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Entrevista central, lunes 2 de octubre: Pablo Abdala

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EC —Yo le decía que varios dirigentes del partido han opinado sobre el caso de Bascou, para empezar Larrañaga, y usted ponía un matiz a propósito de cómo fue que lo vio y lo consideró Larrañaga. Pero están las opiniones de la senadora Verónica Alonso, que llegó a la Cámara Alta a través de AN, y la de Adriana Peña, intendenta de Lavalleja, también originaria de AN, las dos críticas. Entonces, ¿podía pensarse que Lacalle Pou, el único que no había hablado hasta ahora, no lo hiciera?

PA —El derecho a opinar no es una cosa que se concede o se reconoce, lo tenemos todos porque vivimos en un régimen de libertades y en el partido nadie debe andar diciéndole a nadie qué es lo que debe hacer o decir. Aquí hay diferencias en cuanto a la oportunidad, en eso creo que es muy fácil advertir dónde está centrada la discrepancia que se ha producido. Y esto se da en buena medida por la propia representatividad de los actores y los protagonistas. Porque el efecto que provoca determinada opinión no es igual en un caso que en otro. Creo que tanto mayor es la consecuencia o el efecto que se genera en el escenario político o en el escenario partidario cuanto mayor es la representatividad de quien emite una opinión.

Yo tengo muy presente –porque además me interesa mucho destacar el papel que en todo esto le cupo al presidente del Directorio, que fue un gran artífice de todo este camino, de toda esta ingeniería de salida que se construyó– que cuando usted entrevistó en Telemundo al senador Heber el jueves pasado utilizó la expresión “la autofagia va por barrios”.

EC —Sí, era una expresión que había circulado en internet, el periodista Leonardo Haberkorn la había manejado aludiendo a aquella expresión de Tabaré Vázquez sobre el caso de Sendic.

PA —Exactamente. Y usted recordará que el senador Heber –y yo comparto– dijo “todos tienen derecho a opinar, a mí me preocupan mucho las opiniones, me preocupa que se discuta públicamente porque eso le puede hacer mal al PN”. Ahí está la diferencia de apreciación, en todo caso, y creo que las diferencias en ese sentido son legítimas y haríamos muy mal en ocultarlas. Por supuesto se ha planteado una diferencia, tenemos que ver cómo seguimos y cómo salimos de ella, pero me parece que ahí está centrada la discusión.

EC —Lacalle Pou explicó su salida y su pronunciamiento con un argumento pertinente, atendible: el de la coherencia. Coherencia, dijo, con la postura que asumió Todos en las denuncias que realizó sobre Ancap primero y que ahora está realizando a propósito de ASSE; situación esta que ni siquiera está terminada, para nada, acaba de ponerse en marcha una comisión investigadora. ¿Cómo tiene en cuenta usted esa otra fundamentación?

PA —En estos temas de la ética todos tenemos que andar con un enorme cuidado, por una sencilla razón: la ética es un tema central, de enorme importancia, pero también es un terreno por definición resbaladizo. Nadie tiene el concepto de la ética encerrado en un puño, es decir, nadie le pone límites a la moral pública ni dice a partir de dónde o de cuándo se incurre en una falta ética, porque son debates muy difíciles y muy complejos, que por supuesto no hay que rehuir ni cosa por el estilo. La ética no es patrimonio ni de un partido, esto vale hacia fuera del partido, y vale hacia dentro del partido, porque la ética no la dictan ni el senador Larrañaga, ni el senador Lacalle Pou, ni el diputado Abdala, ni el diputado Goñi, que ha hablado de estos temas este mismo fin de semana. Por esa misma razón es que nosotros nos seguimos aferrando a lo anterior.

EC —Claro, pero lo que dice Lacalle Pou es: “Yo necesito tener autoridad para las otras denuncias que tienen que ver con otros partidos, en particular con el FA, que estoy realizando y que estoy avalando”.

PA —Está bien, cada uno sabe cómo justificar su posición y su actitud. Creo que el partido no renunciaría a eso si simplemente resolviera darse el tiempo que había previsto darse a los efectos de que la Comisión de Ética se pronunciara. Porque creo que el camino que escogimos y que trabajosamente recorrimos con el senador Heber en el ámbito del Directorio, que es la posición del partido, ofrece tres garantías fundamentales.

Una garantía para los propios interesados. El miércoles pasado cuando comparecieron el intendente Bascou y el diputado Esquerra a la Comisión de Ética y a la mesa del Directorio, escuchamos de parte del intendente Bascou una versión por lo pronto completamente distinta de la que ha venido propalando el FA en forma pública. Por lo tanto es bueno que nos demos tiempo para analizar ese tema y para que la Comisión de Ética lo estudie.

Una segunda garantía es para el propio partido. Esta era una forma, así lo entendimos todos, de tramitar esto en términos de darle una salida sin traumas, razonable y que pusiera a buen resguardo la unidad partidaria.

Y creo que es una garantía frente a la opinión pública, que sin duda nos está mirando en este momento a todos, y particularmente a nosotros porque tenemos este problema, para ver cómo lo resolvemos y de qué forma por lo tanto actuamos.

Naturalmente, a Comisión de Ética actuará con total libertad e independencia de criterio, pero es evidente, y ellos lo saben, que tendrían que pronunciarse en un plazo razonable. Y también está muy claro, como dije antes, que cualquiera sea el pronunciamiento de la Comisión de Ética, el partido, si quiere conservar la autoridad moral y por lo tanto desde ese punto de vista su posibilidad de señalar con el dedo a los demás cuando se equivoca, tiene que empezar por escuchar lo que diga.

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