
EC —El año pasado la ONU aprobó la extensión de la plataforma continental uruguaya, se agregaron 83.000 km2. En ese logro la Armada Nacional tuvo participación importante, con el buque Oyarvide y su tripulación, que recopilaron la información científica que sirvió para avalar la solicitud que presentó nuestro país. ¿Cómo impactó esta novedad en la Armada?
LA —Para la Armada fue un logro muy importante, porque la Armada no solo fue pionera en ese emprendimiento, sino que dedicó muchas de trabajo haciendo un relevamiento sobre la plataforma continental, porque se requería tener información científica para que la comisión de Naciones Unidas aprobara la solicitud. Fueron muchos años de trabajo y de sacrificio, y para la Armada Nacional representa ampliar el área marítima de responsabilidad. Hay que dejar bien claro que el Estado tiene derechos sobre el suelo y el subsuelo, pero el subsuelo y el suelo tienen una columna de agua por encima, y cualquier elemento que vaya a hacer alguna […] en esa columna de agua, ya sea una exploración petrolera o extraer las riquezas, necesita un entorno seguro y […] jurisdiccional. Y somos nosotros. Hoy en día el área marítima de responsabilidad de la Armada casi duplica la superficie terrestre que tiene el país.
EC —¿Cómo se modificó la operativa a partir de esa nueva responsabilidad?
LA —La operativa no se modificó, seguimos cumpliendo las mismas tareas y funciones y realizando el control de las aguas jurisdiccionales con nuestros buques. No hemos incorporado nuevos buques que nos permitan tener una mayor presencia y de hecho no es un área que patrullemos regularmente, porque lo que tenemos allí es derecho sobre suelo y subsuelo, a diferencia de la zona económica exclusiva, que está dentro de las 200 millas náuticas, donde tenemos derecho sobre la columna de agua y su riqueza ictícola. De todas maneras, tenemos una responsabilidad de búsqueda y rescate que llega prácticamente hasta la mitad del océano Atlántico. En mayo pasado tuvimos un incidente y el ROU Artigas concurrió hasta allí para la búsqueda de sobrevivientes o de restos de un buque que se hundió. O sea que el área es muy extensa, pero hasta la milla 350 no es una zona que frecuentemos con cierta regularidad.
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EC —El año pasado, en el discurso que usted pronunció por los 199 años de la Armada, describía “una delicada y preocupante situación desde el punto de vista de los recursos y del presupuesto”. Mencionó varios problemas, uno de ellos que no podían realizar la tarea de “control de aguas jurisdiccionales y la salvaguarda de la vida humana en el mar en forma eficiente”. ¿Ha cambiado algo aquel panorama?
LA —Sustancialmente no. Lo que hemos mejorado, gracias a un esfuerzo de nuestro personal, se debe a que hemos recuperado el estado del material de algunas de las viejas unidades. El promedio de edad de las unidades que tenemos ronda los 50 años y verdaderamente cumplimos con la misión, realizamos todas las tareas, pero nos vemos enfrentados a dedicar muchas horas a recuperar el material por daños, por roturas, por fallas, porque es un material que ya está más que desgastado, por las horas de marcha, porque son equipos que ya están discontinuados y cuesta mucho encontrar repuestos que se ajusten para las reparaciones. Han cumplido un ciclo de vida.
EC —La Armada Nacional tiene 12 buques.
LA —Sí, tiene 12 buques, que son de distintas características: buques de mayor porte; buques de servicio, como el que está atracado a nuestra banda, que es un balizador, se encarga de hacer el cambiado y mantenimiento de todo el boyado nacional; guardacostas; barreminas; la fragata donde estamos hoy, el buque multipropósito Artigas, y los remolcadores de altura que cumplen funciones diversas. Todos ellos conforman nuestra fuerza de mar.
EC —Aparte hay dos aeronaves.
LA —Nuestra aviación naval, que es uno de los componentes de comando de la flota, cuenta con dos aviones de patrulla marítima, que son los que hacen el control de nuestras aguas territoriales; dos helicópteros, que en este momento no están en servicio –uno está en mantenimiento por razones de marcha y pensamos que a fin quedará en servicio–, y un avión de entrenamiento, un T34, en el que se forman los pilotos de la aviación naval. Esa situación no ha cambiado de acuerdo a la expectativa que tenemos, porque el binomio buque-helicóptero es fundamental para todas las actividades. En el control de aguas jurisdiccionales es un vector muy importante que se adelanta en el horizonte mucha distancia, y en la salvaguarda de la vida humana en el mar, el hecho de tener un helicóptero con las capacidades que en su momento tuvimos y que pretendemos tener da la posibilidad de rescatar a alguien a través de una grúa, un gancho y rescatistas.









