
EC —¿Renta básica universal entonces es una bandera del MPP a partir de este momento?
AS —Sí, creemos que hay que poner este debate en la sociedad. Tiene que ver con cómo pensamos la política, hay que poner ejes que nos permitan como generación –los que hoy compartimos este presente– un horizonte hacia donde ir. ¿Vamos a poner una renta básica universal el año que viene? No. Porque ese horizonte emancipador, ese horizonte de construcción de una sociedad igualitaria, con otros instrumentos, fue lo que generó el batllismo en el Uruguay, una idea de hacia dónde ir, y no era que se concretaba en dos o tres años.
EC —La renta básica universal no es sinónimo de izquierda, siquiera. Se la promueve desde la izquierda pero no solamente. Hay grandes líderes empresariales en el mundo que avalan esa idea.
AS —Hay muchos, porque el capitalismo tiene un problema, viene generando un gran proceso de robotización, de mejora de la productividad, de incorporación de tecnología y de innovación, pero los robots no consumen. En el mundo mucha gente lo ve así, dice: “Si yo incorporo la robótica y los robots no pagan impuestos ni salen a consumir, ¿quién va a consumir? Tengo un problema de demanda”. Otros lo vemos desde una lógica del derecho: la humanidad debería plantearse en serio que así como tratamos de abolir y abolimos la esclavitud en el siglo XX, en el siglo XXI nos tendríamos que plantearnos abolir la pobreza.
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EC —De la audiencia vienen comentarios a propósito de algunos de los temas que hemos estado conversando con usted. Por ejemplo: “El relato de la reforma urbana no es real, otro relato más. El diputado desconoce la cantidad de jóvenes formados y con trabajo que se van a vivir a zonas como Piriápolis, chacras, etcétera, construyen casas de tierra y viven un camino verde real”. Lo dice una arquitecta exintegrante del Frente de Vivienda MPP.
AS —Está muy bien, porque la discusión es sobre el hábitat y en definitiva cómo construimos un hábitat que construya las condiciones para que socialmente seamos más iguales, que tenga responsabilidad para con el medioambiente y sustentabilidad, pero que además nos permita disfrutar de todas las construcciones sociales y culturales que tenemos. La gente se está yendo de la ciudad –Montevideo es un caso concreto– porque decide vivir más afuera. Alguno será porque quiere vivir más cerca de la naturaleza, porque tiene esa forma de vida y está muy bien, pero la gran mayoría se va expulsada, porque no puede acceder a los altos precios de la vivienda urbana.
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EC —Uno de los puntos de la declaración del congreso del pasado fin de semana dice: “Seguir beneficiando las inversiones productivas que introduzcan nuevas tecnologías y creen mano de obra nacional, pero no hacer extensivos esos beneficios a las empresas comerciales y financieras del exterior que no agreguen una dimensión estratégica diferente a lo que puedan hacer las empresas nacionales”. Están cuestionando el sistema de incentivos a la inversión que hoy existe.
AS —Decimos que tenemos que construir un nuevo sistema de incentivos a la inversión.
EC —El propio equipo económico ha dicho que hay que revisarlo. ¿Qué es lo que ustedes están plateando? Porque la redacción requiere explicarse…
AS —Hay dos cosas. Primero, respaldamos un sistema de incentivo a la inversión, esto es que el Estado tenga la capacidad de conducir la estrategia nacional de desarrollo. Porque la inversión viene a tener ganancia rápida, y una de las cuestiones que están sucediendo en nuestro país es la primarización de la economía, porque son los sectores que tienen altas ganancias, rentabilidad a corto plazo, eso genera que la inversión se radique en esos lugares. Entonces aquí se presenta una discusión: cómo hacemos para orientar más hacia aquellas inversiones que aportan tecnología, innovación y conocimiento a nuestra matriz productiva, que no tienen ganancia inmediata. Si yo invierto en tecnología e innovación, probablemente tenga ganancia a largo plazo, por tanto tiene que haber construcción de una política pública que me permita condiciones para hacerlo.
Pero además se nos ha presentado esta idea de discutir qué es una inversión. Porque si viene del extranjero, como se está dando en el mundo hoy, donde los servicios tienen un factor importante, si vienen las grandes cadenas comerciales de grandes superficies a comprar supermercados en Uruguay, ¿eso es una inversión productiva que el Uruguay tiene que exonerar? ¿Eso qué le agrega en términos tecnológicos, productivos, de innovación que modifique nuestro lugar en el mundo como vendedores de materias primas? No nos agrega nada, simplemente es la compra de un gran supermercado por otro. No incorpora nada. Por tanto la sociedad no debería perder recursos no cobrándoles impuestos a esos.
Y acá se impone otra discusión interesante muchas veces no le damos las mismas condiciones al capital nacional que le estamos dando a la inversión extranjera directa. Es un gran desafío, cómo le generamos las condiciones a la inversión extranjera directa para que venga y se radique en esas áreas que nos importan, pero tener una mirada importante hacia los sectores medios, a los pequeños y medianos productores, los pequeños y medianos comerciantes, que tenemos que defender porque el Uruguay es un mar de pymes, el 90 % de las empresas son pymes.
EC —¿Ustedes cuestionan o proponen revisar el sistema de promoción de inversiones extranjeras solamente? ¿O también proponen revisar esos incentivos, esas exoneraciones tributarias a determinadas inversiones nacionales?
AS —Decimos que tenemos que crear un sistema que promueva la inversión en las áreas de alta tecnología, de innovación y de incorporación de conocimiento a la matriz productiva. Tenemos que crear un sistema que industrialice el Uruguay. Y no puede haber diferencias entre la inversión extranjera y la inversión nacional. A veces las hay, la inversión extranjera tiene mucho más peso, mucha más fuerza y muchas veces logra mayores exoneraciones. Pero no puede haber ese sesgo hacia lo extranjero y desprecio a lo nacional.
Además tenemos que ser mucho más eficientes en ese gasto tributario. Por ejemplo, aquí hubo cadenas de supermercados, una cadena compró otra, las dos nacionales, y eso fue exonerado por la Ley de Inversiones. Ahí no pasó nada, una cadena se hizo más grande, pero no le aportó absolutamente nada al país. Entonces ¿por qué la sociedad tiene que perder recursos en un negocio en el que lo único que pasó es que una empresa se agrandó? Otra cosa es si tú me vienes a crear puestos de trabajo, si desarrollas en el interior, donde tenemos un problema de empleo importante, si incorporas algo que antes no hacíamos, si generas cadenas de valor. Ahí sí es necesario tener políticas en este sentido. Pero no hacerlo en otro lado.
Y después hay una reflexión, la ponían ustedes en lo que decía el senador Mujica, porque esto hay que mirarlo siempre en el mundo globalizado en el que vivimos. Esto también forma parte de esta discusión con la región, porque dentro de la región América Latina los países muchas veces compiten entre sí para que se radiquen inversiones generando mejores oportunidades, cuando en realidad debería haber la capacidad de tener una mirada frente al mundo mucho más de unidad latinoamericana y parámetros comunes para que no haya esa competencia. Porque en definitiva ¿qué hacen las empresas trasnacionales?: ¿me instalo de este lado del río o del otro? ¿Qué beneficio me das vos y qué beneficio me das vos? Hacen competir a los países, en este caso del Tercer Mundo, de América Latina, en vez de tener una política común para la atracción de esas inversiones.









