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EC —Roberto Conde tiene 63 años, es miembro fundador del FA, fue militante de base, integrante de la Mesa Política, legislador en tres períodos e incluso formó parte del Poder Ejecutivo como subsecretario de Relaciones Exteriores. Tiene una experiencia vasta en asuntos internacionales y temas de integración regional; además de su gestión en la Cancillería, fue, por ejemplo, protagonista activo del proceso que terminó en la instalación del Parlamento del Mercosur, el Parlasur.
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EC —Usted y los otros tres candidatos, que en estos meses han estado en contacto permanente con la gente, con los militantes y votantes frenteamplistas, coinciden en que encuentran descontento en las bases. ¿Qué es eso? ¿Qué diagnóstico ha hecho de esa situación? Es un tema obligado de la campaña, ¿no?
RC —Es un tema que se manifiesta aquí en el Uruguay pero un tema profundo de las izquierdas en todo el mundo occidental. Creo que nosotros no hemos saldado bien aquí en Uruguay –y es una de las cosas que tenemos que implantar en el Frente a partir del 25– el debate acerca de cómo se profundiza el proceso de construcción del proyecto progresista o el proceso de izquierda o como se le quiera llamar. Muchos compañeros tienen la sensación de que nos hemos frenado, de que la realidad nos ha frenado o de que nosotros nos hemos frenado. Lo ven desde distintos puntos de vista, algunos desde el punto de vista ideológico piensan que estamos renunciando y frenando nuestras posibilidades; otros, en un análisis ya más objetivo, encuentran que el marco económico nos está poniendo barreras que no nos atrevemos a romper o que no sabemos cómo enfrentar. Todo esto es parte del mismo debate: cómo se empuja la continuidad de un proyecto progresista en el que se quiere instalar un funcionamiento económico-social-político que no esté estrictamente sometido a las reglas del mercado, al juego neoliberal de la década pasada, que ya vimos que fue absolutamente destructivo.
EC —Da la sensación de que ese en todo caso es uno de los malestares que andan en la vuelta. Porque si de descontento se trata, o de desencanto, mi sensación es que hay otros. Por ejemplo, ese que usted mencionaba podría sintetizarse en lo de reclamo de “giro a la izquierda”.
RC —Hay algo de eso en varios sectores.
EC —Pero hay otros. Malestar por mala gestión en algunos sectores del Gobierno. Eso tiene que ver con asuntos como educación, en que parecería que no se ha avanzado lo que hay que avanzar y no se nota un modelo claro; o directamente errores y pérdidas, caso de Ancap. Y por último mencionaría el capítulo de críticas a la estructura del FA, que no sería representativa de la masa electoral de esa fuerza política. ¿Coincide en que están todos estos temas en discusión?
RC —Están todos. Me parece que el más importante y de fondo es el primero que estábamos tocando, cómo se abre perspectiva o, como dicen algunos compañeros, si es verdad que se está agotando la agenda del FA y cómo esa agenda se renueva y el proceso reinstala su avance y su dinamismo.
En el segundo tema, el de la gestión del Gobierno, creo que en el proceso de Ancap ha habido una muy mala discusión, porque se han cometido errores técnicos muy importantes, pero se ha construido un enorme complejo agroindustrial y de alta tecnología con el que el país sigue contando. Esto comparado con la situación de 2005, cuando todo el complejo estaba convertido en chatarra, es un gran avance. Ahora hay que lograr que ese complejo produzca, recupere la capitalización que se le ha tenido que inyectar; si es bien manejado en los próximos años eso se irá recuperando.
No me parece un tema dramático, no creo que el FA vaya a perder el apoyo de la sociedad por el tema Ancap, porque estratégicamente la recomposición de la empresa está bien definida. Los resultados han sido malos, ha habido errores técnicos importantes, ha habido comportamientos de mercado que en Uruguay no podíamos prever, como el desplome del precio del petróleo. Si producir biodíesel nos cuesta US$ 70, en aquel momento era rentable y había que hacerlo, y ahora no hay que hacerlo. Pero está instalado un gran patrimonio económico público que va a ir recuperado parte de la capitalización.
EC —Esa no es la visión de todos los frenteamplistas.
RC —No.
EC —Sin duda no es la visión de la oposición, pero dentro del propio Frente hay quienes lo ven de otra forma, de manera mucho más crítica.
RC —Sí, pero hay gente que ha exagerado y ha dicho “hemos cometido horrores”, incluso increíblemente algunos frenteamplistas han dejado traslucir la sospecha de que se pueda haber cometido alguna falta ética, algún delito o algún acto de corrupción. El FA hace 11 años que conduce un país que está considerado entre los más transparentes del mundo. Ustedes los periodistas lo han comentado muchas veces, hasta con cierto orgullo nacional, que no hay que despreciar. Y a ese país lo administramos nosotros. Por tanto es un país que no tiene corrupción o que tiene muy bajos índices, el FA es una fuerza política que tiene índices mínimos de corrupción, los casos que hemos tenido nosotros mismos los hemos hecho investigar. Y si aparece algún caso de corrupción en Ancap el FA no va a pretender tapar ni disimular absolutamente nada.









