
EC —En cuanto al presupuesto para la educación, que es otro de los reclamos, en 2016 fue 5% del PBI, o sea que no se está tan lejos del planteo de llegar a 6 % que hace el PIT-CNT. Pero el Ministerio de Economía y el Poder Ejecutivo se comprometen solo a seguir trabajando para tratar de llegar al 6% al final del período de gobierno, que es lo que el programa del FA menciona. Ustedes son muy insistentes en este punto, y hablan de un porcentaje: presupuesto para la educación equivalente al 6 % del PBI, sin ninguna contrapartida en materia de resultados. ¿Por qué es tan importante el número?
FA —Eso es lo que dicen, la contrapartida en función de resultados en la educación es una cuestión bastante difícil de medir. Esto no puede ser tomado como si fuera una empresa privada en la que hay que medir la productividad. No es así que se evalúa la educación. Claro que entendemos que hay que hacer todos los esfuerzos para que se llegue al 6 % del PBI; riquezas el país tiene, hay que distribuirlas de otra manera y priorizar lo que nos saca de los problemas sociales que nos inundan a todos. Tenemos serios problemas en nuestra sociedad y la apuesta a la educación es lo que entendemos que construye una sociedad mejor. Ese es el futuro de nuestros gurises, eso es lo que construye una sociedad sin violencia, una sociedad más justa, lo que posibilita que nos desarrollemos bajo otros paradigmas.
EC —Justamente, la educación pública uruguaya enfrenta hoy déficits importantes en materia de deserción, de repetición. Y eso no aparece en el planteo, aparece presupuesto equivalente a 6 % del PBI.
FA —Entendemos que el presupuesto incide seriamente en la calidad educativa. Importa el sueldo que tienen los docentes e importa la infraestructura que tienen los gurises para estudiar. Insistimos en que en un momento en que todavía quedan muchos vestigios de la cultura de la impunidad que nos han dejado los períodos de facto en este país la educación es la herramienta que tenemos para construir un mundo más justo y con más equidad, superando los problemas esenciales que enfrenta hoy la sociedad. Una sociedad que no apuesta a la educación no apuesta al futuro. Y hay que encontrar la manera de distribuir los recursos del Estado para que esto se priorice.
EC —Pregunta un oyente: “¿Qué están pensando en cuanto a la sindicalización de los robots?”. La pregunta va a propósito del futuro, estamos viviendo en un momento de grandes transformaciones que impactan en la eliminación o el riesgo muy cierto para una cantidad de puestos de trabajo. ¿Eso cómo figura en una plataforma como la de hoy?
OA —Dos o tres consignas muy breves. La tasa de repetición en primaria bajó de 10 % a 5 %, y la tasa de egreso en secundaria del quintil más bajo se duplicó, pasó de 8 % a 16 %. Es muy poco 16 %, pero es el doble de lo que teníamos hace 11 años. Y el presupuesto educativo por alumno en la educación pública, además de atender los contextos menos favorables, es de 60 % de lo que se invierte en la educación privada, y una sociedad equitativa tiene que generar herramientas.
A la última pregunta, en el año 90 se armó un debate profundo sobre el fin del trabajo. Hay un trabajo de Jeremy Rifkin que hablaba sobre cómo la revolución científico-tecnológica desplazaba el trabajo y tenía toda una conclusión desde el punto de vista sociológico y filosófico: si ustedes establecen que una sociedad más justa, en la que no tengamos 18.000 niños por día que mueran de hambre como hoy según la Unicef, en la que no tengamos esta circunstancia de desigualdades brutales que son pornográficas, lo van a generar los trabajadores, y los trabajadores van a desaparecer. Hipótesis: no hay mundo distinto. Y discutimos el fin del trabajo, este mismo debate estuvo planteado hace 25 años. ¿Sabés cuántos trabajadores había en el planeta en el año 91? Había 2.500 millones. ¿Cuántos trabajadores hay hoy, 25 años después del fin del trabajo? Hay 3.500 millones.
EC —Entonces una posibilidad es decir que se está exagerando.
OA —Por lo menos relativizo en algo, porque con esos mismos fundamentos, robótica, hace 25, 26 años tuvimos un debate que decía: el trabajo se va a terminar, ¿qué van a hacer ustedes ahora que no van a tener trabajo?
EC —De todos modos, parece claro que hay puestos de trabajo que van a desaparecer.
OA —Y otros que van a aparecer, como ha pasado siempre. Te pongo un ejemplo: yo entré a la construcción y para armar un encofrado tenías que hacerlo con tablas de 15, pata de gallo, puntal de eucalipto, y hoy tenés encofrados trepantes que hacen que el mismo trabajo lo hagas con menos gente y en menos tiempo. Eso tendría que ser una muy buena noticia, si yo ahora tengo cambios tecnológicos que me permiten hacer el mismo trabajo con menos gente y en menos tiempo eso me permitirá que la sociedad viva mejor, que se reduzca la jornada laboral, que haya más riqueza para repartir.
El problema es que en el cambio tecnológico, como está al servicio de pequeñas corporaciones –y este es un debate de fondo desde el punto de vista de la economía política–, el trabajador en vez de alegrarse del cambio tecnológico y decir “si hay tal cambio tecnológico capaz que en vez de ocho horas trabajo seis o trabajo cinco”, se amarga. Hace dos años un gerente de la Bayer encabezó una demanda judicial brutal contra la India a los efectos de no permitirle producir similares de la industria del medicamento para salvar vidas en su país. El alegato fue brutal, dijo “nosotros no fabricamos medicamentos para los indios, fabricamos medicamentos para el que los pueda pagar”. Y esa lógica, que es brutal, está en el centro de cosa.
EC —Pero la pregunta es: el 1.º de mayo de 2017 en Uruguay, ¿de qué manera se contempla, o no, entre las inquietudes de PIT-CNT este tipo de cuestiones?
OA —El cambio tecnológico tiene que estar al servicio de la humanidad.
EC —Pero ¿hay hoy referencias a este asunto en las proclamas que se van a escuchar?
OA —Vamos a reivindicar, por ejemplo, como un elemento central y no accesorio de la plataforma, que se termine de aprobar una ley para que decenas y decenas de miles de nuestros compañeros con discapacidad puedan trabajar. No hemos estudiado qué representa esto desde el punto de vista del PBI, pero desde el punto de vista ético representa mucho, porque tenemos sectores de la sociedad que están siendo silenciosamente oprimidos. Generás rutas para que no puedan circular, medios de transporte para que no puedan subir, sistema educativo para que no puedan participar, formas de organización del trabajo para que no puedan participar, y después colocamos como la que la discapacidad es un problema del individuo y no de la sociedad que construye socialmente esas barreras.
Lo que estoy diciendo es que nosotros tenemos un enfoque inclusivo desde el punto de vista del trabajo. El trabajo que hay se tiene que repartir entre todos, la riqueza que hay se tiene que tratar de repartir. Una patria es más digna no porque tenga más PBI sino porque tenga menos gente en situación de exclusión social. Esas banderas, que hemos levantado siempre, también las vamos a levantar hoy, aunque algunos digan que son banderas de hace 40 años. Son igual de justas que hace 40 años.
EC —¿Y cómo se relaciona eso con lo que yo venía preguntando?
OA —Es la misma lógica. El cambio tecnológico al servicio de las corporaciones es igual de dramático que la lógica exclusiva al servicio de las corporaciones, que la forma de selección al servicio de las corporaciones. Te voy a poner un ejemplo que reclaman siempre las cámaras empresariales: el Foro Mundial de Competitividad mide si un país es más competitivo o menos competitivo, entre otras cosas, por el nivel de derechos sociales y laborales. Se lo escuché a Corallo, que también va a ser una parte central del 1.º de Mayo, no lo hemos dicho hasta ahora, pero esta queja, llamada queja, esta acción contra el país que levantan las cámaras empresariales de colocar al Uruguay en una lista negra va a estar en el centro. Pero ¿qué analizan ellos? Que si yo genero un cupo para mujeres que provengan del Mides para empezar a trabajar eso me hace menos competitivo; nosotros decimos que eso nos hace más dignos como sociedad. En la misma lógica, cambio tecnológico, nosotros estamos a favor del cambio tecnológico, si estamos defendiendo la educación es porque estamos de acuerdo. Se habla poco del tema educativo, pero Uruguay duplicó la producción científica en estos 10 años. Capaz que el punto de partida era muy bajo, pero la duplicó. Y tiene el doble de investigadores de los que tenía, y la ANII ha hecho un esfuerzo enorme. El control del cambio tecnológico es un elemento para salir del subdesarrollo, nosotros estamos a favor del cambio tecnológico y no en contra. También estamos a favor de que el cambio tecnológico no sea un objetivo en sí mismo sino un medio para que la sociedad viva mejor.
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Transcripción: María Lila Ltaif









