
EC —¿Puede ocurrir que haya casos que ya vienen siendo manejados por las autoridades de algunos institutos desde hace semanas, incluso desde antes de que se conociera la información del BPS, y en los que por lo tanto ahora ya se esté en condiciones de ir al paso de la actuación de la Policía Comunitaria?
LM —Podría darse, no puedo afirmarlo pero podría darse, porque el protocolo existe, los centros saben de su responsabilidad y actúan en consecuencia. Por tanto este proceso, que con el informe del BPS toma mayor estado público, es lo cotidiano de los centros educativos, la preocupación por aquellos jóvenes que no están asistiendo o están asistiendo intermitentemente.
EC —Usted mencionaba que en ocasiones anteriores el resultado final, por ejemplo en el año 2013, fue de 20.000 asignaciones familiares suspendidas.
LM —Sí, esos son los datos del BPS, de la página del BPS.
EC —No sé cuál fue el número del año pasado, pero la consulta va por este lado: ¿qué terminó ocurriendo después con esas personas, con esos jóvenes a quienes se les suspendió la asignación familiar? ¿Quedaron en esa situación, asignación familiar suspendida y chicos no asistiendo a clase, o terminó siendo exitosa la gestión en algún momento del año y recompusieron su actividad estudiantil?
LM —Hasta no hace tanto tiempo toda la educación pública se manejaba con los jóvenes que estaban dentro de sus centros educativos –estoy hablando básicamente de media, primaria tiene algunas características diferentes, por lo que decía de la conciencia de obligatoriedad–. Y una vez que estos jóvenes se desvinculaban, se desvinculaban completamente, no con asistencias intermitentes o alguna otra cosa, se desvinculaban, o no se inscribían, no parecía ser una cuestión de resorte del centro educativo. Hoy hemos asumido una mirada diferente, que ya no está solamente sobre aquellos jóvenes que se inscriben para hacer educación media, sino que la preocupación está sobre todos los jóvenes. Sobre los que se inscribieron, los que no se inscribieron, los que están vinculados, los que están desvinculados, los que están a punto de desvincularse, sobre todos. En 2013, si bien había una preocupación, no existían mecanismos ni habíamos creado todavía instrumentos que pudieran acercar a estos jóvenes. Existía en el Mides el programa Jóvenes en Red, pero no una cuestión de articulación sistemática. Hoy Jóvenes en Red está trabajando directamente con la Dirección de Integración Educativa, porque esos jóvenes a los que se revincula a alguna actividad luego van a ser incluidos en alguna oferta educativa. Quiere decir que hoy estamos en mejores condiciones en el sentido de que tenemos instrumentos para hacerlo.
EC —¿Y todos aquellos que son “sancionados” con la suspensión de la asignación familiar después terminan incorporándose a la educación?
LM —Los que estaban en esa situación en el 2013 no puedo asegurar y creo que no todos terminan revinculados, porque lo que tenían que hacer era presentarse y probar si estaban o no estaban. Hoy el gran desafío es vincular a todos. Yo tengo esperanzas de que la gran mayoría de todos estos jóvenes –uno no puede hablar de 100 % porque las circunstancias son muchas, entonces también hay que hacer cauteloso en ese sentido– van a encontrar un camino para revincularse a alguna oferta educativa.
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Transcripción: María Lila Ltaif









