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Entrevista central, lunes 1 de agosto: Santiago Díaz

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EC —El profesor José Ricardo de León es un personaje muy rico, muy complejo también. Aparte de lo que ya señalamos, el libro destaca: “Era un tipo muy inquieto desde el punto de vista intelectual. También era aficionado al teatro, así como a la literatura y a la filosofía, leía muchísimo. También a los idiomas, estudió inglés, francés, ruso”. Claro, lo de ruso se entiende porque era comunista a carta cabal y lo llevaba hasta ese punto. Pero el libro también habla de cómo era su personalidad, y en ese sentido cito lo que dice Gerardo Caetano: “De León, en plena campaña del 76, iba a los programas de televisión y parecía disfrutar diciendo algunas frases extravagantes o haciéndose el misterioso”. Era un poco clown, así lo definen, ¿no?

SD —Sí, su hija lo define así.

EC —“También es cierto que aquella parecía ser una estrategia para lograr que la presión fuera sobre él y no sobre los jugadores, que ya bastante tenían en el medio de un campeonato en el que estaban a punto de cambiar la historia”. Jugaba el papel del que distraía, eran jugadas de distracción esas.

SD —Total.

NB —De hecho, en la última jugada de ese campeonato del 76 se manda una de esas que es para recordar.

EC —Es impresionante.

SD —Claro, porque Defensor jugaba contra Rentistas y tenía que ganar para ser campeón, porque Peñarol le estaba ganando a Sudamérica 3 a 1. Era un partido clave, si Defensor no lograba la victoria, tenía que ir a una final, y todos sabían que en una final contra Peñarol lo más seguro era que perdiera. O sea que el partido con Rentistas era ganar o prácticamente quedarse sin nada. Defensor iba ganando 2 a 0 ese partido, a los 15 minutos ya iba ganando 2 a 0 con un gol de Cubilla y otro de Santelli, pero faltando 15 minutos Siviero marca el descuento por arriba de Clavijo. Era una cosa increíble, una tensión tremenda, porque si Rentistas empataba cambiaba todo. Y faltaban 5 minutos, él vio esa situación, entonces se paró en el banco de suplentes, empezó a caminar rumbo al vestuario y todo el mundo se dio cuenta…

EC —Estamos hablando del Franzini, un estadio chico, o sea que esos movimientos los percibe todo el mundo.

SD —Claro. Y la gente de Defensor lo miraba, “¿qué está haciendo el profe?”. Y los jugadores también lo miraban, y los jugadores de Rentistas también lo miraban. Él dice que intentó distraer y marcarles a los jugadores de Rentistas que el partido ya estaba ganado y que Defensor iba a ser campeón, que por eso ya se iba para el vestuario. “Yo les marqué eso a los jugadores de Rentistas, humildemente creo que colaboré para que el partido se aquietara un poco”. Y cuando llega a la zona de vestuarios, adonde se meten rumbo al vestuario, el partido termina, él se mete en el vestuario y los jugadores empiezan a dar la vuelta olímpica. Tenía esas cosas, era muy particular.

EC —En la emisión en video de EnPerspectiva.net estamos viendo imágenes del momento en que termina el partido, en blanco y negro, por supuesto.

SD —Y lo que era la tribuna, repleta de gente, como pasó en la mayoría de los partidos de Defensor, sobre todo en la segunda rueda: lleno, lleno, lleno. La gente como que arropó al equipo.

***

EC —Dice un oyente: “El profe José Ricardo de León no fue técnico de la selección porque los militares querían que firmara un declaración de apoyo a la dictadura y él se negó”.

SD —Sí, sus hijas me dijeron eso. Sofía de León me dijo que De León no les contó eso en su momento, pero se lo contó después, porque él trataba de protegerlas, ese tipo de cosas no se las contaba en el momento, pero después sí. Hay una cantidad de testimonios que hablan de que fue un hombre censurado por la dictadura, porque no querían tener un comunista dirigiendo a la selección. Su momento sin duda eran las eliminatorias rumbo al Mundial de Argentina, para el que Uruguay no clasificó, terminó quedando eliminado.

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(Audio Víctor Hugo Morales)

Empieza la vuelta olímpica, de acuerdo a las agujas del reloj. Está dando la vuelta olímpica un poco al revés de lo que se estila, porque tiene razón Defensor, esta es una vuelta olímpica al revés, al revés de la historia, al revés de lo que es el mandato de un casi medio siglo futbolístico. Defensor viene caminando por el cuarto de hora, o sea por el arco que da al Río de la Plata, va a llegar a la tribuna principal. Atención, Uruguay, atención, América, ha salido un nuevo campeón, allí está Defensor, Defensor es el campeón uruguayo de 1976. Les ganó a los grandes, les ganó con coraje, con temple, con fútbol, porque…

(Fin audio.)

EC —Ese era el relato de Víctor Hugo Morales, por Radio Oriental, de la vuelta olímpica en sentido contrario de lo tradicional que Defensor terminó dando aquella tarde del 25 de julio de 1976 en el estadio Franzini. Un gesto que fue interpretado por muchos como una señal de resistencia por el momento político que atravesaba el país. El libro baraja esa hipótesis pero no termina de confirmarla cien por ciento.

SD —Ahí va, lo dejamos un poco abierto. A mí Beethoven Javier, que no era el capitán pero era uno de los líderes del equipo, me dijo que en la concentración previa al partido con Rentistas –ellos concentraban en los últimos partidos en un hotel en la zona de Carrasco sobre la rambla–, De León se le acercó y le dijo: “Beethoven, vamos a salir campeones y tenemos que festejar de una manera diferente, porque este es un campeonato diferente y tenemos que festejar de una manera diferente”, “Pero, profe, ¿le parece hablar de eso, del festejo? Todavía falta jugar con Rentistas”, “Usted sabe, Beethoven, que yo respeto a los rivales como nadie, pero vamos a salir campeones, no se nos va a escapar. Usted piense en festejar de una manera diferente, porque el pueblo está muerto, ya nadie protesta, el país está viviendo un momento durísimo y ya no hay nadie en la calle, nadie resiste. Usted tienen que hacer algo diferente”. Y Beethoven quedó pensando: “¿Qué hago? ¿Una bandera? ¿Qué hago?”.

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