
EC —Le leía fuera de micrófonos un mensaje que llegaba de la audiencia a propósito de que usted mencionó el término salsa. Dice “¿Cómo? ¿Salsa y además tiene apellido García Robles? ¿Qué vinculación tiene con nuestro Hugo García Robles o Sebastián Elcano?”.
SGR —Ojalá la tuviera, pero no, no tengo ninguna. Es un término muy inglés, secret sauce; cuando alguien tiene algo que le está funcionando bien todo el mundo quiere saber cuál es el secret sauce.
EC —Hugo García Robles fue un legendario periodista y crítico, entre otras cosas, de cocina, un gourmet él en sí mismo, pero pedagogo al mismo tiempo, un referente. Lo conoce.
SGR —Lo conozco, sí, me han dado mi minuto de fama pensando que venía de esa familia, pero lo destruí diciendo que no, vengo del otro lado del charco.
EC —Usted dice que desde mediados de los 2000 está conformándose un movimiento innovador con identidad propia en América Latina. Señala que tiene algunas bases, por un lado espíritu emprendedor, por otro el apoyo en la tecnología y la frustración como desafío.
SGR —Y como motor.
EC —Una frustración del país o de la región o de la localidad como el motor que lleva a actuar. Entonces esto está tomando forma; ¿qué le falta todavía?
SGR —Nos falta creérnosla…
EC —¿Creérnosla…?
SGR —Sí, yo todavía recibo muchas propuestas de inversiones que se comparan con Facebook, Uber, Mercado Libre, y eso implica todavía que el emprendedor todavía tiene que creer más que él puede tener algo que sea innovador y que no necesita compararlo con otro modelo para que sea atractivo. Nos faltan más listados en la bolsa. Obviamente, cuando escuchamos que Despegar.com está listado un IPO (initial public offering), eso hace que el mundo nos conozca, pero nos faltan muchas más “salidas exitosas”, que es cuando una compañía se vende de tal manera que gana muchos retornos y entonces aparece en los medios. Es parte de nuestra obligación –el BID y el Fomin lo hacen– hablar de la innovación que está saliendo de esta región. Este año, por ejemplo, apoyamos un estudio sobre las tecnolatinas que se nos vienen con valuaciones interesantes y que podrían llegar ser en los próximos cinco años los unicornios de América Latina. Un unicornio es una empresa que tiene una valuación de más de US$ 100 millones. Eso hay que hablarlo para que la gente empiece a tenerlo en el radar y pueda conectarse en el mundo globalizado de hoy.
EC —¿Algunos ejemplos?
SGR —Tenemos Fluenta, que es un fintech; Satellogic, que es una red de satélites que puede cambiar cómo se manejan cuestiones climáticas, cuestiones de seguridad. Y tenemos otras que están creciendo más y que pueden atacar temas más sociales, como Zolvers, una compañía que empezó siendo una plataforma para conectar familias con la necesidad de tener empleados domésticos. Hoy esa plataforma está dando y acreditando a esas empleadas domésticas para que puedan ir al banco y conseguir préstamos, se está mudando a una plataforma de fintech. Esto es la innovación latina, a lo mejor se empieza con algo que puede ser innovador pero no tanto, y después se abren otras brechas de oportunidades. Aquí mismo tenemos una compañía como Genexus, que hoy es un referente mundial, que ha crecido muchísimo y que empezó a pulmón, como empiezan la mayoría de las compañías latinoamericanas.
EC —Genexus nació con un software para hacer software. Y por supuesto tuvo que hacerse camino, tuvo que hacerse espacio, en la medida en que esto arrancaba en Uruguay y sus potenciales clientes les preguntaban “¿Uruguay?”.
SGR —Absolutamente. Justamente, el emprendimiento es exitoso cuando hay resiliencia, y en América Latina y el Caribe en general somos muy resilientes, porque tenemos muchos problemas, que es casi el caldo de cultivo de un buen emprendedor que las cosas no le sean fáciles.
EC —¿Ese es un ingrediente de la “salsa”?
SGR —Exactamente, es un ingrediente.
EC —Estábamos hablando de desafíos pendientes, de lo que le falta todavía a este movimiento. Usted habla de la importancia de colaborar en la construcción del ecosistema.
SGR —Exactamente. Creo que Uruguay ha dado grandes pasos en esto, como muchos otros países de América Latina. Lo de ecosistema se toma del término biológico, el ecosistema donde los peces tienen todo y uno come al otro pero es algo revolvente. El ecosistema del emprendedor son las condiciones que tiene ya sea del gobierno que apoya, como por ejemplo a través de la ANII acá en Uruguay; de la prensa, que sabe hablar de esos emprendimientos, sabe hablar de lo que se necesita, de los éxitos, y también de las lecciones aprendidas después de un fracaso; del ambiente académico. En Estados Unidos –y eso sí hay que imitarlo– normalmente si uno estudia relaciones internacionales, empresas, lo que sea, va a tener probablemente un profesor que haya sido un inversor ángel en compañías que le ponga como trabajo de equipo que averigüe cuál es la mejor compañía y que le haga un plan de negocios. O sea, que la universidad se vuelva mucho más práctica y que el término emprendedor deje de ser, como era hace 15 años, un término que te hacía sospechar “este es alguien que perdió un trabajo y todavía no consiguió otro, por eso se denomina emprendedor”. Hoy emprendedor tiene validez por sí mismo.









