
EC —[Esto alude a que…] buena parte de la información que se divulgó era correo electrónico: el intercambio de correos entre esta firma de abogados, Mossack Fonseca, y sus clientes en distintas partes del mundo o en Panamá mismo. Clientes que, a su vez, muchas veces eran otros estudios de abogados que trabajaban para clientes finales.
LC —Eso demostró que había que tener muchísimo cuidado de ahí en más con la forma en que uno se comunica con sus contrapartes, en este caso un estudio de abogados de un país X con su contraparte Mossack y Fonseca o cualquier otro. Y también que había que tener mucho cuidado con el uso que se les iba a dar a estas estructuras.
Panama Papers o Mossack Papers, como les gusta decir a los panameños para tratar de sacar de lado el tema Panamá. Porque a esto se lo llamó Panama Papers, pero es una firma de las tantas que hay en Panamá, quizás la más global que había hasta ese momento, pero no necesariamente todas las otras firmas tenían que trabajar de la misma manera ni mucho menos. Pero desde el punto de vista hasta marketinero se utilizó el nombre Panama Papers y aún hoy cada vez que uno va a algún foro, por ejemplo vinculado a la OCDE o a los temas de prevención de lavado de dinero, los panameños se cuidan de hablar de los Mossack Papers.
EC —Teniendo en cuenta que ya pasó un año y esos primeros comentarios, ¿terminó siendo esta filtración tan significativa y trascendente como se esperaba?
LC —Hay que darle dos dimensiones. La dimensión de si a partir de estas filtraciones se hicieron investigaciones lo suficientemente fuertes como para terminar enjuiciando a determinadas personas que aparecían en los papeles diría que no fue tan relevante.
Para mí tiene una doble dimensión la relevancia de Panama Papers. Fortaleció el proceso de transparencia muy firme que se venía dando de 2009 en adelante, quizás consolidó ese proceso y lo terminó de apurar. Porque se demostró que el negocio offshore, sobre todo vinculado al anonimato, al testaferrato, era mucho mayor de lo que quizás los propios gobiernos pensaban. En ese sentido fue muy grande, porque terminó destruyendo todo un mundo de servicios offshore como se conocía. En el año 2009 existían unas 73, 74 jurisdicciones que tenían secreto bancario, y en el año 2016 solo quedaban tres o cuatro en el mundo. Y probablemente esas tres o cuatro desaparezcan entre el 2017 y el 2018.
EC —¿Eso termina de ocurrir como consecuencia del caso Panama Papers? ¿O era un proceso que ya venía?
LC —Ya venía. Creo que Panama Papers demostró la dimensión del problema y terminó de consolidar políticamente ese proceso de transparencia. Hasta ese momento, abril de 2016, Panamá se venía resistiendo fuertemente a los embates tanto del Foro Global de la OCDE como de GAFI (Grupo de Acción Financiera) en cuanto a transparencia. Hoy, un año después, Panamá es un activo participante en el Foro Global de la OCDE, ya ha sido evaluado, tiene una segunda evaluación para hacer y los integrantes del fisco panameño –la DGI panameña– participan absolutamente en todas las actividades del Foro Global. (El Foro Global es la organización dentro de la OCDE creada por el G20, que nuclea a más de 130 países, que establece los estándares internacionales en materia de transparencia fiscal.) Hoy Panamá es un activo participante y la próxima reunión de agosto del Foro Global va a tener lugar en la ciudad de Panamá.
Esto hace un año era impensado. Creo que Panama Papers en eso terminó dándoles un golpe mortal al Panamá y a las jurisdicciones del Caribe y de otras partes del mundo como las conocíamos.
EC —Para Panamá está claro que fue un cimbronazo. Sin embargo, solo 2 de cada 10 de las empresas que comercializaba el estudio Mossack Fonseca eran en sí mismas panameñas. En cambio, 5 de cada 10 sociedades eran de Islas Vírgenes Británicas (VBI), esa fue la jurisdicción con mayor número de sociedades, unas 113.000 en aquel paquete. ¿Cómo colocamos estos datos en este contexto que estamos examinando?
LC —Mossack y Fonseca era una firma realmente global. Un año después cerró prácticamente 10 oficinas, cerró en Jersey, Isla de Man, Gibraltar, Perú, San Pablo, Nueva Zelanda, Lugano, Nevada, etcétera, e incluso está cerrando Uruguay. A pesar de que la mayor parte de las sociedades no eran panameñas, era importante porque era una firma muy global y tenía la posibilidad de venderles a clientes en todas partes –sus clientes eran estudios– sociedades de todas las jurisdicciones.
Una de las fortalezas en los negocios offshore que tenía Panamá era justamente la fortaleza de los estudios jurídicos que, en general –esto fue históricamente así– “vendían”, en el buen sentido de la palabra, hacían el marketing de Panamá como un lugar donde el secreto profesional y el secreto bancario eran férreos y Panamá hasta ese momento había podido permanecer al margen de todos los procesos de globalización. En 2009, cuando Sarkozy, el presidente de Francia, habla de Panamá como un paraíso fiscal, el entonces presidente de Panamá dijo: “Panamá no es un paraíso fiscal, nosotros tenemos el canal, etcétera, y vamos a poder aplicar represalias”. Algunas de las jurisdicciones del Caribe, como VBI, Caimán, etcétera, movidas por la influencia del Reino Unido y la vinculación con el derecho anglosajón, ya habían procesado algunos cambios. Tanto Caimán, como VBI, como Bahamas tenían ya acuerdos de intercambio de información con Estados Unidos. Pero Panamá no.
Por eso, a pesar de que es cierto que, de acuerdo a la investigación, la mayor parte de las jurisdicciones no eran de origen panameño, esto significó un sacudón muy grande en los servicios profesionales brindados desde Panamá, en los servicios fiduciarios brindados desde Panamá y también en los servicios bancarios brindados desde Panamá.
EC —Tuvo un impacto fuerte en la imagen de esos servicios, pero también en la propia actividad de esos estudios.
LC —Absolutamente. Panamá hoy se encuentra en un proceso interesantísimo de transformación de sus servicios profesionales, sus servicios financieros. El país se encuentra imbuido en un gran cambio de lo que fue su industria financiera y de servicios como se conocía hasta la fecha. Y la prueba está en esa activa participación liderada por el presidente Varela de la DGI panameña en prácticamente todos los foros internacionales.
Debo decir incluso –hace poco estuvimos en una capacitación del Foro Global en Chile en la que estaba presente el director de la DGI panameña– que Panamá se está apoyando muchísimo en el gobierno uruguayo para ese proceso de transparencia.
EC —Este dato no se conoce o no se ha comentado demasiado. ¿Cómo es?
LC —Nos lo decía la gente de Panamá, y fue corroborado por gente de la DGI de aquí. Panamá se ha venido a capacitar incluso aquí en Uruguay y están yendo funcionarios uruguayos a mostrar el proceso de transparencia. Tengo entendido que incluso el flamante secretario antilavado, Daniel Espinosa, está yendo a Panamá por el tema GAFI
Uruguay integra el Peer Review Group, que es el grupo de treinta y tantos pases que evalúan a los países a nivel de Foro Global, que lidera el doctor Guillermo Nieves, de DGI, que es el representante de Uruguay en el Foro Global. Esto indica que Panamá está buscando alternativas a su modelo tradicional de servicios. El Panamá un año después de los Panama Papers es claramente diferente del que era el 2 de abril de 2016.
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