
RA —¿Qué representaba el batllismo para el hombre de campo en general en ese principio de siglo, la figura de Batlle y Ordóñez?
DS —Me viene a la memoria la foto famosa de Batlle gigante conversando con un gaucho a caballo, una foto icónica.
AR —Sí, la foto en la tapa del libro de Gerardo Caetano, un Batlle tan alto que el caballito le llega casi a la cintura con un paisano encima. Batlle hizo por el campo, Batlle cuando derrota Saravia establece el principio de un sistema político que ganó en autonomía. El sistema de representación política a través de los partidos quedó establecido como un poder más fuerte que la simple expresión de poderío económico de las clases altas, que eran mayoritariamente los hacendados y los dueños de la campaña. El hacendado de la campaña, que nunca es toda la campaña, hay matices importantes en todos los tiempos, un pulpero no es un hacendado, sin embargo ¿qué es?, un peón no es un hacendado, es otra cosa.
El batllismo cuando triunfa frente al poderío de las elites ganaderas establece la independencia de un poder político que a partir de ese momento, basado en el sistema de partidos, va a hacer el juego que debe hacer el Estado en una sociedad, que es un juego de equilibrio inestable y de compensación: procurar proteger a las clases más débiles, viabilizar el triunfo de las clase más fuertes, pero estableciendo un equilibrio que evite que las más fuertes aplasten a las más débiles. El triunfo del batllismo es el triunfo de la República como equilibrio político. Detrás de él viene el empoderamiento de los sectores medios como amortiguadores –de allí lo de “sociedad amortiguadora”–; el batllismo nunca dice “termino con esto y socializo y distribuyo equitativamente y voy a un régimen comunista”. Batlle no creía en la lucha de clases, lo que hay es un equilibrio constante. Ese equilibrio está por encima de las clases rurales, está por encima del cuerpo de hacendados.
Si vamos a Chicotazo, allí lo que tenemos es la queja de las elites rurales que dicen “caramba, el poder político está por encima de nosotros y no nos está contemplando en este punto, en este otro, en este otro”. A partir del batllismo todas las quejas del campo son quejas de qué se hace con el poder político, entendiendo el poder político como una entidad colectiva que establece un control o un equilibrio inestable que busca un punto de meseta, un punto de compensación. El Estado se tiene que ocupar de todos y tiene que limar las asperezas, tiene que amortiguar. Creo que de allí en adelante todas las quejas fueron de ese tipo.
RA —Vamos a ese otro hito fundamental del siglo XX que mencionabas que fue el movimiento ruralista liderado por Benito Nardone, conocido como Chicotazo, con el que el Partido Nacional llegó después a la presidencia en 1958.
AR —Ahí hay un fenómeno comunicacional impresionante. Porque Nardone es un hombre de radio, así como Aparicio cortaba las líneas de telégrafo, aquí el elemento revolucionario fue la radio. La radio que podía tenerse con una pila arriba del tractor y que podía escucharse, y la Radio Rural. El montaje que hace Benito Nardone con su personaje Chicotazo es además un juego, ¿viene de Chico Carlo o viene de chicotazo, que es el golpe del rebenque, que es una palabra tan agauchada y tan campera y que la gente entiende muy bien? Chicotazo hablaba rarísimo, Lincoln Maiztegui recordaba que hablaba como Gardel, y yo pensaba que hablaba como mi abuela, no decía “el día”, decía “er día”, anteponía la ere, el sesgo andaluz. Tenía eso con un montón de dichos camperos, siendo como era un hombre de ciudad, descubierto por Domingo Bordaberry y llevado a la arena política. Un hombre con dotes comunicacionales únicas, pero que en realidad era un personaje diría sin luces propias, era un personaje menor comparado con lo que era aquella elite política de hombres de pensamiento, hombres de filosofía, hombres de gran erudición, doctores de larga data en el ejercicio político.
Este personaje nuevo salido de una veta de migración italiana decía no a cosas muy rotundas y manifestaba una queja social: había llegado a su fin el modelo ISI –el modelo sustitutivo de importaciones–, el modelo que aplicó el batllismo, sobre todo el neobatllismo, Luis Batlle Berres, cuando puso el acento en la industrialización, aprovechando las guerras y la instancia de baja de la producción industrial europea, potenciando la nuestra para que sustituyera lo que antes comprábamos, todo eso llegó a su fin en la década del 50. En el 55 ocurre la crisis estructural del sistema, porque los países se rehacen, comienzan a volver a producir fácilmente y nuestra industria no había llegado a dar el salto a la industria pesada, no habíamos pasado de la industria liviana, no habíamos pasado de esas textiles de las que el país siempre tiene nostalgia, no habíamos pasado de Paylana, no habíamos dado el salto a producir ferrocarriles, por hacer un ejemplo.
Esa industria rápidamente entra en crisis y entra a tallar un sistema de dolarización, porque es también el momento en que agoniza el poder imperial inglés y es sustituido en todo el mundo por el estadounidense, cuyas tratativas con el mundo latinoamericano cambian notoriamente. No solamente hay que dolarizar la economía, sino que hay que tratar con un imperio que es sobre todo un productor de comida y que va a comprar pero no como compraban los ingleses y va a tratar los precios, pero no como lo hacían los ingleses.
Entonces detrás de Nardone hay una queja política por el colegiado, el colegiado decía “Nardone es un lujo, estamos pagando todo ese lujo de la ciudad con el trabajo del hombre de campo, basta de las cajas de jubilaciones en plural, hay que ir a un banco de previsión general –al que finalmente se llegó–, basta de este banco sometido a cambios diversos”, con un dólar para el comercio, un dólar a la interna, un dólar para las exportaciones. La palabra de la gente era revalúo, que sonaba a una cosa sucia, manipulable, entonces había que ir a un poderoso banco central.
El movimiento de Nardone tuvo un apoyo de intelectuales que no hay que olvidar: un Methol Ferré, un Reyes Abadie, un Real de Azúa; Williman, nuestro querido Williman, el Claudito de Maggi, estuvo apoyando el movimiento de Nardone. Luego Nardone desaparece, el mundo político cambia, la CIDE hace un diagnóstico magnífico y muy duro de los problemas estructurales que el país tenía, de la economía que no había salido de la producción agroganadera pero que insistía en dos o tres cosas que nunca fueron suficientes por sí mismas: el agro, el turismo, el puerto. Hasta que no quebremos ese esquema no lograremos hacer de este país un país con independencia económica. Nardone señalaba esas cosas y esa queja general.









