
EC —Reilly denunció la carga tributaria alta, la explícita y la implícita o la encubierta. Dijo en determinado momento: “reiteramos una vez más que las tarifas públicas no pueden ni deben ser utilizadas como medio de recaudación fiscal, y menos cuando se trata de un insumo clave para el trabajo y el desarrollo de los sectores productivos”. Aludía concretamente al gasoil, un insumo que ubicó como problema pensando en la agricultura, pensando en el arroz.
TA —Es compartible. Ese es otro tema que he abordado muchas veces, no es una cosa nueva. Los combustibles en el Uruguay fueron históricamente caros. Hoy cuando uno hace el análisis comparado y hace paridad de importación de la nafta, el valor de la nafta uruguaya es muy similar al valor de paridad de importación. O lo era la última vez que hice el estudio, hace unos meses.
En el caso del gasoil había una diferencia importante. En el gasoil hay un subsidio cruzado por el cual hay una determinada cantidad de recursos que se recaudan con el gasoil van a subsidiar el transporte de pasajeros, el transporte urbano. Esa fue una medida que se puso en 2007, 2008 y nunca más se sacó. Yo no puedo menos que compartir que, tratándose del gasoil, el insumo por naturaleza desde el punto de vista productivo, es un tema que tenemos como un debe corregir.
EC —Por ahora no va a haber cambios en los precios de los combustibles, según dijo ayer aquí en la entrevista en En Perspectiva la presidenta de Ancap, Marta Jara.
TA —Está asociada a la situación patrimonial y financiera de Ancap. Pero queda claro que en la primera oportunidad que se pueda eso debe corregirse. No es que uno tiene toda la razón y el que está del otro lado del mostrador no tiene nada, no considero que el debate político sea de unanimidades y contradicciones, 100 % de un lado y 100 % del otro. Es un tema que el Uruguay tiene que resolver, porque tiene una economía agropecuaria y el precio del gasoil tiene un impacto en el costo de producción, en el costo de los fletes, tiene un impacto general, que es algo que hay que cuantificar y evaluar y en algún momento empezar a corregir. Lamentablemente el Uruguay pasa por una situación en su economía hoy que hace muy difícil encarar eso. Alguien me va a decir “¿por qué no se encaró antes?”. Cuando me referí a algunos de los problemas del Uruguay, no son problemas de una administración de gobierno, y alguno va a decir “está hablando otra vez de la herencia maldita”. No, estoy hablando de lo que es la estructura, de lo que es nuestro ADN como sociedad.
EC —En el caso de Ancap parecería sí que los problemas tienen bastante que ver con estos dos últimos gobiernos, la mala gestión, las pérdidas.
TA —Por eso no hay que hablar de las tarifas públicas en general, no tienen nada que ver la gestión o las tarifas de otras empresas; otras tarifas han bajado en términos reales, no han subido en términos reales. En Ancap sí, evidentemente ha habido un problema.
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EC —El sector que quizás hoy tiene una situación más compleja en el agro es la lechería. Estuvo presente en el discurso del presidente de la ARU.
(Audio Ricardo Reilly.)
La realidad que atraviesa el sector lechero es dramática, los tambos están produciendo a pérdida. En este contexto, cada vez hay menos tambos, menos vacas lecheras, menos litros de leche producida que ingresa a las plantas diariamente. Esto obviamente se traduce en menores ingresos y una menor liquidez a la hora de afrontar obligaciones por parte de los productores.
(Fin audio.)
EC —“Situación dramática”, dijo. ¿Usted tiene ese mismo diagnóstico?
TA —Es una situación compleja pero mejorando, era más compleja el año pasado. De vuelta, la referencia al hoy sin mirar la referencia de seis años. En los seis años anteriores el sector lechero creció 57 % el volumen remitido de leche y prácticamente duplicó el valor de las exportaciones. Eso se dio de la mano de un mercado internacional de precios de US$ 3.800, US$ 4.000, US$ 4.500, todo el año 2013 con US$ 5.000 la tonelada de leche en polvo. En ese proceso, la lechería que tiene una organización de tipo cooperativo –poca gente sabe que la empresa privada más grande de este país es una cooperativa de 2.000 productores, que es Conaprole– reinvirtió, reinvirtió, reinvirtió y fue aumentando la producción. Pero no perdió sus características tradicionales, 75 % de los lecheros son productores familiares, son pequeños y medianos productores.
Cuando empiezan a caer los precios advertimos esa situación y tenemos incluso la iniciativa de promover un tercer Fondo Lechero. Cuando los delegados de los productores en el Instituto Nacional de la Leche (Inale) nos plantean la necesidad de instrumentar un fondo lechero, ya lo teníamos totalmente estructurado con la oficina de Opypa (Oficina de Programación y Política Agropecuaria) y los técnicos del Inale. Ese fondo lechero, que fueron US$ 78 millones de endeudamiento a pagar en siete años, que de alguna manera es deuda de los productores y está dentro de ese endeudamiento que se refería en las estadísticas, tiene el objetivo de comprar tiempo, porque en el mundo el precio de la leche cayó porque aumentaron los stocks, porque con precios de leche a US$ 5.000 la tonelada se hizo viable producir en lugares donde normalmente no se produce. Hoy la lechería más competitiva del mundo, que es la de Nueva Zelanda, tiene al 85 % de sus productores fuertemente endeudados, con una deuda que es equivalente a cinco años de producción –ese es el endeudamiento de un productor neozelandés, la facturación de cinco años bruta–, y tiene el 35 % de sus productores planteándose salir de la actividad. La lechería más competitiva del mundo está en esa situación.
Eso nos muestra que estamos en un proceso, llegamos al piso y estamos subiendo. Entonces hoy Conaprole está pagando $ 9, y con $ 9 el 70 % de los productores de Conaprole ya están empatando o teniendo cierto margen positivo. Nosotros esperamos que los precios se estabilicen en los próximos meses en US$ 3.400, US$ 3.500 la tonelada. A esos precios va a ser viable el sector lechero nacional. No quiere decir que el 100 % de los productores van a dejar de tener problemas, porque lo que no se dijo es que en ese período en que la leche en el Uruguay aumentó 57 % la producción se perdieron tambos a un ritmo de 2 % de los productores por año. Por lo tanto, cuidado cuando decimos “se están perdiendo tambos ahora”; cuando la lechería uruguaya crecía 8 % anual se perdían el 2 % de los tambos; ahora se están perdiendo más y nos preocupa.









