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Entrevista central, lunes 18 de julio: Roberto Conde

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EC —¿Cómo se hace?

RC —Pensamiento político, articulación interna y conducción.

EC —Veamos el papel que el presidente del FA puede jugar en ese sentido. Quizás la pregunta antes sea: ¿por qué quiere ser presidente del FA?

RC —Porque los compañeros que sostienen mi plataforma consideran que mi trayectoria, mi independencia actual, los años de construcción de la fuerza política pueden ser útiles en el momento actual. Pertenezco a la generación más joven de los fundadores, lo cual no me da ninguna patente especial por sobre las generaciones más jóvenes, pero he vivido la historia de la conformación del Frente, conozco íntimamente su idiosincrasia, los secretos de sus debilidades y de sus fortalezas. Los compañeros conocen también mi trayectoria en materia de debate político, de pensamiento político, de construcción de pensamiento crítico, creen que es necesario aportar desde esos ángulos, me convencieron de que me quedara y aquí estoy.

EC —¿Cómo concibe el papel del presidente del FA?

RC —El papel del presidente en este momento es muy importante porque es necesario marcar una impronta de conducción muy nítida, que ayude al FA a retomar la agenda del país.

EC —Ha tenido perfiles muy diferentes ese caro. Si pensamos en toda la época en la que Seregni fue el presidente encontramos un estilo, la Tabaré Vázquez marcó otro, y después estuvieron las etapas de Jorge Brovetto, de Mónica Xavier. Da la impresión de que no hay un modelo.

RC —No, porque hay momentos y épocas. Estamos en una época diferente de la época fundacional que condujo Seregni. La conducción de Seregni cambió la correlación de fuerzas políticas en el Uruguay, fue un hecho de trascendencia histórica, sin él no habría sido posible.

EC —Seregni era un líder, jugaba como un líder, era una especie de jefe político.

RC —Sí, fue un jefe político, pero que además logró, a través de su conducción, esto que estamos diciendo, cambiar la vida política del Uruguay. Cuando dijo, después de aquellas elecciones de 1971, con aquel 18 %, apenas 18 %, que a muchos llevó a desalentarnos, “hemos quebrado definitivamente el bipartidismo político en el Uruguay, se abre una nueva época del país”, puso la brújula política en nuestras vidas y todos, absolutamente convencidos de que era posible, militamos en masa para cambiar el Uruguay, y aquí estamos.

En cada coyuntura aparecen nuevas presidencias. Creo que el momento que le toca al FA de aquí en adelante es más difícil que el que le tocó vivir, por ejemplo, a Mónica Xavier, que por cierto hizo una buena presidencia. Pero los años que nos esperan son más difíciles.

EC —¿Por qué?

RC —Porque el marco internacional es muy hostil desde el punto de vista económico, desde el punto de vista político, porque se ha debilitado nuestra capacidad de hacer síntesis política y de construir pensamiento crítico sobre la realidad.

EC —¿Y porque este tercer gobierno del FA ya no las tiene tan fáciles como los dos anteriores, porque le está costando, porque hay un desgaste frente a la opinión pública?

RC —Hay un desgaste frente a la opinión pública, hemos cometido errores importantes de comunicación. En fin, tenemos que remar con una situación difícil.

EC —¿Qué haría usted como presidente? ¿Cómo sería como presidente del FA?

RC —Primera cosa, rescatar una agenda política fundamental y pelear duramente para que el FA vuelva a fijar la agenda política del país. Hoy la agenda política del país está muy marcada por la oposición, que ha ganado espacios importantes, en un juego democrático, admito, pero creo que ha ganado esos espacios por debilidad nuestra. Por tanto hay que fortalecer nuestra capacidad política, y eso implica fijar la agenda, masificar la pedagogía política a todos nuestros adherentes, prepararnos para una nueva etapa de lucha e instalar un diálogo de muy alto nivel político entre la fuerza política y el Gobierno.

EC —Ese es un punto crítico.

RC —Ese diálogo de alto nivel está faltando.

EC —¿Cómo debe ser la relación entre la fuerza política y el Gobierno?

RC —Un diálogo de alto nivel que está faltando en este momento.

EC —Diálogo, pero ¿quién le marca la línea a quién?

RC —Hay que sintetizar en cada momento. Ya hemos demostrado muchas veces en temas difíciles y críticos que en este diálogo de alto nivel se encuentran salidas que en un principio no eran ni las de uno ni las de otro. Eso significa construir camino político, construir síntesis política basada en ese diálogo. La fuerza política y el Gobierno son órganos de un mismo cuerpo, por tanto cumplen funciones diferentes pero jamás pueden ser independientes. Por tanto ese diálogo es imprescindible, y hemos demostrado que cuando se establece en forma oportuna y sistemática da muy buenos resultados.

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