RA —Se ha mencionado mucho la cifra de 34 muertes violentas en la cárcel en lo que va del año y se hace la comparación con las 43 que se produjeron en todo el año pasado. De hecho, en un trabajo que está realizando el excomisionado para el Sistema Carcelario Álvaro Garcé, que fue publicado por Radio El Espectador, se señala que, considerando la cantidad de presos del sistema y la cantidad de muertes, la situación de las muertes violentas en las cárceles de nuestro país es siete veces mayor que en Argentina, cinco veces mayor que en Chile y cuatro veces mayor que en Colombia, que son los países de la región que tienen más muertes violentes en las cárceles. ¿Cómo se explica que estemos en ese nivel?
EB —Cuando se habla de 34 muertes violentas es porque la muerte en sí es violenta, pero la mayor parte de esas 34 son muertes por causas naturales y las están haciendo pasar por muertes violentas por homicidio o suicidio, que no es cierto.
NB —Son cifras que ha publicado o que ha comentado el comisionado parlamentario.
EB —Sí, pero las 34 muertes no son producto de homicidio o suicidio.
RA —Las cifras que nos acercaron de la Unidad de Comunicación del Ministerio del Interior son: homicidios 13, suicidios 8 y otras causas 14, totalizan 35.
EB —Eso se ajusta mucho más, pero cuando uno dice 34 cree que las 34 son homicidios o suicidios, y algunos suicidios son con cartas que explican por qué –ruptura de pareja, alguna situación–, no son lo mismo que las peleas. No creo que sean más que en Argentina, Colombia o Chile. Nosotros transparentamos mucho cómo son las situaciones de muerte en nuestro país y hay países que no transparentan tanto. Por ejemplo, en algunos países cuando hay un enfrentamiento y alguien muere es muerte en enfrentamiento, pero si va al hospital y luego muere en el hospital lo pasan por muerte hospitalaria. Nosotros no hacemos nunca eso, si alguien muere en el hospital como resultado de una agresión es muerte por agresión y no hospitalaria. Transparentamos mucho y vamos a seguir haciéndolo, porque es la única forma de que los ciudadanos sigan la evolución en las cárceles, no disfrazando ni disimulando. Así que no creo que tengamos más muertes que otros países.
Al revés, creo que en otros lados nos están poniendo como ejemplo. Uno de los países que mencionó fue, junto con Uruguay, elegido por las Naciones Unidas para hacer una experiencia en cárceles, en el sentido de apoyar un proceso de cambio y luego evaluarlo. Hoy las Naciones Unidas siguen evaluando como modelo positivo de cambio favorable que hay que poner como ejemplo el caso de Uruguay, el del otro país no. Eso fue dicho acá en Uruguay hace poco tiempo por autoridades de las Naciones Unidas. Está bien ser crítico, hay que serlo, porque si no uno no cambia… pero hay que serlo en el marco del proceso de cambio que se está haciendo y relacionar los números actuales con los que había antes.
NB —Más allá de la discusión de las cifras y de los avances que viene realizando el sistema, que en muchos aspectos son obvios y algunos de los cuales hemos comentado aquí En Perspectiva, es claro que en algunos aspectos –mencionábamos los módulos 8, 10 y 11– hay situaciones críticas que usted mismo reconocía. Al punto de que ahora, a partir de un episodio concreto, el fiscal Gustavo Zubía pidió investigar la situación de esos módulos. ¿Cómo vio el hecho de que la justicia se involucre a indagar qué es lo que está pasando en esas partes de la unidad 4?
EB —Por ahora no tengo elementos, son muy primarios y espero ver cómo evolucionan algunos de los comentarios que se han hecho. Creo que lo que hay que señalar es otra cosa: en Uruguay –al igual que cuando se discutió la seguridad afuera–, siempre que se discutió el tema cárceles se hizo en términos de mano dura sí, mano dura no. Pero con otra característica, se discutía respecto a los derechos humanos, entonces el objetivo era el respeto de los derechos. Y yo creo que eso es no enfocar bien el tema.
