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Entrevista central, martes 23 de mayo: Ricardo Vilaró

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EC —Alude al hecho de que el Plan Ceibal no es solo la distribución de una laptop para cada niño, sino que es todo lo otro que viene a continuación. Por ejemplo, los talleres de robótica o de sensores digitales, ahora incluso con drones y con impresoras 3D.

RV —Por supuesto. La gente entendió que, como se dice “una computadora por niño”, el Plan Ceibal es el que reparte computadoras o tablets. No, están buscando trabajar. Hay 400 escuelas en la Red Global de Aprendizajes que lidera Fullan, donde Uruguay participa ligado a siete países. La base ahí es que en los centros donde haya entusiasmo en la comunidad docente, en la comunidad de maestros del centro educativo, de profesores del ciclo básico de secundaria o de maestros y profesores en la UTU que tienen ganan de cambiar, que se dan cuenta de que esto no funciona, que ven que sus alumnos se aburren, toman temas que de pronto no eligen ellos, muchos temas los eligen los alumnos y se ponen a estudiarlos. Y el profesor o el maestro pasa también a ser un estudiante. Y en muchas cosas –lo vi el otro día en el Ceibal en unas presentaciones de escuelas, estaba lindísimo– el niño le enseña al maestro. Eso genera un clima distinto de trabajo, eso compromete, entusiasma, hace que la matemática o la biología o la física o la historia, que tienen que intervenir, intervengan por necesidad y les den pie después a esos profesores a enseñar lo que tienen que enseñar.

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RV —A propósito de lo que está pasando en la educación uruguaya, a propósito del diagnóstico, usted recurría a Fullan para coincidir con él en que tenemos un problema con la forma de enseñar, que los alumnos encuentran que el sistema tradicional es cada vez más irrelevante y más aburrido, y que eso hay que atacarlo, que es vital ir al aprendizaje por la vía de talleres, por ejemplo.

RV —Talleres, proyectos. Pero además tenemos que descubrir una nueva forma de enseñar. Estamos en un cambio de paradigma. Cuando digo que la crisis es de la función docente y de la escuela en el mundo –por eso coincido con esa frase de Fullan–, implica que hay que descubrir cómo. Tengo una cita de Zygmunt Bauman en la que se muestra la dificultad que tiene ser docente hoy. Por las transformaciones, por lo que hace que una cuestión que hoy es importante pasado mañana no tenga importancia. Cómo se enseña, qué enseñar y cómo enseñar es un desafío y un descubrimiento. Y eso implica un cambio en la sociedad, en los docentes.

Además nosotros tenemos la situación de que nuestro cuerpo docente se formó desde el 50 hasta la fecha al margen de la universidad, en cierta forma medio aislado, es un sistema terciario que no es universitario. (Yo fui docente del IPA del 85 al 2007, di clases dos años en los institutos normales, en la formación de maestros, conozco bastante el tema, estuve vinculado a la creación de los CERP –centros regionales de profesores–). El Consejo de Formación en Educación actual está encarando un proceso muy cuidadoso y difícil para ir creando condiciones universitarias. Y lo está haciendo en diálogo y discusión con los docentes, creó una comisión de enseñanza para ese efecto, pero va a tener que lidiar con la tradición. La tradición tiene aspectos positivos y aspectos conservadores; transformar no es fácil, es un proceso largo. Cuando Fullan dice que los efectos del Ceibal se van a ver en cinco años, yo digo ojalá. Creo que esto es largo, absolutamente largo. Pero la sociedad tiene que tomarlo.

EC —Teniendo en cuenta que hay un punto crítico en la reforma, que es cambiar los métodos de enseñanza, cambiar el ejercicio de la docencia, y teniendo en cuenta que el Plan Ceibal empuja en esa dirección, ¿con eso alcanza? ¿En qué consiste entonces la propuesta? Eduy21 se ha planteado objetivos bastante más ambiciosos en cuanto a la reforma.

RV —Vamos a ver qué ocurre con todo eso. Yo tengo mi punto de vista personal.

EC —Entrevistaba hace poco a Renato Opertti y a Adriana Aristimuño, y Opertti decía: “Para lograr una transformación educativa profunda y sustentable, hay que revisar el modelo de gobierno de la educación y el conjunto de las propuestas curriculares y pedagógicas transversales a diversos niveles educativos. Pero además necesitamos poner en el tapete algo que ha estado bastante ausente en la discusión educativa en los últimos años, que es el para qué y el qué de la educación”. E insistía: “En este mundo que tenemos hoy, de cuarta revolución industrial, donde están cambiando las formas en que las personas se vinculan, se relacionan, se comunican, trabajan, la educación no puede estar ausente”. Y agregaba: “La primera pregunta rectora del libro blanco es preguntarnos en profundidad qué tipo de educación queremos, para qué tipo de sociedad, para qué tipo de ciudadanía, para qué tipo de persona, para qué tipo de comunidad. Ese tipo de preguntas son las que los gobiernos, por diferentes motivos, han obviado hasta ahora”.

RV —Perfecto. Digo más. Si uno mira el nuevo el documento de la CIDE, en aquel momento la CIDE planteaba –en la década del 60, principios de los 70– la necesidad de revisar el marco institucional de la educación y que en media superior hay que crear un consejo único integrando la UTU y Secundaria, con todas las variantes que pueda tener adentro, pero que la separación entre la educación generalista de secundaria y la técnica o tecnológica de la UTU no se puede mantener. Lo planteaba por escrito como recomendación. ¿Y cómo estamos hoy?

Entonces hay que tocar todo, hay que pensar todo, pero no tocar todo junto, atreverse a pensar en un clima de respeto y de reflexión académica. No en Eduy21, en el país. Esa es mi preocupación. Porque si no, Eduy21 va a terminar polemizando con otros sectores, y creo que eso puede ser útil, pero no va a cambiar esta situación, porque –insisto– no creo que nadie tenga la verdad sobre esto. Yo no la tengo, la única verdad que creo que tengo es que tenemos un gran problema, que tenemos un gran desafío que implica creación, imaginación y transformación. Y ahí vuelvo al Ceibal, el Ceibal está generando en muchos centros educativos experiencias absolutamente novedosas, en las que hay entusiasmo, participación colectiva de los niños o adolescentes y los docentes, y además todos aprenden y producen. Pero no solo en el Tala, también en Colonia Nicolich y en varios lugares.

EC —Hace poco tuvimos el ejemplo aquí en el programa del liceo público de Tala, que se destacó en este concurso de robótica en Houston, Texas, Estados Unidos, a partir de un proyecto que era de robótica, pero que en el primer consistió en elegir un asunto, un problema de la sociedad del lugar, que fue el problema de la leptospirosis, y encontrar una alternativa a la forma tradicional de enfrentarlo. Ese fue el arranque.

RV —El arranque, pero ahí cooperan profesores de liceo de distintas asignaturas, coopera la gente del Laboratorio Tecnológico del Ceibal, los estudiantes se entusiasman, producen, generan el proyecto. En el Tala hay un estudiante que participó en el proyecto que sin el robot usa los resultados de ese proyecto en la chacrita de su padre para combatir la leptospirosis. Sin robot, buscó otro mecanismo. Ese estudiante que se enganchó de ese modo va a estudiar, va a seguir las asignaturas, las que le gustan y las que no le gustan, porque es obvio que no todo el mundo puede aprender lo mismo, que uno tiene más atracción para unos temas y no para otros.

Pero en Casupá hay una alumna que se preocupó por el tema de qué hacer con el papel que se tira todos los días en el liceo. Están buscando un camino para triturarlo, integrarlo y ver qué destino se le da. Y en Nicolich están trabajando en el tema de los procesos tróficos, sobre cómo las distintas generaciones de animales o de insectos se fagocitan entre ellos y cómo intervienen ahí distintos fenómenos, fotosíntesis, etcétera. Se trabajan los temas de un modo distinto porque hay una preocupación real. Y en Maldonado se fue a la NASA. Y en Colonia… y seguimos. Hay muchos lugares, sin ir a ningún lado, donde hay un esfuerzo de trabajo distinto.

Eso va a abrir camino. Y el Ceibal tiene claro que el mundo cambió, que el mundo demanda otra cosa y está buscando cómo mirar al futuro, un futuro que es obviamente con internet, con la electrónica, con los medios de comunicación, con sus pros y sus contras. Cuando pensamos que esos medios también nos investigan y nos estudian y la privacidad se pierde, vemos lo negativo y lo positivo. Pero ese es el mundo en el que estamos, es el mundo en el que están los niños actuales y los adolescentes. Entonces no podemos seguir con una mirada educativa del siglo pasado, que es lo que está pasando desde el punto de vista cultural y pedagógico. Cambiar eso en esta sociedad va a ser un largo camino, pero hay que emprenderlo.

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