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Entrevista central, lunes 26 de setiembre: Fernando Amado

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RA —¿Cuál es el signo político de BO, y en qué se diferencia de los demás sectores colorados? ¿Qué implica esto de asumirse como un movimiento de centroizquierda?

FA —Es querer volver a representar y levantar banderas que en el PC siempre hubo sectores que levantaron, pero por distintas razones –procesos políticos mucho más complejos y profundos que se vienen generando desde hace varias décadas– no se ha generado una opción nítida que levante y defienda determinados intereses, que son los intereses de siempre del batllismo, el de la justicia social, el de la igualdad de oportunidades. Cuando decís izquierda-derecha, en términos clásicos es libertad-igualdad, la diferencia entre defender la libertad individual y la igualdad. Nosotros claramente tenemos una obsesión por generar igualdad. No la igualdad a tabla rasa, sino sobre todo la igualdad de oportunidades, el santo y seña de lo que debería ser el batllismo, tratar de generar las condiciones para que ciudadanos, ciudadanas que viven en distintas realidades, nacen en distintas realidades, no estén condenados por el lugar donde nacen, sino que tengan la posibilidad, a través de la herramienta Estado, que es la que amortigua esas diferencias, de estudiar, de formarte, después con lo que vos le pongas, con lo que pongas de actitud, de voluntad, de una cantidad de cosas, tengas la posibilidad de llegar adonde quieras, que tu techo sea el cielo. Muchas veces se pone el ejemplo de Tabaré Vázquez, y podría ser también el ejemplo de Hugo Batalla o de otros, ese Uruguay que no importaba dónde nacías…

NB —O de [Edgardo] Novick.

FA —Bueno, sí, o de Novick si querés. En el sentido de haber venido de abajo, de haber tenido las posibilidades de estudiar, de formarse –hay picardía acá en el cuadro–, y después, a partir de tus ganas, tus horizontes, tus objetivos, llegar a lo que sea. Y el permanente desafío al statu quo en el sentido de que somos conscientes de que estamos en un sistema que es el único viable, el capitalismo; eso no está en discusión, pero sí está en discusión permanente que es un sistema generador permanente de desigualdades. Eso es lo que una herramienta política batllista debería hacer, poner todo su esfuerzo, su energía, para tratar de amortiguar esas diferencias y que esas desigualdades, que a veces son atroces, se emparejen.

NB —¿Cómo se compatibiliza esa definición de centroizquierda, por ejemplo, con haber juntado firmas para la baja de la edad de imputabilidad? Ese es otro de los cuestionamientos que aparecen ahora: cómo Fernando Amado desanda ese camino que vino recorriendo con Pedro Bordaberry, porque en el último tiempo tuvo, sí, cierto enfrentamiento, pero claramente comenzó con él.

FA —Me parece que estribar en el tema de las firmas o en la recolección de firmas como paradigma de que si existe eso no podés ser de izquierda o de centroizquierda es falso.

RA —¿Te arrepentís hoy en día?

FA —Fue un proceso raro, porque en mi grupo había visiones distintas. Incluso al principio me pasó que como era una de las figuras “visibles” en el inicio del sector, cuando todavía VU no tenía un andamiaje político de visibilidad de muchas figuras, me tocaba que me llamaran para ir a los medios como vocero de VU a defender una idea.

RA —En su momento muchos dirigentes de VU hacían una especie de competencia, de puja interna, a ver quién juntaba más firmas para tener notoriedad con ese tema, que en su momento electoralmente venía teniendo una importancia destacada.

FA —La verdad fue así. La decisión de desembarcar en eso fue una decisión personal pero colectiva, en el sentido de que Pedro nos dijo que para él era importante esa decisión y que podía llegar a posicionarlo de manera importante, etcétera. Además de las razones políticas y de profundidad sobre la reforma, se puso sobre la mesa –no cometo ninguna infidencia al decirlo– que el proceso político de VU estaba integrado por una cantidad de agrupaciones, sobre todo en Montevideo, y también algunas pujas con algunos sectores fuertes del interior como el de Germán Coutinho. Y Pedro dijo muy claramente que el compromiso que demostraran las distintas agrupaciones en torno a causas en las que le iba la vida a él –y si le iba la vida a él le iba la vida al sector y al partido, porque el partido en ese momento era notoriamente Pedro Bordaberry-dependiente, era la esperanza que estaba en el escenario político-electoral del PC– iba a ser tenido en cuenta para el crecimiento político interno. Se llegó a decir “para la lista al Senado en el 2014 se va a tomar en cuenta, entre otras cosas, cuál fue el comportamiento en la recolección de firmas, en las elecciones juveniles –que hubo dos–, la lealtad al proyecto”, etcétera.

Se enmarca en reglas del juego que uno cuando está dentro de un sector tiene que acatar. Justamente, porque sabemos de lealtad, muchas veces tuvimos que hacer cosas con las que no estábamos de acuerdo, dimos nuestra batalla adentro, perdimos y acatamos. Justamente porque sabemos de lealtad, porque sabemos estar dentro de un esquema de equipo y de sector. Fue lo que pasó, por ejemplo, con la Concertación, con la despenalización del aborto, con la despenalización del cannabis, con una cantidad de situaciones políticas concretas en las que el sector dio la batalla adentro, perdimos y después acatamos. Eso es la lealtad dentro de un esquema de sector. Decir las cosas de frente, algo que mucho a Pedro no le gusta, pero bueno.

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