Entrevista con el diputado Darío Pérez (LFF, FA).
EN PERSPECTIVA
Martes 01.12.2015, hora 8.31
EMILIANO COTELO (EC) —En los últimos meses la Liga Federal Frenteamplista (LFF), que encabeza el diputado Darío Pérez, ha marcado distancia de varias posiciones mayoritarias del oficialismo.
En octubre este grupo se negó a votar tres artículos del proyecto de presupuesto quinquenal, con lo que obligó a la bancada frenteamplista a contemplar estos reclamos en la segunda cámara, la de Senadores.
Luego, el sector se distanció de una resolución del Secretariado Ejecutivo del Frente Amplio que defendía la gestión de los últimos años en Ancap. El diputado Pérez incluso comparó ese caso con el escándalo Pluna.
¿Cómo se explican estas discrepancias? ¿Qué aspiraciones políticas tiene este movimiento?
Vamos a hablar de estos y otros temas con el diputado Darío Pérez.
¿Dónde lo encontramos?
DARÍO PÉREZ (DP) —En San Carlos.
EC —¿Trabajando?
DP —No.
EC —Porque usted tiene dos sombreros, uno es el de dirigente político y el otro es el de médico, y justamente su actividad como médico la desarrolla allí en su ciudad.
DP —Sí, pero con los años… por ejemplo dejé las guardias nocturnas. Estoy haciendo policlínica nada más. Tengo dos niños chiquitos, porque apreté el botón de reiniciar, y la vida me ha hecho entender que es muy importante estar con ellos.
EC —¿Cuántas horas por semana le dedica a la medicina?
DP —En total unas 24 horas, voy a un cuarto de máquina, pero para mí es muy importante porque es mi vocación.
EC —Allí en Maldonado es uno de los referentes políticos del Frente Amplio (FA), ha sido candidato a la Intendencia en cuatro oportunidades: 2000, 2005, 2010 y 2015.
DP —Sí, de candidato ya estoy recibido, de intendente no.
EC —¿Tiró la toalla definitivamente?
DP —No, pensamos que no, porque en la vida política uno va adquiriendo compromisos con la gente. Hay gente que te acompaña durante tanto tiempo y representas cosas, eso te compromete a seguir, aunque a veces te dan ganas de tirar la toalla.
EC —Usted tiene orígenes políticos en el Partido Nacional (PN). Se incorporó al FA en 1985, dentro de Asamblea Uruguay, es elegido diputado en 1994 y desde entonces ha ocupado una banca en la Cámara de Representantes. En 1996 se aparta del sector liderado por Astori y funda un grupo nuevo, Cabildo 1813. En 2000 da un paso más y funda la Liga Federal Frenteamplista 1813. ¿Cómo define a ese movimiento?
DP —Es una federación de grupos departamentales, con profunda raíz artiguista, con la intención de luchar contra el centralismo montevideano, que tiene ya 200 años de historia y que nos complica tanto a la gente del interior, sobre todo cuando se toman decisiones desde algún escritorio por ahí. E indudablemente somos de izquierda, que nadie tenga la menor duda con respecto a eso, y pretendemos tener una profunda raíz en lo que fue el nacimiento del FA, en cuanto al deseo de acercamiento a la igualdad.
EC —En las últimas elecciones, las del 2014, la LFF obtuvo dos bancas en la Cámara de Representantes, una para usted y otra para Sergio Mier, del departamento de Treinta y Tres, y estuvieron muy cerca de llegar al Senado. ¿Ese era el principal objetivo?
DP —Ese era el principal objetivo, porque en este país es difícil que te den bolilla si no tienes un senador. Era un objetivo que nos habíamos trazado, estuvimos muy cerquita, pero lamentablemente no pudimos coronar ese esfuerzo que hicimos. Es bueno que la gente sepa que hace 15 años que existimos como Liga Federal, que nuestras campañas son franciscanamente pobres, porque tenemos muy escasos recursos, que al contrario de otras organizaciones de izquierda no hemos participado en el Ejecutivo, por lo tanto no hemos tenido de dónde sacar recursos, excepto los cargos electivos que hemos ido obteniendo en algún momento. Eso hace muy difícil el trabajo. La gente tiene que saber que para ir a una elección solamente en listas y donde tengas una distribución geográfica amplia, ya es difícil. Y no hablemos de publicidad en los medios de comunicación o lo que fuere. Entonces el trabajo nuestro es sumamente artesanal, muy de a pie, y con un esfuerzo enorme de todos los compañeros.
EC —Ustedes dos, usted y Mier, dieron mucho que hablar en octubre cuando se opusieron a tres artículos del presupuesto: el que suprimía vacantes en las Fuerzas Armadas para obtener recursos para aumentar sueldos del personal subalterno, el que determinaba el pasaje de la Policía Caminera a la Guardia Republicana y el que introducía cambios en el destino del IVA generado por los juegos de pronósticos deportivos y juegos de azar por internet que organiza o controla la Dirección Nacional de Loterías y Quinielas (DNLQ). Se plantaron en esos puntos rechazando los textos tal cual venían del Poder Ejecutivo y se mantuvieron en esa posición pese a que el FA resolvió “unidad de acción”. Fue todo un problema para el FA, que tiene mayoría propia pero muy ajustada, son solo 50 diputados. Así que dos votos menos le generan un inconveniente al oficialismo. ¿Por qué decidieron hacer esa ostentación de fuerza?
DP —No fue una ostentación de fuerza, fue un momento que elegimos para una situación que consideramos extraordinaria, porque indudablemente las cosas no están bien para el gobierno ni para el FA. Hay cosas que son la gota que rebasa el vaso. Porque como dije, hemos sido juntavotos durante mucho tiempo, y si no te dan bolilla ni para cambiar cuatro palabras de un artículo, entonces estás pintado. Y porque en situaciones extraordinarias hay que generar hechos extraordinarios.
Entonces decidimos, a través de tres artículos –podían haber sido más, fuimos austeros–, hablando muy crudo y en criollo, dar un cadenazo en los dientes, porque hay cosas en las que hay que tener determinada sensibilidad. Por ejemplo, en el caso de la absorción de la [Policía] Caminera por la [Guardia] Republicana casi la mitad del FA no estaba de acuerdo ni tampoco la oposición. Eso son tres cuartos de la opinión pública que está presente en el Parlamento. Un cuarto no puede atropellar a los tres cuartos.
En el caso del artículo que tenía que ver con las Fuerzas Armadas, se corta el piolín por el lugar más delgadito, y si hay que hablar de las Fuerzas Armadas, en primer lugar debe ser una política de Estado y en segundo lugar no se debe cortar por el lugar más finito, hay muchas cosas para hacer. No es que queramos unas Fuerzas Armadas más grandes, sí queremos algo más racional y acorde al país que tenemos y a los recursos que tenemos, pero el recorte no puede ser por el lugar más finito. De todas maneras eso ha tenido alguna solución en la Cámara de Senadores. En definitiva se hizo lo que habíamos presentado en la Cámara de Diputados y no habíamos tenido éxito. No es nada extraordinario, sino permitir a la Oficina Nacional de Servicio Civil, al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) –esto fue un agregado de los senadores, no nuestro– una mejor racionalización para encontrar un aumento para los soldados de más bajo escalafón.
EC —El artículo que había venido del Ejecutivo proponía financiar un aumento salarial para el personal subalterno con la supresión de 50 % de las vacantes de soldado de primera. Después de que se trancó en la Cámara de Representantes, en el pasaje por el Senado se le introdujo un cambio, se propone financiar el aumento con una supresión de vacantes que va a ser determinada por una comisión conformada por el Ministerio de Defensa Nacional (MDN), el MEF y la Oficina Nacional de Servicio Civil. No se obliga a reducir puestos en “el lado más bajo” del escalafón, como venía en la iniciativa original.
DP —Exactamente, por ahí pasa.
EC —¿Cuáles serían otras alternativas? ¿De dónde vendrían esos recursos?
DP —Yo solo digo que en el MDN, hasta donde nosotros sabemos, existen 190 abogados. Uno se pregunta si eso es necesario. La cuestión es desatarle las manos al MDN para que estudie otra manera. Además tenemos que pensar que próximamente vamos a tener una enorme estancia marina que tendremos que cuidar porque son recursos. Siempre hemos vivido de espaldas al mar.
EC —Se refiere a la ampliación de la plataforma continental, a lo que va a crecer ahora el mar territorial uruguayo.
DP —Exactamente. Se precisan más recursos humanos y técnicos y nuevas plataformas. Por eso decimos que el tema de las Fuerzas Armadas y la defensa en el Uruguay, a la vista de las últimas tecnologías militares que a veces vemos con asombro, tienen que ser tratados con una política de Estado en la que tenemos que llegar a un acuerdo todos los partidos políticos, porque la democracia admite la alternancia y no podemos ir cinco años en un sentido y cinco en otro. Es un tema muy delicado para un pequeño país como el nuestro.
EC —Por otro lado, el MDN se comprometió ahora a no cerrar unidades en el interior. ¿Esa era una inquietud de ustedes?
DP —Sí. Quizás visto desde Montevideo, como lo ven muchos compañeros, o porque no nos entendieron, no se visualiza la importancia que a veces tienen. Concretamente, en Santa Clara de Olimar hay ciento y pico de efectivos, pero hay un pueblo que vive de ello. Y uno quisiera que la gente no tuviera que depender de una unidad militar para tener trabajo, pero la realidad es más porfiada que lo que uno desea. Si se hubiera suprimido una unidad militar, porque es lógico si uno se para de general ahí en Montevideo, donde están, suprimir primero las unidades del interior del país, se habría generado realmente una conmoción, no lo puedo decir de otra manera.
EC —Entonces, en el artículo referido a Fuerzas Armadas obtuvieron un cambio del estilo del que estaban reclamando; el artículo que determinaba el pasaje de la Policía Caminera a la Guardia Republicana naufragó, quedó por el camino en la propia Cámara de Representantes, y el artículo que introducía cambios en el destino del IVA generado por los juegos de pronósticos deportivos y juegos de azar por internet que organiza o controla la DNLQ fue aprobado en la Cámara de Diputados con el aporte de votos de la oposición.
DP —Sí, hubo una situación muy particular a la que se le dio poca importancia. El Parlamento estuvo parado una hora de cuarto intermedio, cuarto intermedio, porque lo pedían las bancadas, y el lobby del juego fue exuberantemente fuerte, tanto del legal como del ilegal. Hubo un corte en los partidos, sé que 25 diputados de diferentes partidos no lo votamos y otra parte sí lo votó. Nosotros pensamos que no es necesario tener más timba, pero vamos a tener posibilidad de discutirlo cuando se discuta el proyecto enviado por el Poder Ejecutivo ahora.
EC —Hay una cosa enredada en este debate. Por ejemplo el diputado Gandini, con quien conversamos de ese tema en una entrevista, resaltaba que el artículo que generó la polémica no cambia nada en cuanto a lo que usted decía –más timba o menos timba–, que la posibilidad de que la DNLQ organice o habilite juegos de pronósticos deportivos por internet ya estaba consagrada en otra ley, que acá lo que se introduce es un nuevo destino a lo que de ahora en adelante venga de mayor facturación por IVA para destinar esos recursos concretamente a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y a la Organización de Fútbol del Interior (OFI).
DP —Sí, era un buen disfraz. Primero, en el artículo la cabeza centralista solo se la daba a la AUF, en la que juegan alrededor de 3.000 jugadores, y ni se acordaba de la OFI, en la que juegan 130.000, aunque no sean famosos como Suárez. Esa era la primera cosa.
Segundo, una cuestión más que nada simbólica muy importante, porque el tema del juego está todo para revisar, no solamente lo que tiene que ver con las concesiones de nuevos juegos o la parte que se dedica de los impuestos del gobierno. Yo creo que está para revisar todo, porque la gente tiene que saber que según los últimos datos que tenemos, que son del 2010, los privados ganaron mediante una concesión que hace la DNLQ US$ 310 millones, mientras que el Estado se quedó solo con US$ 60 millones. Es más o menos alquilar una casa y la inmobiliaria se quede con el 95 % y el dueño con 5 %. Hay que revisar, sobre todo cuando necesitamos recursos para cosas muy importantes y muy caras a la gente. No sé si nos va a dar la fuerza para provocar ese tipo de cosas, pero lo vamos a intentar.
EC —Repasando el balance de estos tres artículos: uno fue modificado en la dirección que ustedes querían, otro directamente quedó por el camino porque también la oposición lo rechazó y el tercero terminó saliendo por votos de la oposición. ¿Qué cuenta saca usted? ¿Qué dejó la pulseada?
DP —Ni tan siquiera una pulseada. Lo nuestro es un llamado, fue quizás una excusa, tomar algo en lo que no estábamos de acuerdo para generar una discusión al interior del FA. Porque queremos cuidar la herramienta. Esta herramienta ha logrado muchas cosas para la gente, pero si no somos gobierno el próximo período existe el riesgo de perderlas o de no poder seguir haciendo cosas que tengan que ver con el acercamiento al ideal de igualdad.
***
EC —Cuando le preguntaba en general por qué habían trancado esos tres artículos en el debate en la Cámara de Representantes, usted dijo al pasar que su grupo viene de 15 años de ninguneo en la interna del FA. ¿Qué es eso?
DP —Como les ha pasado a otros compañeros, como le pasó a Martínez cinco años atrás, que iba a ser candidato y lo dejaron afuera.
EC —Daniel Martínez.
DP —Quien hoy es el intendente de Montevideo, por suerte, en una especie de justicia divina. Como le pasó a nuestro compañero Edgardo Mier cuando lo presentamos como candidato a presidente del FA, en el momento que corrieron Agazzi, Rubio, Castillo y Xavier. El plenario del FA no le permitió ser candidato, lo proscribieron. Era una candidatura simbólica, sabíamos que no le íbamos a ganar a ninguno de esos candidatos, muy potentes por cierto, pero no se nos permitió correr. Como le ocurrió a Mónica Xavier ahora, que no se le permitió cumplir con el mandato del pueblo frenteamplista siendo senadora. Son elementos de pérdida de fraternidad y de empuje de determinadas posiciones que terminan incomodando.
EC —¿Entonces ustedes no votaron esos artículos por una especie de venganza?
DP —No, no es venganza, de ninguna manera. Es un momento que utilizamos para llamar a la reflexión, porque queremos tener un Frente diferente. Y porque, como en la vida, te suceden cosas que generan momentos de esclarecimiento de la mente: si seguimos por aquí no vamos bien. Alguien lo tiene que hacer. En nuestro concepto; otros compañeros piensan diferente, les parece que la unidad de acción es un altar sacrosanto, ese en el que yo ya me inmolé en el período pasado votando la ley de la marihuana. Pero en este período no estaba dispuesto a seguir en la misma. Y a veces quienes tienen la mayoría tienen que tener sensibilidad para con los demás y no empujar.
EC —Acá hay dos cosas: la forma como ustedes entienden que se los está tratando dentro del FA y la forma como ven al FA, la forma en que el FA se mueve, resuelve, toma posiciones. En este último plano, ¿qué inconvenientes ven en la fuerza política? Usted ha llegado a decir que si hoy hubiera elecciones el FA perdería.
DP —Sí, es como lo vemos. Hay compañeros que piensan que no, que vamos a seguir eternamente. Mi viejo siempre me decía: hay que tapar el pozo antes de que se caiga el muchacho. Es una buena forma de ver la prevención. La situación política del FA es que no estamos bien en la opinión pública y además hay una situación de falta de líderes, porque algunos se están retirando –no es que hayan dejado de ser líderes pero ya se están retirando, por su biología o por su momento político–, no emergen todavía otros muy importantes –porque en este país las figuras son importantes, le pese a quien le pese, y eso demora en aparecer, en todos los partidos políticos– y alguno que de repente había pintado se pegó un tiro en el pie, entonces es un momento delicado para el FA…
EC —¿A quién alude con eso de un tiro en el pie?
DP —… pero también para el país, porque nosotros somos frenteamplistas y queremos un cuarto gobierno. Con la perspectiva que tenemos de la vida y de las opciones políticas, porque no voy a decir que los partidos fundacionales o el Partido Independiente o la Asamblea Popular son malvados o cosa por el estilo, pero tienen una opinión diferente sobre una cantidad de cosas en las que nosotros creemos para el acercamiento al ideal de justicia y por eso vemos que quien tiene opción de gobierno es el FA.
Pero a veces te pasan cosas que te hacen ver que hay cosas principales y cosas accesorias. Lo he dicho en otros medios de prensa, concurrí a un asentamiento ahí en Montevideo que me pegó, me pegó muchísimo lo que vi y no tuve una respuesta para darle a la gente. No le voy a echar la culpa al FA, del que soy parte y en el que participo, de que en 10 años no haya podido solucionar un problema sumamente crónico, que tiene que ver con el capitalismo, la generación de desigualdad, de miseria, la falta de oportunidades. Pero ahí entran algunas cosas que tienen que ver con el mensaje que damos. Por eso queremos que se vaya a la raíz. Esto no significa estrictamente ir más a la izquierda o cosa por el estilo desde el punto de vista político. Además a la política hay que ponerle corazón.
Entonces cuando tú tienes opciones… porque ahí me pregunté: ¿y qué diablos hago yo con esta situación?, que tienen muchos uruguayos. Me puse de presidente por un día y digo: ¡minga que iba a hacer el Antel Arena! Por el departamento de Maldonado sé que es muy caro, que lleva muchos recursos generar un realojo de esa gente, que en este caso está en Montevideo al lado de un arroyo podrido que dos por tres se inunda.
Hay cosas principales y cosas sustanciales. Lo aprendí en mi casa, porque soy de origen humilde. Mis padres tenían dos obsesiones, tener una casa para la familia y que mi hermana y yo estudiáramos. Y en el camino se dejaban cosas, pequeños lujos o deseos que teníamos los hijos. Un gobierno cuando ve que otros uruguayos la están pasando mal lo mínimo que puede hacer es plantarse en qué es lo principal y qué es lo accesorio.
EC —Para usted, uno de los errores del FA, una de las características del FA de los últimos años que lo preocupan es la elección de las prioridades.
DP —Por ejemplo la elección de las prioridades y no perdernos en el camino.
EC —También ha manifestado su visión crítica con respecto a la gestión en Ancap. ¿La coloca dentro del mismo cuadro?
DP —Ah, creo que sí. Como parte de la izquierda creo que hay que hacer inversión en las empresas públicas, no tengo la menor duda de eso. Creo que un Estado puede decidir –aunque suene medio extraño esto– perder en un lugar del país porque considera que es estratégico desarrollar ese lugar. Estoy hablando del norte del país. Un privado no va a perder, pero el Estado puede decidir hacer una discriminación positiva, perder un tiempo pero desarrollar trabajo y una mejor economía en determinada zona. Pero no puedo gastarme 10 palos verdes en publicidad.
EC —Usted menciona lo que ha sido la inversión en publicidad de Ancap, pero los cuestionamientos de la oposición a Ancap son bastante más profundos que ese. Los números de las pérdidas acumuladas año a año por Ancap son bastante más voluminosos.
DP —Por supuesto. Ahí entra una cosa muy importante que tiene que ver con la forma en la que gestionas, porque si tú gestionas bien tienes más dinero. La misión que se planteó el FA es hacer que la gente viva cada vez mejor, que en algunas cosas lo ha logrado y en otras todavía estamos en el debe. El tema es por el sistema y quizás también por algunos errores nuestros. Tenemos que tener capacidad en primer lugar de autocrítica y en segundo de rectificar.
Como en el Parlamento los del FA nos sentamos en el medio, para un lado tenemos al PN y para el otro al Partido Colorado (PC), yo vi al PC reducirse a una mínima expresión por andar tapando lo que no debía. Lo que uno le quiere pedir al FA es que reaccione y no se comporte como lo hicieron los partidos fundacionales cuando les tocó, en esa especie de corporativismo político –que lo hacen todos los partidos, pero nosotros deberíamos ser diferentes– que consiste en aceptar y generar una especie de escudo sobre quienes han actuado de forma deficiente. Creemos que el que haya actuado en forma deficiente, inadecuada o se haya equivocado a tal punto de generar un perjuicio, se tiene que hacer cargo, como –capaz que suena machista– un buen hombre.
EC —Esto me permite atar con una frase que usted dejó colgada al pasar, una afirmación que hizo y que llamó la atención. Usted hablaba hace un rato de liderazgos emergentes en el FA y dijo “alguno se pegó un tiro en el pie”. ¿Está aludiendo a Raúl Sendic, por ejemplo?
DP —Sí, lamentablemente sí, porque cuando hay compañeros que emergen uno tiene esperanza en ellos, más allá de que no pertenezcan al sector. Uno tiene esperanza de que surjan nuevos liderazgos, porque nuestro país es como es, es un país de caudillos. Hay compañeros de la izquierda a quienes les gusta hablar de que es muy importante la organización y todo eso, pero en definitiva son personas las que terminan arrastrando en un momento de la historia determinadas inquietudes de la gente. Son agentes catalizadores, aceleradores de cosas. No se explica el triunfo del FA, por más que el país estuviera en la miseria, sin la existencia de Tabaré Vázquez; no se explica el triunfo del FA en el segundo período sin la existencia de Mujica. Entonces cuando surge un compañero, uno siempre tiene esperanza de que va a poder portar la bandera. Y portar la bandera conlleva una cantidad de responsabilidades enormes, como no solo serlo sino además parecerlo, y ser muy congruente con la ideología que llevas adelante. Porque cuando entras en contradicciones y cuando no cuidas el capital que tienes, terminas defraudando.
EC —Aparte de lo que a usted lo preocupa del funcionamiento del FA, de sus posiciones, de algunas de sus políticas, mencionó la forma como el FA los trata a ustedes, el ninguneo del que, dicen, han sido víctimas. En esas declaraciones y en alguna otra parecía haber también un reclamo por el hecho de que su sector no haya tenido representación en cargos de gobierno.
DP —Y sí, porque terminan pensando que somos todos abombados los canarios.
EC —¿Pero entonces esto es una lucha por cargos?
DP —¡No! Por favor, si fuera así habríamos pateado antes. Son momentos. Pero es bueno que la gente sepa cómo trabajamos nosotros, de qué manera y en qué condiciones, cómo juntamos los votos. Porque si no parece que somos todos iguales, y no somos todos iguales. No todos tenemos las mismas posibilidades. Y lamento que hayas dejado esa pregunta para lo último, como para dejar sobrevolando que esto tiene algo que ver con cargos, algo que creo que hemos demostrado con la vida que no es así.
EC —No, no quedó para el final con esa intención ni nada parecido, y tampoco estamos estrictamente en el final. Era una duda que creo que cabía y que además dentro del FA ha aparecido, en toda esta controversia que usted tuvo le han endilgado esto.
DP —Algunos compañeros salieron a decir eso porque piensan que soy de la misma condición. Hay compañeros del FA que han vivido de cargos de confianza desde la época de la intendencia de Tabaré Vázquez. Entonces ¿qué nos van a decir a nosotros que hace 15 años que laburamos por el FA hasta poniendo de nuestro bolsillo?
EC —¿Alude a alguien en especial?
DP —Los que dicen eso en la casa no tienen espejo.
EC —Con el presidente Tabaré Vázquez, ¿ha tenido algún tipo de intercambio?
DP —Cuando asumió fuimos a visitarlo, por supuesto, y a habar algunas cosas.
EC —¿Y después? Teniendo en cuenta estas discrepancias que tiene con la forma de funcionamiento, entre otras cosas, la relación Poder Ejecutivo-Parlamento, etcétera, ahora en estas instancias críticas del presupuesto en la Cámara, ¿no llegó a haber comunicación directa entre usted y el presidente?
DP —No, no. Este tema no es estrictamente con el doctor Tabaré Vázquez, tiene que ver con un montón de cosas.
EC —Entonces no ha habido diálogo con el presidente.
DP —Por ejemplo, el doctor Tabaré Vázquez ha tratado de generar en este período de gobierno una austeridad con respecto a viajes, a otro tipo de gastos, un mayor control de las empresas públicas, etcétera, con lo cual estamos totalmente de acuerdo. De repente no estuvimos de acuerdo con el decreto de esencialidad de la enseñanza o cosas por el estilo, pero son cosas puntuales. Consideramos que, más allá de estés de acuerdo o no, el doctor Tabaré Vázquez tiene un estilo muy particular, muy preciso, muy ordenado, como buen científico que es, que termina haciendo que la gestión sea mucho más eficiente que actuando de otra manera. Además consideramos que no le teníamos que pedir permiso a nadie para hacer lo que hicimos. Porque hemos trabajado siempre por el FA en forma totalmente desprendida, tenemos derecho al pataleo.
EC —Entonces, ya que el tema no era con Tabaré Vázquez –usted decía que era más bien con la dirigencia del FA–, después de la crisis que se produjo con la postura que ustedes asumieron con el presupuesto, con esos tres artículos, ¿han tenido oportunidad de debatir tranquilamente con los otros sectores, con la estructura del FA, estas demandas de ustedes?
DP —Fuimos al secretariado, nos sentamos a conversar con los compañeros, nos invitaron y consideramos que debíamos ir. De plano dijimos que estaba mal conformado el Secretariado, o por lo menos no era como originalmente debía ser. Planteamos crudamente las mismas cosas que estamos planteando acá y quedamos en discutir en el futuro cantidad de cosas. Creo que algunos compañeros han tomado conciencia. En los círculos más militantes por supuesto que nos han dejado el lomo como un salchichón, pero entre la gente de la calle, entre los frenteamplistas de a pie, comunes, corrientes y silvestres, hemos obtenido las satisfacciones más grandes que te puedas imaginar.
Entendemos que en este momento por lo menos estamos interpretando algo que les pasa a muchos compañeros frenteamplistas y a mucha gente que nos prestó el voto, porque no todos los que nos votaron son frenteamplistas o son de izquierda. Entonces iniciamos un camino, capaz que tiene éxito o capaz que se queda por el camino. Lo que no podíamos hacer era quedarnos quietos, seguir con estas aguas quietas y aceptando todo como que viene de Dios sin hacer nada por cambiarlo. Porque las cosas cambian cuando eres capaz de cambiar el statu quo. El mundo avanza por los que se rebelan, no por los que aceptan el yugo en forma tranquila.
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Transcripción: María Lila Ltaif