Entrevista con la senadora Verónica Alonso (PN).
EN PERSPECTIVA
Lunes 25.01.2016, hora 8.25
EMILIANO COTELO (EC) —Parece bastante claro que la relación entre el oficialismo y la oposición pasa por uno de los peores momentos. Por ejemplo, para el Partido Independiente (PI) y el Partido Nacional (PN), la comisión investigadora de Ancap arrojó elementos con apariencia delictiva, por lo que ya se adelanta que en febrero se presentarán escritos ante la justicia penal. Los blancos, además, avisan que en este 2016 irán por más y promoverán investigaciones sobre otros emprendimientos del Gobierno en los que, a su entender, se han despilfarrado recursos públicos. Por ejemplo, los negocios con Venezuela o el proyecto de la regasificadora.
A pesar de este telón de fondo tan espeso, para la senadora Verónica Alonso llegó la hora del diálogo. La semana pasada anunció que su gran objetivo para este año es intermediar entre el presidente Tabaré Vázquez y quien ella identifica como el jefe de la oposición, el senador blanco Luis Lacalle Pou. Su idea, según dijo en el semanario Búsqueda, es que ambos puedan sentarse a una mesa a tratar temas puntuales como políticas de Estado.
¿Hay margen para algo así? ¿Qué ventajas tiene la senadora Alonso como intermediaria?
Vamos a conversarlo con ella.
¿Qué análisis ha hecho? ¿De qué análisis parte para plantear esta mediación entre el presidente Vázquez y Lacalle Pou?
VERÓNICA ALONSO (VA) —Que sin diálogo no podemos avanzar. Que tuvimos un año 2015 muy complejo, con un enfrentamiento interno muy importante para el propio presidente Vázquez, con la propia fuerza política, y en particular el sector radical del Frente Amplio (FA), liderado por el senador Mujica, jaqueando al presidente en el Parlamento. Ese es un escenario.
El otro escenario es entre el Gobierno y la oposición. El caso de Ancap nos deja un daño importante, da una señal muy lastimosa para el país, nos ha hecho un daño irreparable. Y todavía queda mucho camino por recorrer, no solamente por lo que dejó la investigadora, sino por lo que seguramente determinará la justicia penal, donde el tema seguirá su curso.
Frente a esa situación, especialmente cuando empezamos un 2016 que va a ser complejo desde el punto de vista económico, comercial, social, no podemos amputarnos la posibilidad de sentarnos a dialogar.
EC —Usted le teme al “tajo”, utiliza ese término que viene la política argentina, la grieta, el tajo. ¿Cómo es eso?
VA —Lo que ha ocurrido en la región es una señal muy importante, lo que ha ocurrido en Argentina, lo que ocurre en Venezuela. Estamos lejos, ojalá estemos muy lejos, pero no estamos ajenos a que se siga generando un enfrentamiento cada vez mayor. Uno de los peores legados que nos dejó el Gobierno de Mujica fue poner de moda algo que hemos instalado en nuestra sociedad, que tiene que ver con el descalificarnos, el hablarnos mal, el faltarnos el respeto por pensar distinto. Eso lo vivió la Argentina, donde se cortaron los puentes del diálogo, lo vive Venezuela, lo viví en Venezuela en varias instancias en que estuve allí.
Entonces creo que en un país como el nuestro, donde nos jactamos de que somos respetuosos, de que queremos fortalecer la democracia, el sistema democrático, tenemos que insistir cada vez con más fuerza en el diálogo. Como oposición a nosotros no nos eligieron para pelearnos –para mí esa es una premisa muy importante–, nos eligieron para hacer, para construir.
EC —Es discutible eso. Si lo pienso desde el punto de vista del votante del PN –en este caso–, tengo la impresión de que muchos lo que quieren es una oposición férrea.
VA —Definitivamente, pero oposición férrea no significa estar con el cuchillo todo el día, pelearnos todo el día. Para mí ser oposición es ser controlador, controlar al Gobierno frente a los abusos, levantar la voz todas las veces que sea necesario –como lo hemos hecho, como ocurrió con Pluna, como ocurre con Ancap y tantos otros casos–, pero no podemos dejar de tender la mano, de construir, de proponer. Y para mí ser oposición implica también intentar instalar agenda. El votante del PN, pero sobre todo el ciudadano, lo que ve del otro lado es la pelea constante, eso de ver quién pega el grito más fuerte, quién pega más. Y creo que llegó el momento de insistir, por más que en otras instancias se hayan buscado acuerdos multipartidarios. Siento que esa es mi obligación, hacer todos los esfuerzos que sean necesarios siempre para dialogar. Controlar, pero también proponer, y siempre dialogar.
EC —En titulares, ¿qué temas deberían formar parte de esa agenda en busca de políticas de Estado?
VA —Pensemos juntos: ¿no será tiempo ya de volver a poner sobre la mesa el tema de la educación?, ¿no se cae a pedazos el tema y la gente lo pide a gritos? Políticas sociales, ¿no será tiempo de sentarnos a analizar la aplicación de los programas sociales, de ver cómo hacemos para ir reduciendo la pobreza infantil, porque hoy tenemos un 4,5 % de niños que pasan hambre? El tema del narcotráfico, el tema de las drogas. En Argentina se pretende llevar adelante una política muy fuerte de manera restrictiva con respecto al narcotráfico y Uruguay es un país tránsito en este tema. Por tanto es necesario, además de coordinar con los países de la región, ponernos de acuerdo y sentarnos a analizar. No se trata de imponer temas, simplemente son temas tentativos que me parece que tienen que estar. La política internacional, que siempre ha sido una política de Estado y nosotros no tenemos diferencias ideológicas o que nos alejen tanto del canciller Nin Novoa.
EC —Ustedes no tienen diferencias ideológicas que los alejen tanto del canciller Nin Novoa. Pero el canciller Nin Novoa en varios de sus planteos no ha sido representativo de lo que piensa el FA, ha tenido sus dificultades hacia dentro del FA. Ahí nomás ya hay un problema.
VA —definitivamente. La búsqueda justamente es poner los temas arriba de la mesa, sentarnos a dialogar e intentar avanzar y generar consensos, de eso se trata.
EC —Entiendo lo que dice y tengo la impresión de que mucha gente comparte la inquietud de que haya acuerdos, que el país no quede bloqueado, que no se avance solo a partir de las mayorías del propio oficialismo, que pueda haber acuerdos más amplios. La pregunta es cómo se logra eso, teniendo en cuenta una serie de factores. Para empezar, uno que ya quedó mencionado: ¿es posible pensar en sentarse a discutir estas cuestiones cuando por otro lado la oposición lleva a la justicia penal la gestión de Ancap, que estuvo encabezada por quien hoy es el vicepresidente de la República, nada menos, Raúl Sendic? ¿Cómo se hace para congeniar una cosa con la otra?
VA —Siempre es posible. En la oposición tenemos que ser firmes controladores, pero eso no nos tiene que impedir intentar avanzar en otros temas. No podemos quedar bloqueados en la denuncia, vivir de denuncia en denuncia.
EC —Pero un gesto como ese genera del otro lado irritación, hipersensibilidad. Entonces, ¿por qué usted podría lograr este acercamiento?
VA —No sé si yo, no sé si es Verónica Alonso, puede ser otro interlocutor. Lo importante es buscar, cualquiera sea el interlocutor, alcanzar el objetivo, sentarnos a dialogar y a trabajar en políticas de Estado de mediano y largo plazo. En esto no hay mejor camino que intentarlo todas las veces que sea necesario.
EC —¿Usted entiende que tiene algunas ventajas?
VA —Yo tengo un buen diálogo con el presidente Vázquez. Estoy convencida de que nadie quiere el legado que nos dejó el Gobierno de Mujica. No lo quiere el presidente Vázquez y tampoco lo quiere Luis Lacalle Pou, conozco a ambos.
EC —Usted dice que tiene una buena relación con el presidente Vázquez. ¿Se refiere, por ejemplo, al trabajo en la comisión que el propio Vázquez convocó sobre políticas relacionadas con el alcoholismo, en la que hay representantes de distintos partidos?
VA —Sí.
EC —¿Hay algo más? ¿Ha tenido otro tipo de coincidencias o de intercambios con el presidente Vázquez?
VA —He tenido instancias de diálogo, eso ha generado la oportunidad de tener ese diálogo y eso ha permitido hablar también de otros temas. Creo que esa es ya una puerta importante, y si en mí está la posibilidad de generar el acercamiento que creo que es indispensable especialmente en este año, lo voy a generar.
EC —Un emprendimiento como este, un desafío como este, ¿no debería realizarse de manera discreta, tomando contacto de manera reservada con una parte y con la otra? ¿Por qué lo hace público, por qué da a conocer esta idea a través de los medios de comunicación?
VA —No, yo lo hablé con Luis Lacalle Pou y con el entorno cercano de Vázquez.
EC —Se puede pensar que es una jugada política suya para tener protagonismo en los medios.
VA —Cada uno puede pensar lo que quiera. Yo estoy convencida de que el camino es intentar todas las veces que sea necesario. Me molestan mucho los que están permanentemente con la calculadora electoral, me molesta profundamente porque estamos en el 2016 y las próximas elecciones son en el 2019. Tenemos muchos años por delante para hacer. Si nos quedamos con los que están con la calculadora les hacemos poco favor al país y a las cosas que necesitamos hacer. Muchos están pensando simplemente en la próxima elección, mientras que algunos estamos obsesionados pensando cómo hacemos con la próxima generación. Esa búsqueda es mi intención, ese va a ser mi esfuerzo, esa va a ser mi dedicación. Mientras que algunos van a seguir con la calculadora electoral, para mí la mejor estrategia es hacer, proponer.
Por supuesto que en algunas instancias hay que criticar, pero para intentar que se cambie, porque hinchada somos todos, es fácil criticar. Nos sentamos de un lado y cuando uno pega decimos “la próxima pegale más fuerte”. ¿Qué conseguimos?, ¿qué logramos? Lo viví en instancias en el Parlamento, entre otras herramientas que tenemos como oposición está la interpelación, pero las interpelaciones han sido sordas, no solamente como mecanismo, porque hoy lamentablemente [el Gobierno tiene] mayorías absolutas. Miremos el caso de la educación: la ministra María Julia Muñoz fue, dijo que estaba todo bien, que que no había crisis, y del otro lado [la oposición estaba] con el cuchillo diciendo que estaba todo mal. ¿Qué logramos? Unos preguntan en español, los otros responden en chino.