
EC —¿Han calculado qué impacto puede tener esta medida en el servicio a los usuarios, por ejempo qué puede pasar con los tiempos de espera?
PI —No solamente lo calculamos, sino que como reguladores vamos a exigir tres pilares que no se pueden modificar. Uno de ellos es el horario pico. En los horarios pico nuestro sistema requiere un incremento, estamos teniendo un problema de salón, de capacidad en el horario pico, por lo tanto esta medida no puede afectar ninguno de los horarios pico.
EC —¿Cuáles son los horarios pico?
PI —No son exactos, pero hay un primer horario pico es de 7 a 9-9.30, un segundo horario pico al mediodía, de 12.30 a 13.30, que es un horario muy especial, con otro tipo de viajes, y luego el pico de la tarde, tarde-noche, que es el último, que va de 16.30 a 19-19.30.
Los tres pilares que no se pueden afectar con la medida de racionalización de servicios en horario base son: los horarios pico, las líneas que no tienen capacidad de tener ninguna modificación, porque tienen ya una frecuencia demasiado abierta –generalmente las líneas locales no se pueden afectar–, y los horarios nocturnos. Estamos decididos a conservar y proteger esos tres pilares.
EC —Bien, pero ¿qué va a implicar para la gente el nuevo escenario, el nuevo esquema en estos horarios?
PI —Hay que verlo línea por línea, no hay una cuestión genérica.
EC —Salgado aseguró que la medida no implicaría una demora de más de un minuto para los usuarios.
PI —Esa es una pregunta para Salgado. Yo no me animo todavía a decir eso a nivel general.
EC —Pero Jorge Suárez, dirigente de Ascot, dijo a En Perspectiva que la gente va a tener que acostumbrarse a ver menos ómnibus después de las 20 horas, que ese es un caso claro en que va a haber menos ómnibus.
PI —Es lo que estábamos hablando, eso es lo que vamos a preservar. Donde hay pocos ómnibus hoy no se puede reducir, se puede reducir donde hay sobrante y donde todos sabemos, desde hace muchos años, que tenemos sobrante.
EC —¿Un ejemplo?
PI —En esos horarios valle, en la media mañana, en la media tarde, cuando sigue circulando la misma cantidad de ómnibus, haciendo la misma cantidad de kilómetros que en los picos, es donde nos queremos parar para hacer la racionalización.
EC —Según trascendió, también hubo algunas razones coyunturales que permitieron aplicar esta baja. Concretamente, desde febrero, cuando se dispuso la última suba de $ 3, la inflación continuó su tendencia a la baja y el tipo de cambio se debilitó. ¿Incidieron esos factores?
PI —Inciden bastante fuerte.
EC —Entonces la causa o la explicación no son solo estas medidas que se van a tomar en los horarios valle.
PI —No, no hay una sola explicación, hay un conjunto de números que convergieron en que pudiéramos hacer esta rebaja de los $ 2. Hay otro factor que no es solamente coyuntural ni de la macroeconomía, que es de la conducta de los usuarios, que afectó, en este caso positivamente, pero es un poco inexplicable su ocurrencia.
EC —¿Cuál?
PI —La cantidad de usuarios que siguen pagando con efectivo. Pensábamos que iba a ser mucho mayor la cantidad de gente que iba a empezar a pagar con dinero electrónico. Eso ocurrió en noviembre, hubo un escalón importante, se estancó allí y hoy sigue en 30 %, 32 % la gente que sigue optando por pagar el boleto $ 2 más caro a pesar de poder pagarlo $ 2 barato. Eso fue generando un bono, porque cuando hicimos las proyecciones en el mes de febrero para realizar el ajuste en marzo, proyectamos que ese pasaje al pago con dinero electrónico se iba a seguir dando. Ese pasaje no se dio más, se enlenteció y eso generó un bono que nos va a permitir este ahorro.
EC —¿Qué interpretación tienen? ¿Por qué a la gente le cuesta tanto pasarse al pago por la tarjeta?
PI —No tenemos ninguna evidencia, nos gustaría tener algún estudio de mercado, todavía no hemos podido realizarlo. Pero todo indica que esos $ 2 no se ven como una diferencia sustancial o sustantiva como para ir a sacar una tarjeta y empezar a usar el dinero. La idea y las expectativas son que a partir de ahora, que la diferencia es de $ 4, la gente comience a utilizar el dinero electrónico mucho más de lo que lo está usando.
EC —¿Y qué pasa con la posibilidad de acceder al pago por la vía de las tarjetas? ¿Cuántos locales hay ahora?, ¿cómo ha ido evolucionando esa infraestructura?
PI —Teníamos 40 locales, que creo que era una limitante para que la gente utilizara el dinero electrónico, creo que tenía razón, no tenía sentido pedirle al usuario que fuera a hacer cola a un local para cargar la tarjeta. Eso se cambió sustancialmente a partir de fines del año pasado y hoy tenemos 2.200 locales, aproximadamente, en Montevideo y el área metropolitana. Básicamente todos los locales de la red Abitab y todos los locales de Cafidur, en aquellos kiosquitos y almacenes que tienen quiniela electrónica en el barrio podemos cargar nuestra tarjeta. Un cambio sustancial.
EC —¿Eso ha impactado?
PI —No impactó como esperábamos.
EC —Por eso, no entiendo entonces.
PI —Nosotros tampoco. Estamos tratando de descifrarlo y de corregirlo con esta apertura mayor entre las tarifas.









