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Entrevista central, lunes 8 de mayo: Diego Labat

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EC —Vamos a ubicar a los oyentes con algunas características del negocio que vamos a examinar, el negocio de cemento pórtland de Ancap.

ROMINA ANDRIOLI (RA) —Cuenta con dos plantas de producción y expedición de cemento, una en las afueras de la ciudad de Minas y otra en las afueras de Paysandú, y tiene además una planta de almacenaje y expedición en Montevideo, en Manga, que opera también como polo logístico para insumos del negocio. Esta división (Pórtland) perdió el año pasado alrededor de US$ 27 millones y en los últimos 15 acumula un rojo de US$ 207 millones. Según lo que han dicho las autoridades, Ancap pretende bajar los costos de esta división para, por lo menos, equilibrar sus cuentas.

EC —¿Cuáles son los principales motivos por los cuales la unidad Cemento Pórtland ha dado pérdidas en los últimos años?

DL —La historia es muy larga. Corrijo, no son 15, ya son 17 años de pérdidas, que tienen un montón de explicaciones, pero que por sobre todas las cosas, si uno mira los números acumulados de pérdida, han ido creciendo en los últimos cinco años. De esos más de US$ 200, US$ 150 se perdieron en los últimos cinco años, o sea que el proceso se ha ido agravando notoriamente.

Ha habido varias razones. Lo que notoriamente hay desde hace 10 o 12 años es un muy claro aumento de costos. En el año 2004 Ancap tenía US$ 24 millones de costos en cemento pórtland, en el 2013 llegó al pico de más de US$ 100 millones, cuadriplicó los costos. Y eso, que uno podría decir que el país se encareció, es cierto, se hizo con menor producción. No tengo las cifras del 2016, pero de acuerdo a las de 2015, que están cerradas, Ancap produjo 20.000 toneladas menos de cemento pórtland de lo que se producía en el año 2004. O sea, cayó la producción, pero a pesar de eso los costos de triplicaron o cuadriplicaron. Durante varios años –desde 2004, 2005 hasta 2011–, lo que sucedió fue que los costos subían mucho, pero a la vez se subía el precio. Por eso pasamos de una tonelada que costaba US$ 80 en ese momento a una tonelada a US$ 170. A partir de 2011 el precio de la tonelada baja un poquito, bajan algo los costos, pero no tanto. Entonces las pérdidas, que hasta ese momento eran de US$ 4, 5, 6 millones, pasan a dos dígitos, después a más de US$ 20 y llegaron a pasar los US$ 30.

EC —Hablando del precio, en una entrevista que hicimos en el mes de diciembre usted destacaba que ese precio que hay que pagar dentro del mercado uruguayo por el pórtland es bastante más alto que el de la región.

DL —Es bastante más alto, estimo que entre US$ 40, US$ 50 la tonelada más caro. Es decir que a esos US$ 27 millones que perdimos hay que agregar que los uruguayos que compraron pórtland el año pasado lo pagaron en promedio US$ 40 más caro. Si uno hace la cuenta por las toneladas vendidas, da unos US$ 14 millones más.

EC —Para la sociedad uruguaya hay una pérdida extra, que es eso que hubo que pagar de más a la hora de hacer un edificio, una casa, etcétera.

DL —Y que después se refleja en el precio de la vivienda social, en una carretera o en lo que fuera.

EC —En diciembre, en aquella entrevista, usted explicó que en el directorio estaban analizando los pasos a dar y que había como tres alternativas. Una era proceder a la venta de esta unidad de negocio (como se hizo con CABA, la unidad de producción de alcoholes), otro camino era la asociación y el tercero era cerrar una de las plantas. Finalmente, terminaron anunciando que se mantenían las dos plantas industriales operativas y se encaraban algunos recortes de gastos. Se terminó optando por una medida modesta para los números que hay que revertir, ¿no?

DL —Sí. Enseguida me detengo en algunos detalles de la reestructura, pero hay dos preguntas que obligatoriamente o para ser intelectualmente honesto uno se tiene que hacer. La primera es cuán estratégico es que el Estado uruguayo produzca pórtland. Porque uno podría decir: si tiene que producir pórtland, ¿por qué no ladrillos, arena, bloques o cualquier otra cosa? Es bastante difícil encontrar argumentos. Quizás el directorio no tiene las competencias o las potestades para responder esa pregunta, hay una ley que nos mandata, de todos modos creo que los uruguayos nos tenemos que cuestionar si de verdad eso tiene sentido. De vuelta, nos mandan, tenemos un mandato y sobre eso hay que trabajar. Pero creo que no se puede soslayar esa primera pregunta.

E incluso la segunda pregunta es: aun suponiendo que el Estado uruguayo tiene razones para fabricar pórtland y decidiendo hacerlo, uno se podría preguntar: ¿aun a pérdida tengo que fabricarlo? También eso parece difícil. Creo que durante muchos años hemos aguantado la situación, que ahora sí el tiempo se acabó, no podemos seguir perdiendo, este nuevo directorio ya hace más de un año que viene trabajando en esta reestructura, que creo que es el último camino que queda antes de tomar medidas más graves. Es intentar bajar los costos para que por lo menos no pierda.

EC —¿Usted estuvo de acuerdo en esta resolución, en ese ajuste “a mitad de camino” que se adoptó?

DL —El negocio del pórtland está –y ahora sí pongo mi posición sobre la reestructura–, creo que lo que el pórtland no resiste es un nuevo plan de reestructura. Porque si uno hace un plan corre el riesgo de que pase lo que ha pasado sistemáticamente en los últimos años: se hacía un diagnóstico, ese diagnóstico decía “perdemos dinero porque falta la obra tal, la obra cual, el tornillo no sé dónde”. Entonces poníamos plata, gastábamos y después cuando mirábamos el resultado, era peor. Eso se dio sistemáticamente. Uno puede agarrar el plan estratégico de Ancap en el 2007 y va a ver que ese era el diagnóstico y eso fue lo que hizo, después se renovó el plan estratégico, y en cada paso la situación era peor. En el primer plan estratégico Ancap tenía 570 empleados, hoy tiene –presentado ante el Parlamento hace unos días– 724. Eso ha sido lo que sistemáticamente se tomó como diagnóstico. Entonces si ahora hacemos un plan de reestructura con inversiones que se han estimado en unos US$ 40 millones, muy seguramente vamos a ir por el mismo camino.

EC —Entiendo el razonamiento. Lo cierto entonces es que se resolvió que no habrá recursos para nuevas inversiones. Por ejemplo, se descartó instalar el horno que se compró hace años y que en teoría permitiría un incremento en la producción. Se resolvió que eso no se hace, no hay inversión. ¿Entonces cómo se sale del brete en el que está el sector cementos de Ancap?

DL —Las medidas que se plantean son de muchos tipos, yo las clasificaría en cuatro tipos. Hay algunas medidas de rebajas de costos que son puras rebajas de costos. Después hay algunas otras medidas que requieren gastar para teóricamente en el futuro bajar costos; por ejemplo, la disponibilidad de las plantas de pórtland, tanto Paysandú como Minas, funcionan correctamente el 35 %-40 % de los días del año, y para que eso mejore hay que gastar plata, porque se supone que eso después va a ahorrar costos. Y después hay algunas inversiones que necesariamente hay que hacer por cuestiones de medioambiente. Y yo dejaría la cuarta categoría, que es el desarrollo comercial, porque hay que tomar alguna medida para vender más. Ese es el resumen de las cosas que hay arriba de la mesa. Creo que hoy lo único que corresponde hacer es tomar las medidas de rebaja de costos, sin gastar un peso más.

Para poner un ejemplo, uno puede reducir la cantidad de vigilantes si pone más cámaras, o sea que hay que gastar en las cámaras. Pero si gastamos en las cámaras y después los vigilantes van a quedar, la solución no sirve. Yo siento que Ancap perdió el crédito ante el país de decir “vamos a gastar esto para después recuperar”, porque ya se perdió, porque ya hubo cuatro, cinco, seis promesas incumplidas. Entonces hoy lo único que puede revertir es empezar a bajar cosas.

EC —Pero empezar de a poco, por lo visto los números que están en juego son escasos, son chicos.

***

RA —En materia de recorte de gastos, los anuncios que se han conocido tienen que ver con empresas que se contrataban para prestar servicios en las plantas de Minas y de Paysandú, que obviamente tendrán un impacto a nivel de empleo. Primera puntualización, ¿de qué servicios estamos hablando concretamente?

DL —Está el de jardinería, pero hay algunos servicios de vigilancia, algunos servicios con la explotación de la piedra, telefonía, se estarían recortando varios servicios.

RA —¿Cuántos puestos de trabajo se eliminarían?

DL —No hay un número exacto, pero se ha manejado en el entorno de los 200 puestos de trabajo.

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