
EC —Pero hoy mismo en el FA y en el gobierno parece haber pocos desafíos de envergadura planteados. Por ejemplo, si uno piensa en el debate enorme, la expectativa gigantesca que genera la rendición de cuentas, ¿allí hay un gran proyecto de país? Parece que no es ese el foco, no debería ser el foco, y sin embargo se concentra todo en un proyecto de ley como ese.
AS —Claro, el problema es que el gobierno no puede hacer eso. El gobierno tiene que gestionar el día a día, yo no le puedo pedir que construya un gran proyecto, eso lo tiene que hacer la fuerza política.
EC —Está bien, pero el gobierno tiene que tener una agenda que le haya llegado de su fuerza política en la última campaña electoral, etcétera.
AS —Claramente, el gobierno está llevando adelante el programa que le presentó a la sociedad en el 2014. Y lo que tiene que hacer en una rendición de cuentas es materializarlo desde el punto de vista financiero y económico, es decir, a qué nos comprometimos con la sociedad, y a partir de ahí generar los recursos para ello. Pero es la fuerza política la que tiene que plantear cuál es el proyecto de país a mediano plazo, cómo lo materializamos, cuáles son los caminos.
EC —¿Y en este congreso del MPP del fin de semana hubo material en ese sentido?
AS —Arriesgamos algunas ideas.
EC —Yo marqué algunos puntos, pero usted ¿cuál destaca?
AS —El FA o el Uruguay tiene que pasar a una nueva generación de políticas sociales. Nosotros generamos el Plan de Emergencia, el Plan de Equidad, que es el marco de protección social que ha construido, pero el sistema de protección del Uruguay tiene que evolucionar. Creo que hay que ir hacia un sistema de protección universal, sin condiciones y que se plante sobre la base del derecho de la persona.
EC —¿Renta básica universal?
AS —Exactamente. Cuando nace un niño, le damos la cédula de identidad y tenemos que asegurarle el derecho a no pasar hambre en el futuro. Y eso es una renta básica universal. Además esto está muy asociado al mundo que se nos viene, un mundo de menos trabajo, porque todas las revoluciones industriales y tecnológicas han destruido trabajos y han creado otros. El problema es que el nivel de desarrollo del mundo ha generado que los trabajos que se generan son cada vez de mayor complejidad, requieren mayor conocimiento, requieren una serie de destrezas y habilidades de los trabajadores. Y se destruye el trabajo más simple, el trabajo que yo puedo objetivar en una máquina. Cada revolución tecnológica ha generado una disminución de la jornada de trabajo, una disminución de las horas de trabajo.
Esta es una discusión que hay que dar en Uruguay. No es para hacerla mañana, pero hay que discutir cuánto trabajo vamos a generar, cómo hacemos para que los trabajadores se formen de manera permanente, porque el mundo que se viene exige formación permanente, adaptación al cambio permanente, y eso requiere tener tiempo para estudiar, tener tiempo para formarse. Por tanto seguramente haya que sacarle horas al trabajo para que los trabajadores puedan dedicarse mucho más al estudio, y plantearnos cómo ingresamos en ese mundo digital en función de lo que pasa con la robotización. Ahí tiene que ver la renta básica.
El otro planteo que creo que hay que generar es lo que hace a una reforma urbana.
EC —Reforma urbana…
AS —Exacto. Porque la izquierda tiene muy incorporados y ha construido instrumentos sobre la idea de la reforma agraria. La izquierda tiene un imaginario de reforma agraria, el uso social de la tierra, el para qué, el acceso a la tierra de aquellos que no tienen recursos, la preservación de esos recursos. Pero hay que poner arriba de la mesa la reforma urbana, la privatización del suelo urbano es una de las cosas que más problemas generan. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo destinamos a ir de nuestra casa a trabajar, a estudiar? Hay una distribución desigual del tiempo que utilizamos para ejercer el derecho a la ciudad. Cuanto más pobre se es, más tiempo se gasta en trasladarse, porque se vive más lejos, porque las ciudades se van extendiendo y se van vaciando en el centro. Eso se debe a una privatización de ese lugar.
Esto tiene que ver también con la vivienda, porque no es solo el techo, tiene que ver también con el acceso a la vivienda digna. En el Uruguay hay que construir esas condiciones porque la gente tiene salario, tiene trabajo, pero muchas veces no tiene la capacidad de generar el ahorro para poder adquirir una vivienda, cuando podrían pagar una cuota hipotecaria perfectamente, y los altos precios de los alquileres generan que casi un salario entero de una familia –hoy básicamente nuestras familias son nucleares– vaya destinado a pagar ese alquiler. Eso le come la capacidad de ahorro. Entonces hay una discusión que tiene que ver con el derecho a la ciudad, el derecho al acceso a la vivienda y una serie de componentes que tienen que ver con que no solo necesito techo para vivir, sino servicios para disfrutar, para el intercambio, para la convivencia, para el ocio, para la recreación. Ahí hay un componente de cosas que creo que hay que incorporar en un mundo que va a pasos agigantados a ser cada vez más urbano.
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