
NB —Usted hacía mención a los encuentros multipartidarios por el tema de la seguridad. La sensación que quedó después de esos encuentros fue que no había mucho margen para llegar a acuerdos. De hecho, los consensos que se lograron fueron bastante limitados, algunos de los cuales incluso todavía no se han empezado a implementar. Y también se discutía la efectividad que podían llegar a tener esas medidas que se adoptaron. ¿Usted señala que no es que falte espacio para el acuerdo, sino que faltó simplemente que los líderes políticos se sentaran en la misma mesa?
VA —Creo que es parte. A veces uno es absolutista y dice “fue porque”, pero no creo que haya sido solamente por eso. También falta, entre otras cosas, voluntad política para resolver de verdad. En muchos casos parece que decimos “vamos a esperar a 2020, para que cambien las cosas en el país tenemos que esperar al 2020”. ¿Por qué tenemos que esperar al 2020? Tres años es muchísimo tiempo. Pensemos cada uno de nosotros en tres años de nuestra vida, eso es lo que falta para que cambie el gobierno. Yo he recibido críticas de propios y de ajenos por estas actitudes, de las cuales estoy completamente convencida. Siento la tranquilidad espiritual de saber que este es el camino que yo elegí en la actividad política, en la cual puedo ponerme de acuerdo y no está mal ponerse de acuerdo. Eso no me saca identidad, aun cediendo determinadas cosas que quizás me encantaría poner en un proyecto, en una propuesta. De eso se trata el diálogo en una democracia.
Pero quiero ir a algo que me parece que está detrás de esto y sobre lo que estaría bueno reflexionar, que tiene que ver con algunos cambios que tenemos que hacer en este tema de elegir tanto ministros como directores de empresas públicas, los cargos. Tiene que ver con lo que pasa con Bonomi y con tantos otros, que le hace mucho daño al país: las malas prácticas políticas. Los cargos se reparten, son parte de una gran torta que se reparte por amiguismo, por cercanía política o, como en el caso del ministro del Interior, por cuota política, y no por idoneidad, por capacidad, por profesionalismo, por currículo.
Parece muy lejano, muy distante, quizás muy utópico, pero eso se puede hacer. Tenemos que empezar a cambiar esas malas prácticas políticas. Esto nos involucra a todos los políticos, por eso decía que si empezamos a cambiar estas prácticas seguramente empezaremos a recibir otra confianza de la ciudadanía. Por eso hoy la gente no cree en los políticos. Esto también está detrás de lo que pasa hoy puntualmente con Bonomi, ayer seguramente con directores de empresas públicas. Como no salió diputado o senador, le damos el premio consuelo y lo ponemos a dirigir la principal empresa pública del país, que factura millones de dólares, pero que después cuando pasamos raya vemos que no supo gestionarla ni administrarla bien.
RA —Una de las críticas que se le han hecho en estos días es que la propuesta que ha planteado es una propuesta marketinera, para tener cierta notoriedad pública en estos momentos. Uno diría, si era esa la idea, que el espacio multipartidario era el espacio adecuado para encontrar un ministro de consenso. Y si allí no se dio, ¿por qué el planteo ahora, por qué debería intentarse ahora, y por qué tiró la idea en este momento?
VA —Porque el planteo original vino de la propia senadora Topolansky. Cuando la senadora Topolansky hace la propuesta de que el ministro del Interior pase a ocupar un lugar en el Senado, yo digo: ¿por qué no aprovechamos la oportunidad ahora que iniciamos un nuevo año, en el que este tema va a estar arriba de la mesa, en el que seguramente la oposición va a volver a pedir la renuncia del ministro Bonomi, va a volver a ser muy crítica y a aprovechar políticamente este tema? Aprovecharlo en el buen sentido.
RA —¿Qué responde a esas críticas que se le hacen? Por ejemplo, la que hizo la senadora Daniela Payssé, de Asamblea Uruguay, que consideró que la suya es una iniciativa marketinera.
VA —Prefiero no contestar cuestiones que me parece que se caen y que no tienen mucho sustento. Como digo, he escuchado críticas de propios y ajenos, pero tengo tranquilidad espiritual porque me parece que este es el camino que deberíamos recorrer todos, desde la senadora que hizo la crítica. Porque la gente no está esperando que nosotros nos sigamos peleando. Desde la oposición ser hinchada es facilísimo, ¿qué mejor para mí que simplemente ser crítica desde la hinchada, desde la oposición? Mi búsqueda es ir un poco más allá, tender la mano, buscar el diálogo. Yo sé cuál es el rol que la gente eligió que yo ocupe. Yo estoy en la oposición, tengo que ser firme controladora, por ejemplo, frente a los abusos de poder, que lamentablemente ha habido y muchos. Pero también tengo que sacarme el chip de que como soy oposición simplemente me toca criticar. Puedo proponer, ¿y qué mejor que tener, en el tema más importante, un ministro que además de la idoneidad tuviera el mayor consenso, que no estuviera pensando todo el tiempo en con qué le van a venir a pegar del otro lado de la vereda? Es simplemente eso.
NB —Quizás la crítica de Payssé venga por el lado de esa máxima que dice que la política es el arte de lo posible. Usted ya en alguna otra oportunidad ha lanzado ideas que generan un impacto, que resultan novedosas –pienso en la de servir de puente entre Lacalle Pou y Tabaré Vázquez; de hecho el diálogo sigue interrumpido hasta ahora–, pero que luego se revelan impracticables. En esta idea concreta usted ni siquiera recogió el apoyo de su sector. Jorge Larrañaga mismo, el líder de AN, sector al que usted pertenece, se desmarcó de la idea y dijo que le parecía que no era posible.
VA —Está bien, pensamos en muchos temas diferente o tenemos matices incluso dentro del partido. Y eso no está mal, no tenemos por qué pensar exactamente igual en todos los temas; manteniendo la unidad del partido, que es importante, no tenemos por qué pensar exactamente igual. Unidad no significa unanimidad de pensamiento. Me parece que eso es positivo.
Pero de vuelta pregunto y me pregunto, y he preguntado también en el partido: ¿por qué no podemos animarnos a hacer algo diferente cuando sentimos que lo que venimos haciendo en muchos temas no ha dado resultado? Estoy convencida de que se puede. Porque a veces uno lo plantea, como decía Nicolás, como algo impracticable. Impracticable porque cada uno tiene un traje puesto ya predeterminado y un chip que condiciona el papel que tiene que jugar. Y ninguno –por eso la columna que escribí en Búsqueda– sale de su zona de confort. Es más fácil quedarse en la zona de confort. Vázquez no sale de su zona de confort, para no enfrentarse con su interna partidaria. Pero tampoco los demás salimos de nuestra zona de confort.
¿No será hora de salir de nuestra zona de confort, de pensar solamente en la chacrita mirándonos el ombligo, pensando en cómo hacer para asegurarnos el carguito en el próximo gobierno? Porque muchos están pensando en cómo asegurarse su lugarcito, por lo tanto no molesten, no hagan mucho ruido y mucha agua porque lo único que me quiero asegurar es mi lugar. Me parece que ahí es donde estamos errándole. Por eso la gente está harta de los políticos. Y de eso se trata también, de hacer las cosas diferente; por lo menos desde mi lugar esa es mi tarea, mi compromiso y mi dedicación todos los días, que esto valga la pena, que lo que hacemos valga la pena. Haciendo las cosas que tenemos que hacer no por el beneficio personal, por el ego individual. Ojalá muchos entendieran esto en la actividad política.
RA —En tren de bajar a tierra esa propuesta, hay quienes preguntan de la audiencia si usted está pensando en algún nombre en concreto. ¿Quién podría ser ministro de consenso, quién tendría esas cualidades que requeriría ese acuerdo político?
VA —Por supuesto que no me corresponde, le correspondería al presidente de la República, que ya volvió a ratificar a Bonomi. Pero nombres hay, más allá de los nombres, hay personas con experiencia en el tema, desde policías con alto cargo que hayan ocupado un lugar y hayan estado en el terreno de trabajo, fiscales. Hay gente que ha trabajado, ha estado, ha atravesado este tema y lo conoce por la experiencia. No pongo un nombre, sino la expertisse que me parece que tiene que tener.
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