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Entrevista central, lunes 2 de octubre: Pablo Abdala

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EC —¿Cómo vio las declaraciones de su colega de AN el exintendente Besozzi, ahora senador, de algún modo padrino político de Bascou, cuando dijo que está pensando en renunciar a su cargo en el Directorio del PN?

PA —Me preocuparon mucho esas declaraciones, me dio mucha pena. Entiendo la posición de Guillermo, ayer nos trasmitió esa circunstancia, que parece en principio irreversible. Todo ha transcurrido demasiado rápido, no hemos tenido la oportunidad de reunirnos con el senador Larrañaga en el ámbito de AN. Veremos si termina de confirmarse, pero pareció bastante categórico en la afirmación. Lo que sé es que ahora todos, absolutamente todos, tenemos que intentar conjurar esta situación y que el partido salga de ella de la mejor manera y lo más rápido posible; es lo que nos está demandando la opinión partidaria. Los blancos en primer lugar son los que están reclamando eso, y creo que todos tenemos que hacer esfuerzos. Usted advertirá muy claramente que de parte nuestra va a haber contribuciones en ese sentido. El senador Larrañaga ya ha dado a esta altura ejemplos sobrados de su apuesta y de su aporte.

EC —¿La gestión del presidente del Directorio, Luis Alberto Heber, está cuestionada? ¿Debió haber manejado este asunto de otra manera, en particular con Luis Lacalle Pou?

PA —En ese terreno no puedo ni debo meterme, me manejo con total objetividad. Se lo dije antes, el presidente del Directorio mereció nuestro total apoyo en cuanto a su actuación. Hay que reconocer que es un gran articulador.

EC —Pero después pasó lo que pasó y casualmente Heber y Lacalle Pou pertenecen al mismo sector.

PA —Creo que no tenemos que atizar las brasas, tenemos que hacer un esfuerzo –repito, lo que pasó pasó– por ver de aquí en adelante cómo logramos reencaminar esta situación.

EC —Son varios los cortocircuitos que habían quedado planteados dentro del PN. Porque ahora estamos hablando de este encontronazo entre las dos grandes corrientes, Todos y AN, pero a su vez también se vieron dentro de lo que podríamos llamar el espacio wilsonista, con pronunciamientos como el de Verónica Alonso, que fue la primera en criticar a Bascou, y Adriana Peña. ¿Qué pasa dentro del mismo espacio que usted integra?

PA —Creo que con respecto a eso caben un poco más, un poco menos, las mismas apreciaciones. En todo caso, teñidas o determinadas en función del nivel de peso político específico de cada uno de los actores.

EC —¿Hay un tema de perfilismo, de posicionamiento con vistas a las próximas elecciones internas, etcétera, de por medio?

PA —Si ingresara en ese terreno no le haría bien a mi partido, porque estaría juzgando intenciones y creo que no corresponde. De la misma forma que no podemos negar los hechos, porque son categóricos en cuanto a que aquí ha habido y hay planteada una diferencia y tenemos que ver cómo la superamos, y si empezamos a tribuir voluntarismos en un sentido o en otro, creo que ingresamos por un mal camino. Vuelvo a lo que decía el senador Heber la semana pasada: las opiniones son todas válidas y por supuesto todo el mundo tiene el derecho de opinar y asumir la responsabilidad por las consecuencias de sus dichos. De todas formas, nosotros seguimos afiliados al criterio de que era mejor que la institucionalidad se pronunciara en paz y que después, por lo tanto, los dirigentes sacáramos, allí sí, las conclusiones definitorias. Lo cual no quiere decir que mientras tanto permaneciéramos callados la boca, una cosa no quita la otra. Pero son en todo caso apreciaciones pragmáticas vinculadas con la estrategia política o con la forma de pararnos frente a los problemas. Y por eso situaciones que se dan y que se han dado y que veremos cómo se pueden superar.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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