
EC —Pero usted se encuentra con este tema conversando mano a mano estos días de campaña.
RC —Este tema aparece, sí, pero quiero reafirmar en esto –en el diálogo con los compañeros lo sostengo muy enfáticamente— que no se trata de lanzar sospechas. Si hay algún caso de corrupción, seremos los primeros en soltar esa mano para que caiga quien tenga que caer. Pero no podemos dejarnos envolver en sospechas que no tienen hasta ahora ninguna semiplena prueba de nada.
EC —¿Y el tercer capítulo de lo que podríamos llamar disgusto, desencanto con la estructura del propio partido FA?
RC —Sí, hay cierta burocratización, hay que cambiar esa forma de desplegar la militancia y hay que tomar iniciativas importantes. Tenemos que tener una prensa online que comunique con nuestros adherentes. Tenemos un padrón de cientos de miles de adherentes, en teoría 400.000, cuando eso se depure quedará en 100.000, 150.000, la masa de votantes actuales más la gente que tenemos empadronada puede constituir una masa de 200.000 personas. Y no tenemos una comunicación online permanente con esa enorme cantidad de gente, es un desperdicio de oportunidad de hacer política en una masa ciudadana muy amplia. Tenemos que recuperar nuestra capacidad de hacer pedagogía política, tenemos que hacer funcionar la Fundación Líber Seregni para producir pensamiento crítico e investigar las posibilidades de desarrollo de nuestros proyectos…
EC —¿Hay que cambiar la estructura orgánica, el Plenario Nacional, por ejemplo, o el Congreso?
RC —No, no hay que cambiar el estatuto, porque para eso se requieren nueve décimos, prácticamente unanimidad, y tenemos que preparar mucho el terreno si queremos cambiar nuestros fundamentos orgánicos. Me parece que con el actual estatuto podemos cambiar y renovar completamente la práctica del FA, no es un obstáculo el estatuto.
EC —¿Qué dice a propósito de la posibilidad de que la votación del domingo 24 se interprete como un plebiscito sobre la gestión de gobierno?
RC —No, creo que si es menor que la de 2012, que seguramente lo será…
EC —La de 2012 fue de 170.000 personas.
RC —Exacto.
EC —Y la primera vez que se hicieron este tipo de elecciones habían votado 220.000.
RC —Eran momentos de euforia política. Esta vez va a ser bastante menor, no sabemos cuánto. Eso se va a querer interpretar como un debilitamiento del FA. Yo lo veo al revés, lo veo como una oportunidad, por lo menos en estos 90 días hemos estado trabajando en todo el país para transformar esto en una oportunidad de relanzar el FA a la lucha política. Y creo que con una masa de decenas de miles de votantes, con esta movilización de todo el casco militante que hemos logrado y con las medidas que pensamos tomar para rectificar, es posible corregir la situación, estas cosas que he dicho –los cambios en la estructura, el alto nivel de diálogo entre fuerza política y gobierno, solucionar el endémico problema de la comunicación y de la falta de prensa del FA, llegar a algunos acuerdos estratégicos con el Gobierno sobre qué es lo que hay que hacer de aquí a 2020, tener muy clara la agenda 2016-2020 y luego unir a todo el FA detrás de esos objetivos–. Ese debate no está terminado, está en plena ebullición ahora con el tema de la Rendición de Cuentas, pero tenemos que tener claro el 6 % para la educación, el plan de cuidados, la inversión para seguir consolidando la reforma de la salud.
Acaban de ingresar 180.000 pasivos más en los últimos tres meses al Fonasa, esto significa que la reforma de la salud sigue en progreso. Lo que ocurre es que tenemos que asegurar también el resultado, que es que los prestadores públicos tengan el mismo nivel de calidad que los privados. Se sigue adelante con inversiones muy importantes en la salud pública, se está remodelando ahora el Pasteur, que era la cenicienta de la salud pública y se va a transformar en un nuevo centro de alta capacidad. Tenemos que asegurar estos US$ 8.000 millones de inversión pública. Etcétera.
Me refiero al manejo de los grandes temas, discutámoslos con el Gobierno, reafirmemos esos objetivos, sepamos que esa es la agenda 2016-2020 –yo a esto le llamo acuerdo estratégico 2016-2020–, y a partir de ese momento todo el FA unido detrás de ese consenso estratégico y basta de disensos internos y de discusiones improductivas que no llevan a nada.
EC —¡Es flor de desafío ese!
RC —A eso me refiero cuando digo que el presidente del FA tiene que aportar agenda y conducción. Esto es lo que hay que conseguir. Y hay que conseguirlo en 2016, porque en 2017 va a ser tarde. Yo no me imagino, por ejemplo, que en julio de 2017, cuando estemos discutiendo el presupuesto, se nos atraviese una fenomenal discusión interna a ver si el 6 % de la educación está o no está. Sería un suicidio político.









