
EC —Con números como estos que venimos comentando y con esta heterogeneidad además, porque el panorama no es parejo, ¿qué impresión tiene con respecto a la promesa electoral que se había hecho de una reducción de 30 % en la cantidad de rapiñas en este período de gobierno?
EB —Soy optimista. Ante esto que estamos hablando, que son números porcentualmente altos, pero relativos, que ha habido en el año, porque la baja anda en las 1.300 rapiñas y desde el 2015 ha habido una baja de unas 2.000 rapiñas, creo que vamos en el camino. La perspectiva para este año es bajar 15 %.
EC —Bajar 15 % en comparación… ¿con qué año?
EB —Con 2015. Eso significa una baja con respecto a 2016 superior al 10,5, por lo menos de 12 %. Eso produciría una baja con respecto al 2015 de 15 %. La estamos planteando entre diciembre de este año y marzo del año que viene. Si llegamos a eso, una nueva baja como la de este año nos ubica en 22, 23 %, lo que nos pone a la vuelta de la esquina. Y soy optimista.
EC —Pasemos a hurtos, que es el robo sin violencia. En hurtos también se dio una baja primer semestre contra primer semestre de 3,6 %, una baja menor. De todos modos también tenemos panoramas desparejos por departamento.
EB —Sí, y no solo eso, sino que en las rapiñas es el segundo año de baja, y en hurtos es el primer año de baja, el año pasado no bajaron.
EC —¿Qué análisis hace de los números y sobre todo del comportamiento diferenciado?
EB —El análisis ahí es diferente, porque en hurto entra todo, si le roban a uno, no sé, una medalla, entra dentro de hurto. Y ha bajado la calidad del hurto.
EC —¿Qué es eso de la “calidad” del hurto?
EB —Antes –que no quiere decir que no lo sigan haciendo, sino que lo hacen pero en menor cantidad– el hurto era mucho más calificado, se metían en una casa o en algún comercio haciendo un boquete y sin violencia sobre las personas, aunque con violencia sobre las cosas, se llevaban valores importantes. En este momento, sin que se haya perdido del todo eso, se da esa situación, lo que ha aumentado es el hurto que los jueces llaman “bagatela”. Ha aumentado –aumentó relativamente, este año empezó a bajar– a partir de la compulsión que produce el consumo de pasta base. Una señora jueza me decía “en Artigas después de las 12 de la noche todo vale $ 100: una garrafa vale $ 100, un celular vale $ 100”. Es el robo que se hace para consumir, encuentran compradores que por $ 100 compran robado, pero está clarísimo que el motivo en ese caso es el consumo.
La forma de combatirlo es doble: combatir el consumo y mantener la presión. Hay un elemento contradictorio, porque la baja de los homicidios que se está produciendo junto con la baja de las rapiñas tiene mucho que ver con que el territorio donde se producen más rapiñas es el mismo donde se producen más homicidios. En los hurtos en algunos casos es así y en otros no, la zona de los hurtos cambia, entonces la presión del PADO no necesariamente se ejerce sobre los hurtos. Por eso lo que estamos haciendo es aumentar con otras características la presencia policial en los barrios donde no hay PADO. Por ejemplo, en la educación policial ha habido un cambio y para todo el que entra a estudiar para la escala básica o como cadete para oficial ya hace un tiempo que el 50 % del estudio es praxis.
EC —Praxis quiere decir estar en la calle trabajando.
EB —Sí, es la combinación de la teoría con la práctica, aplicando en la práctica lo que se enseña como teoría. Entonces tiene que estar en la calle. Y el patrullaje que se está haciendo en los barrios, fundamentalmente de 8 de Octubre al sur y de avenida Italia al sur. Esto está aumentando porque cuando entran en la escala básica son seis meses, pero cuando entran en la Escuela de Policía son tres años, y esos tres años están divididos en cinco módulos de cinco meses y la mitad del tiempo tienen que estar patrullando y ya lo están haciendo. En poco tiempo va a haber 400 policías patrullando. Hay que tener en cuenta que en la escala básica en cinco meses lo transforman en policía, el que está en la calle, y en el estudio para oficial en los primeros cinco meses lo transforman en un policía para la calle –los otros cuatro módulos son los que hacen la diferencia entre el policía que está en la calle y el oficial–, ya está en condiciones de patrullar. Lo hacen desde la Escuela pero en combinación con la Jefatura de Policía de Montevideo. Pensamos que eso va a producir un efecto importante.









