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Entrevista central, lunes 20 de marzo: Renato Opertti y Adriana Aristimuño

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EC —¿Qué significó aquel episodio político que ocurrió en el Ministerio de Educación y Cultura (MEC)?

RO —Diría que para nosotros significó dos cosas. Primero, el reconocimiento –ahí Eduy21 tiene una lectura política de los hechos– de que ningún partido político por sí mismo puede cambiar la educación en Uruguay. Ahí está la primera discusión. Todos podemos leer la historia del Uruguay si tenemos 30 años en materia educativa, en algún momento lo hemos hecho juntos. Uno encuentra que ningún partido político –salvo en algunos momentos el liderazgo ejercido por el profesor Rama, pero con limitaciones también– logró agendar un proceso de cambio educativo sustentable en el tiempo. Después del profesor Rama vino el profesor Bonilla y hubo cosas que no se continuaron con la misma voluntad, la misma determinación y la misma energía; para dar un ejemplo no del actual gobierno. Por eso el reconocimiento de que el sistema de partidos políticos, por sí mismo cada partido, no tiene capacidad de respuesta.

Y el segundo elemento que nos llevó a Eduy21 fue la lectura. Con Adriana, con Juan Pedro, con Fernando, con Pablo da Silveira, veníamos hablando de estos temas desde hacía muchos años. La idea del marco curricular no surgió en el 2014, surgió de un trabajo de cinco o seis años de varios de nosotros. Y la segunda lectura, para nosotros importante, es que el sistema de partidos políticos se enfrenta a un dilema, y de eso nos advirtió el suceso que mencionabas. O ajustás un poquito y mantenés la estructura existente, entonces introducís un cambio en un sector, un nuevo proyecto, una nueva estrategia, pero partís de la base de que el modelo institucional curricular pedagógico, del gobierno de la educación, no lo podés cambiar, o –esta es una definición clara de Eduy21–, para lograr una transformación educativa profunda y sustentable, revisás el modelo de gobierno de la educación, el conjunto de las propuestas curriculares y pedagógicas transversales a diversos niveles educativos. Y necesitamos poner en el tapete algo que ha estado bastante ausente en la discusión educativa en los últimos años, que son el para qué y el qué de la educación. El Uruguay ha discutido mucho más sobre salarios –que es necesario discutir–, sobre condiciones de trabajo y sobre ladrillos y equipamiento que sobre educación.

En este mundo que tenemos hoy, de cuarta revolución industrial, donde están cambiando las formas en que las personas se vinculan, se relacionan, se comunican, trabajan, la educación no puede estar ausente. Pero la educación no es hacer tantas obras de inversión, poner tanto equipamiento. Primero vamos a discutir qué queremos de la educación. Entonces la primera pregunta rectora del libro blanco es preguntarnos en profundidad qué tipo de educación queremos, para qué tipo de sociedad, para qué tipo de ciudadanía, para qué tipo de persona, para qué tipo de comunidad. Ese tipo de preguntas son las que los gobiernos, por diferentes motivos, han obviado.

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EC —¿Qué es esto del “libro blanco” de la hoja de ruta hacia el cambio educativo?

AA —Lo del libro blanco es una expresión que tomamos prestada, por el libro blanco de la reforma educativa española. Es una imagen que uno utiliza para decir que esto es algo fundacional, una propuesta básica que luego va a seguir desarrollándose, profundizándose. Pero queremos expresar en diferentes puntos qué es lo que estamos pensando, hacia dónde apuntamos en materia curricular, de gestión, de evaluación institucional y demás.

EC —Las bases para una reforma educativa, podría resumirse.

AA —Exactamente, son las bases para una reforma educativa en diferentes temas en los que vamos a intentar avanzar técnicamente lo más posible de una manera estilo think tank. Es decir, sin condicionamientos institucionales y de tiempo, que siempre los hay; recuerdo que Germán Rama decía “los tiempos de la política no son los tiempos de la investigación”, y con eso tiraba un plumazo a una cantidad de sugerencias que le hacíamos de timing y demás. Ahora estamos tratando de salirnos de ese timing político y hacer con libertad técnica y de tiempo la mejor propuesta posible.

EC —En el acto del viernes ustedes anunciaron el comienzo del trabajo, no presentaron el libro blanco.

RO —No. El trabajo tiene dos partes. Tiene una parte de proceso, que es armar grupos de trabajo, armamos seis grupos de trabajo para empezar a armar esas bases que decía Adriana. Son las bases programáticas, institucionales, que terminarán en el libro blanco en una serie de propuestas concretas. Por ejemplo, creemos que tenemos que pensar un nuevo modelo de gobierno en la educación. Y eso implica repensar la relación entre el Codicen (Consejo Directivo Central) y el MEC. Implica definir la intervención parlamentaria en la política educativa, que es importante. Implica fortalecer las atribuciones técnicas de la dirección educativa. Implica dar mayor autonomía y empoderamiento a los centros educativos. Implica repensar el estatuto docente, para darle al docente mayor apoyo, mayor orientación para que pueda trabajar en el aula. Implica repensar el rol de las inspecciones. Todo ese conjunto de elementos hacen a la propuesta integral, y en ese marco –segunda parte del trabajo– se empezó a trabajar.

AA —Durante varios años, desde la docencia, desde la investigación, hemos encontrado que diferentes propuestas de cambio en la educación han fracasado por determinados factores. Uno se encuentra una y otra vez con una cantidad de trabas, impedimentos para que las cosas avancen. Entonces cuando uno llega a ese consenso, a esa congruencia de resultados, porque lo ve en el terreno, porque lo ve funcionando, llega a la conclusión de que no puede ser que sigamos con esta manera de tomar las decisiones, con esta manera de asignar a los docentes, los maestros y los profesores, a los centros educativos. No puede ser que las decisiones demoren tanto, no puede ser que los directores no puedan tomar determinadas decisiones a nivel de centro. Ya está, ya hay evidencia, ya hay consenso.

EC —¿A eso aludían con esa expresión “hay que mover el mamut” que se escuchó el viernes?

RO —Sí, sí, sí.

AA —Es de Elisa Aguerrondo.

RO —Elisa Aguerrondo, la especialista argentina, lo dijo. Hay que moverlo, pero de una manera integrada, no se puede mover una partecita. Por eso se armaron grupos de trabajo para abordar estos temas. Por ejemplo, se armó un grupo de trabajo que va a abordar el tema currículo y pedagogía, cuáles son los contenidos educativos fundamentales y cómo hacerlo. Ese grupo va a estar coordinado por Ricardo Vilaró.

EC —Vamos por partes. ¿Cuáles son los capítulos, los elementos de esta hoja de ruta que empiezan a elaborar?

RO —Son cinco capítulos. Empieza por una introducción histórica de cómo desde la sociedad civil se han planteado estos procesos de cambio. Ahí vamos a tener la mirada integrada de Caetano, Rilla y Ribeiro, que van a armar este capítulo.

El capítulo primero es preguntarnos en profundidad, a la luz de esta nueva sociedad que está emergiendo en el mundo, de esta nueva globalización con otro sentido distinto de la de hace 10 o 15 años, qué tipo de educación requerimos para qué tipo de sociedad. Esa pregunta requiere una respuesta en términos del para qué y el qué educativo. Y requiere discutir, por ejemplo, educación con relación a desarrollo, con relación al bienestar de los estudiantes, con relación a los aprendizajes necesarios. Es decir, tener claridad en el para qué y el qué, porque nos parece que sin el para qué y el qué bien claros todo lo otro es endeble.

El segundo capítulo es qué tipo de sistema educativo queremos para ese para qué. Una vez que tenemos claros el para qué y el qué, definamos el tipo de sistema educativo.

EC —¿Por ejemplo?

RO —Ahí definimos cuatro niveles. El primer nivel del segundo capítulo es fortalecer el liderazgo político de la política educativa, de la conducción educativa. Eso implica repensar el MEC y repensar la relación entre el MEC y el Codicen. Ahí habrá que optar. Hoy no tenemos una propuesta específica porque la queremos desarrollar y consultar con mucha gente, pero ese nivel es fundamental.

EC —Y es delicado, porque de por medio está la Constitución, nada menos.

RO —Está la Constitución. Pero se puede pensar en un modelo de fortalecimiento del rol del ministerio en el marco existente y una mejor coordinación con el Codicen, si este es transformado en una unidad educativa de conducción efectiva de la educación, porque la educación tiene el Codicen y tiene una fragmentación en los niveles. Ese tema hay que planteárselo. Necesitamos una dirección ejecutiva unitaria y debajo de ella, consejos o direcciones educativas más acopladas a ese modelo. Esa es una discusión.

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