
EC —Usted habla de las medidas que se están tomando; yo estoy tratando de ver por qué se llegó al 9 % de desempleo en el mes de marzo. Pero sobre las causas y a propósito de expectativas empresariales, a las que usted aludía también, teníamos hace poco la última encuesta realizada por Deloitte, que efectivamente trazaba visiones más optimistas con respecto a lo que vendrá, pero todavía un 25 % de las empresas grandes esperan una reducción de su plantilla laboral para el año próximo y menos de 10 % esperan aumentar su plantilla de trabajadores. Según decía el economista Rosselli, primero, probablemente eso tiene que ver, por un lado, con que todavía hay elementos de riesgo que pueden afectar el ritmo de recuperación de la actividad económica; por ejemplo, la región está difícil. Segundo, y mucho más importante, los costos laborales han seguido aumentando en los últimos años. Pese a que la actividad económica estuvo prácticamente estancada desde la segunda parte de 2014 hasta mediados de 2016, los salarios continuaron subiendo en términos reales. Y si los salarios suben y la producción no sube, las empresas no tienen otro camino para contener los costos salariales que recortar empleo.
¿Qué dice sobre ese análisis?
EM —Nosotros no somos partidarios de ese determinismo, de esa cuestión de que si se hace esto, causa esto otro automáticamente. Creo que la historia ha demostrado que no es así, que no hay ese determinismo de que si se aumentan los salarios cae el empleo. No ha sido así, Uruguay lleva 12 años de crecimiento del salario real y de las pasividades, estamos bajando la inflación, me parece que es un dato positivo y que hay que tener en cuenta. La exportación del país está en niveles importantes y crecientes. Decimos que nos preocupa, nos duele, nos pega, tenemos que seguir trabajando para mejorar esto, me parece que ese es el camino, no el del tremendismo de algunos que porque ahora pasó esto en marzo ya quieren rebajar los salarios. No vamos a ir por ese camino, vamos a ver las cosas, vamos a estudiarlas, vamos a dialogar, como lo estamos haciendo. Por ejemplo, estamos convocando para este viernes al Consejo Superior Tripartito de Salarios para instalar el Consejo del Trabajo, una comisión especial del Consejo Superior Tripartito en la que están los empresarios, los trabajadores y el gobierno, para ver allí distintas temáticas que tienen que ver con el trabajo. Esto lo hemos acordado en las conversaciones que hemos tenido con las cámaras empresariales y con el PIT-CNT, y este viernes instalamos ese consejo.
EC —¿Cómo se relaciona esto con lo que veníamos hablando?
EM —Esto es en parte en respuesta a esta situación, pero es algo que se venía conversando desde hace un año, que había sido parte de las discusiones que mantenemos permanentemente con empresarios y trabajadores. Allí vamos a hablar de las cadenas de valor de suministros, de producción, esa nueva forma de producir en la que ya no se hace, por ejemplo, un auto en una sola fábrica, sino que se hace en diferentes fábricas, en diferentes países. Hay que ver cómo Uruguay se inserta cada vez mejor en eso. Ya está participando, tenemos fábricas que hacen solo el cablerío del tablero del auto, tenemos fábricas que hacen solo la bolsa del airbag del auto. Tenemos que ver cómo insertarnos mejor en esos procesos, cómo mejoramos la productividad, cómo atendemos formas de flexibilización horaria como ha planteado la Cámara de Industrias del Uruguay, cómo seguimos generando empleo de calidad. En ese camino.
Pero a veces cuesta escuchar autocríticas de quienes decían que con los consejos de salarios el país se iba al bombo, y eso no sucedió. Somos un gobierno que quiere más y mejor negociación colectiva, en ese camino tenemos que seguir. Hay sectores que ante situaciones problemáticas han respondido muy bien, por ejemplo el sector de la industria química. Hubo sectores en los que se bajó el salario por acuerdo entre las partes. El sector de la pesca prácticamente ha mantenido estable su salario, no lo ha aumentado, y ha negociado otras cosas. Eso es parte también de la negociación colectiva, a veces poco conocida.
Cuando se planteó hace pocos días la problemática de los tamberos, de la producción lechera del país, inmediatamente el propio presidente de la República –tuvimos el honor de acompañarlo en plena movilización en Cardal– conversó con los productores lecheros y la semana pasada se les dio la respuesta, que fue bien recibida. Respuesta que implica no solamente postergar el pago de deudas que tenían que pagar dentro de dos meses, en agosto, sino además US$ 20 millones que pone a disposición el Banco República a través de Conaprole, US$ 2 millones que pone a disposición el Instituto de Formación Profesional (Inefop), US$ 1 millón para capacitación de productores, de trabajadores y de sus familias, de los hijos, para seguir promoviendo la familia tambera en el campo, y capacitación para tecnologías, para gestión de la empresa. Y otro lado otro millón de dólares para insumos, maquinaria, tecnología. Porque en estos diálogos que mantenemos permanentemente con las organizaciones de la sociedad hemos aprendido que hay productores que en una hectárea producen cuatro veces más leche que otros. Allí no es un problema del gobierno, de qué es lo que hace o no hace o cobra, sino que hay que ayudar a esos productores a que mejoren la calidad de su producción, su productividad, su tecnología.









