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Entrevista central, martes 2 de mayo: Juan Miguel Petit

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EC —Esas son algunas de las recomendaciones de política institucional. Pero hay otras clases de recomendaciones, por ejemplo en materia de seguridad. Elijo dos: “Instalar cámaras en todos los espacios comunes, patios, corredores y laterales de los centros penitenciarios, de manera de prevenir hechos violentos y corrupciones o, en caso de que ocurran, contar con elementos probatorios de los mismos”. Y agrega, “asegurar que los controles de celdas con requisas sean debidamente filmados, capacitando periódicamente sobre su realización y las normas vigentes para las mismas a los funcionarios, no exponiendo a los internos a que sus cuerpos sean revisados por personas de distinto sexo”, entre otras medidas. Suenan absolutamente elementales, estas cámaras fijas en algunos lugares o en el momento en que se hace una requisa parecen una herramienta que hoy tendría que estar ya en uso.

JMP —Sí. Cuando estuvimos en la comisión el jueves, la comisión recibió el informe, conversamos un poco, yo hice una presentación y en dos semanas la comisión va a profundizar sobre el informe. Una de las preguntas de los legisladores, que no pudimos profundizar en ese momento por falta de tiempo, apuntaba a estas cosas. Porque hay una cantidad de cosas que uno puede soñar, desarrollar programas innovadores, de integración, de rehabilitación, cosas que pueden parecer más difíciles, pero hay cosas muy posibles y que ni siquiera hay un tema de recursos demasiado onerosos. La ausencia de cámaras es algo muy llamativo. El jueves mismo, mientras hacíamos esto, en el patio de una cárcel, en el penal de Libertad, un grupo de internos salió al patio con puñales e hirieron de gravedad a dos internos que están ahora en el CTI, uno de ellos muy grave. No había cámaras. La cámara previene, por algo se instalan en todo Montevideo y las estadísticas han mostrado que ha bajado la violencia. Es un elemento más, no es el único. Obviamente, ni la cámara, ni los robots, ni los drones, ni los helicópteros, ni los patrulleros pueden hacer lo que puede hacer el programa socioeducativo, el trabajo cara a cara, el trabajo con la vida de las personas. Pero la cámara previene, evita y cuando ocurre algo indeseable puede ayudar a probar qué fue lo que pasó, a entender qué fue lo que pasó. Salvo en el módulo 12 del Comcar y creo que en la cárcel de Pense en Soriano –y puede haber alguna otra en alguna puerta de ingreso–, en el resto del sistema penitenciario no hay cámaras.

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EC —Imposible recorrer todas las recomendaciones. Me detengo en lo que usted propone en cuanto a que se implementen medidas alternativas a la prisión. Elijo un ejemplo concreto, uno de los casos en el que va por ese lado, que es el de las mujeres presas que conviven con sus hijos en la cárcel. Usted dice que para esos casos probablemente podría pensarse en prisión domiciliaria con la mujer con una tobillera con GPS puesta.

JMP —Sí, hay muchos casos, el de las mujeres es bastante claro, en buena parte de los casos han sido elementos secundarios de un delito por ejemplo de drogas, en los cuales actuaron muchas veces llevadas por una estrategia de supervivencia, arrastradas por su pareja o en circunstancias de gran deprivación. Entonces, por un lado, claramente la prisión cuando hay un hijo, la crianza en una institución penal, por más que se pueda humanizar, no es el ideal. Creo que hay que trabajar en medidas alternativas.

EC —Estamos hablando de mujeres que tienen a los hijos con ellas en la cárcel.

JMP —Sí, en este momento en la Cárcel de Mujeres hay 10 mujeres embarazadas, que cuando su hijo nazca probablemente van a tener que seguir privadas de libertad si no hay esas alternativas.

Yo apuntaba también a otra cosa. Porque a veces se dice: ¿por qué los jueces no lo dan? Ahí hay dos partes, por un lado los jueces, que son los que tienen que dictaminar, pero por otro lado está la administración, el Instituto Nacional de Rehabilitación y los programas sociales, que tienen que ofrecerle al juez una densidad de trabajo que no sea solamente la persona va a la casa, le ponemos la tobillera y si incumple se la procesará por ese incumplimiento.

Dos ejemplos nomás. Hace poco vi el caso de un muchacho que fue procesado con prisión por haber robado –literalmente, no es una metáfora– una bicicleta. Está muy mal robar una bicicleta. Era en el interior, un muchacho que ya conocían, que se sabía que hurtaba cosas y tenía problemas con la droga, y probablemente para ponerle un freno se lo procesó con prisión.

Otro caso. Una mujer con seis hijos, sin pareja, procesada con prisión domiciliaria. En esos casos, si el juez da la prisión domiciliaria pero no hay un programa, un brazo largo del Estado… Esa mujer, encerrada en su casa, con seis hijos, si no tiene un programa social que la apoye, que la prepare para el trabajo, que le asegure la alimentación, que corrobore que sus hijos vayan a la escuela, que tengan los documentos, etcétera, también es una medida que está renga. Entonces del lado de la administración son las dos partes, el juez que puede utilizar la medida y la administración, que tiene que decirle: no solamente no va a ir a la cárcel, no solamente va para la casa, no solamente va a tener un elemento electrónico, sino que además va a haber un asistente social que va a ir todas las mañanas y un educador que va a ir todas las tardes y alguien se va a hacer cargo de sus hijos.

Me dirán que estamos soñando porque no existen los recursos. Hay otra sociedad posible, hay otra vida posible, hay que ver cómo se articulan los recursos. Por eso en el documento planteo que el Ministerio del Interior solo no puede, que el Instituto Nacional de Rehabilitación solo no puede. Si no se enganchan la política penitenciaria y las políticas sociales, y si no entran en la cárcel el Ministerio de Desarrollo Social, el sistema educativo, el Ministerio de Trabajo, las intendencias, en definitiva todo el Estado, articulando –hay una propuesta en ese sentido–, va a ser imposible. Entonces vamos a decir qué mal van a estar las cárceles. Qué mal van a estar las cárceles y qué mal va a estar la sociedad cuando veamos esos miles de personas que salen después de estar encerradas deteriorándose y cayendo en un espiral para abajo.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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