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Entrevista central: martes 29 de junio: Julio María Sanguinetti

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EC —La interna colorada ha cambiado mucho en estas semanas. Aquella división entre dos sectores relativamente fuertes, Vamos Uruguay (VU) por un lado, Propuesta Batllista (ProBa) por otro, como que se diluyó. VU se ha ido desarmando, no tiene un líder claro, el diputado Tabaré Viera está construyendo un movimiento apoyado en la experiencia que nació con él mismo allá en Rivera y con el intendente Marne Osorio. Fernando Amado intenta darle proyección a Batllistas Orejanos. Estuvo el nombre del ex comandante en jefe del Ejército Pedro Aguerre, que iba a largar una candidatura, pero después la retiró… ¿Usted se imagina cómo va a llegar al partido a las próximas elecciones?

JMS —Yo me imagino que va a llegar a las internas por lo menos con dos o tres candidaturas. Esperemos que por lo menos la mayoritaria sea lo suficientemente atractiva para un partido que salió muy mal de la crisis de 2002. Un partido de gobierno que está en crisis difícilmente no pague un pesado tributo a la crisis. Del mismo modo que, a la inversa, en el 2003 empieza una gran bonanza de los precios internacionales, entonces el que está se afirma, hace proyectos, se afianza. Que fue la suerte que tuvo el Frente Amplio (FA) y el país también, porque se creció a expensas de ese impulso internacional. Sin embargo, después de ese muy mal resultado al fin de la crisis, Pedro Bordaberry apareció como una figura de renovación, tuvo una buena elección municipal, luego el partido volvió a levantar, 17 %, 18 %. La última elección venía bien también, se cometieron errores políticos, indudablemente…

EC —Por ejemplo, el armado de la fórmula presidencial…

JMS —Por ejemplo.

EC —… el hecho de que fuera Coutinho el candidato a vice y no un hombre del ala batllista.

JMS —En efecto, todo eso, que es conocido. Y ahí el partido terminó en un 13 %, bastante magro, muy lejos de las aspiraciones que se tenían. Y ahora el alejamiento de Pedro naturalmente genera un vacío, pero también genera una oportunidad distinta. Por eso mismo, todos los que no estaban con Pedro tendían a aglutinarse, hoy ya no está claro eso, ya veremos cómo transcurre. Pero repito, yo estoy para fogonear las ideas, las tradiciones y las perspectivas del partido, que creo que es fundamental.

EC —Y nada más.

JMS —No, y nada más.

EC —La especulación sobre su nueva candidatura está todo el tiempo presente.

JMS —Como la de Mujica, y Mujica la alimenta con mucho más picardía y gracia que yo. Yo soy más rotundo.

EC —¿Usted la alimenta?

JMS —No, no, yo soy más rotundo. Lo que digo es: señores, si porque no voy a ser candidato tengo que callarme la boca, no escribir y no hablar… no, señores, no, yo soy periodista desde los 17 años, no paro un día de escribir, en mi vida. He escrito libros, he escrito crónicas, creo que tengo una voz que por lo menos trato de hacer llegar. Además, si Mujica es candidato y yo también, salimos en el libro Guinness de las curiosidades mundiales, un país con un candidato de 83 y otro de 84.

EC —Puede ser algo a intentar, ¿por qué no?

***

EC —Hablemos de algunos de los artículos que ha escrito. Empecemos escuchando una entrevista en el canal VTV, en la que el expresidente José Mujica lamentó que ya no esté vigente la ley de duelo.

(Audio José Mujica)

José Mujica (JM) —A mí me acusan de todo y… ¿sabe lo único que lamento? Que no exista la ley de duelo.

Periodista (P) —¿Qué? ¿Me va a decir que se va a tirotear, que se iba a tirotear…?

JM —¡Pero tranquilo!

P —¿En serio?

JM —Hay cosas que se arreglan así, de otra manera no se arreglan. No conversando, bla bla bla. Hablar es facilísimo en este país.

P —¿Usted me está hablando en serio?

JM —¿Y cómo no le voy a hablar en serio?

P —¿Si existiera la ley de duelo usted hubiera…?

JM —¡Pero tranquilo! No puedo agarrar una espada porque soy un viejo, pero por lo menos a los tiros capaz que anda. Sí, hay cosas que hay que arreglar así. De otra manera no se pueden arreglar.

P —¡¡¿A los tiros?!!

(Fin audio.)

EC —A muchos, esas declaraciones de Mujica les sonaron como un disparate. Sin embargo, usted escribió una columna en la que, de hecho, compartía esa inquietud.

JMS —No, yo lo que hice fue explicar lo que era el duelo, porque hoy a veces suena a cosa ridícula. Para empezar, hay que decir que eso es una larga tradición de la cultura hispánica y de la cultura criolla, que fue un fenómeno que ocurrió en las elites desde la Edad Media, que se enfrentaban los caballeros en los torneos a caballo y dirimían así muchas veces sus rivalidades. A veces los ejércitos quedaban formados de un lado y del otro y peleaban en duelo singular sus jefes…

EC —Acá mismo pasó.

JMS —… y acá mismo pasó. Entonces es una larga tradición, y no solo de las elites, también del pueblo. El duelo criollo famoso que está en Martín Fierro era por cuestiones de honor, a veces de política, las más de las veces líos de amores o a veces episodios circunstanciales. Eso se proyectó a la vida política, la gente se apasionaba y en los casos en que había insultos terminaban en un duelo. El duelo estaba penado por la ley, era delito.

EC —Pero se hacía igual.

JMS —Se hacía igual. Después llegaba la policía, todo el mundo declaraba que ahí no había habido nada de nada y no pasaba nada. Era una especie de complicidad colectiva. En el año 19 hay un duelo, quizás el más famoso de la historia, entre José Batlle y Ordóñez y Washington Beltrán, uno de los jóvenes directores del diario El País en esa época.

EC —El duelo de Qué tupé.

JMS —El duelo de Qué tupé a raíz de un suelto periodístico, una polémica periodística que deriva en lo personal. Y Batlle y Ordóñez mata a Washington Beltrán de un tiro en el Parque Central. Eso produce una enorme conmoción, la justicia actúa, Batlle está preso unas horas, es procesado. Entonces se activa una ley que había presentado Juan Andrés Ramírez, que hoy puede mirarse como una ley salvaje, pero era una ley civilizadora. Era una ley que decía que en los casos de homicidio o de lesiones graves era un eximente cuando ello ocurría en un duelo dentro de ciertas formalidades.

EC —Y las formalidades implicaban que había un filtro antes de llegar al duelo en sí mismo.

JMS —Por eso digo que era civilizadora, porque de diez líos, nueve se arreglaban en el transcurso, se paraba la polémica, se paraba el debate, se paraban los insultos y se terminaba.

EC —Porque había una instancia previa que era la que laudaban los padrinos.

JMS —No, los padrinos… usted me desafiaba a mí, mandaba sus padrinos, si yo aceptaba el duelo nombraba los míos. Ambos se reunían, los cuatro, y sus padrinos nombraban un miembro del tribunal, los míos nombraban otro, ambos se juntaban y nombraban a un tercero que era el presidente del tribunal.

EC —Y ese tribunal era el que resolvía.

JMS —Ese tribunal resolvía dos cosas. Primero, si la ofensa era de tal magnitud que no merecía otra solución que el duelo, y en segundo lugar, quién era el ofendido, porque el ofendido era el que elegía el arma, para que un espadachín insultando gente no fuera simplemente el dueño de la situación.

EC —Esa ley estuvo vigente en nuestro país hasta el año 1992.

JMS —Algo así. El único que votó en contra fue Gonzalo Aguirre, nieto del autor de la ley, de Juan Andrés Ramírez. Esos tribunales laudaban, a mí me mandaron los padrinos varias veces, yo nunca los mandé.

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