealizaron, lo idealizan mucho más los jugadores que ellas. Ellas por supuesto lo adoran y lo admiran, pero en cierta manera también lo criticaban, eso me permitió generar una imagen mucho más acabada y más real de su figura.

EC —¿Cómo jugaba la política en el profe De León?

SD —Él era comunista, no estaba afiliado porque se había desafiliado en los 60 por una discrepancia que tuvo con la cúpula del partido, pero era ideológicamente un comunista. Y tenía un hermano, Rubén de León, que había sido candidato por el Partido Comunista por Florida y que cuando Defensor estaba por ganar el campeonato estaba asilado en la Embajada de México en Montevideo buscando el salvoconducto para ir a asilarse a México. Viaja el 25 de julio del 76, el día que Defensor estaba jugando con Rentistas, y escucha el partido muchos días después, en un casete que llevó otro uruguayo exilado en México, sabiendo que él era hincha de Defensor y que era el hermano del técnico. En cada historia de los protagonistas encontrás conexiones constantes con el contexto que se estaba viviendo. Por eso queríamos acercarnos, a través de la hazaña, al contexto histórico, porque sabíamos que en ese momento todo estaba vinculado con eso. En cada historia, por más mínima que fuera, por más indirecta, encontrabas la conexión.

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