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EC —También nos acompaña Wilmar Amaral.
WILMAR AMARAL (WA) —El presupuesto de Plaza Colonia es el sueldo de una figura de Nacional o de Peñarol. Y esos mismos jugadores que recién comentaban que iban en bicicleta les ganaron a los dos, le ganaron a Nacional en Colonia y el otro día le ganaron a Peñarol en su estadio y fueron campeones.
Yendo a lo deportivo, Diego Lugano, que hoy es jugador del San Pablo, un equipo donde es ídolo y figura y fue capitán durante muchos años, hace un tiempito estuvo sin equipo y entrenó con el plantel de Plaza Colonia, con muchos de esos jugadores. ¿Cómo fue la presencia de Lugano? Tengo entendido que fue un gran motivador, un gran referente para los jugadores que terminaron quedándose con el Torneo Clausura. ¿Qué nos pueden contar de la presencia de Lugano?
EF —Diego Lugano siempre fue un referente nuestro. No hay que olvidar que en sus comienzos en el fútbol profesional, cuando Diego Aguirre dirigía al Plaza, en el 2002, Lugano fue el capitán de Plaza Colonia que lo llevó a jugar una pre-Libertadores, porque antes se jugaba la liguilla, los campeonatos eran anuales y no había ni Torneo Apertura ni Clausura, era a dos rondas. En ese año llegamos a la primera fase de la Copa Libertadores y Diego era el capitán. Hay un relacionamiento de hace muchos años con Diego Lugano.
EC —En esa época el otro zaguero era Eduardo Espinel, que hoy es el director técnico.
EF —Sí, paradójicamente. Y hay otra cosa más llamativa: haciendo una sesión de fotos para un diario de la capital el otro día encontramos una foto del año 2002 en la que estaba Mariano Bogliacino al lado de Eduardo Espinel, por esas casualidades. Hoy todavía más anecdótico es ver que Eduardo está dirigiendo a Mariano en su vuelta al fútbol uruguayo. Creo que se conjugaron muchísimas cosas para hablar de lo que hoy se puede decir que es el Leicester uruguayo, que no lo es, por lo menos para mí en lo personal no hay un punto de comparación. Plaza es Plaza nada más, el reflejo de gente muy humilde, de gente que sabe a conciencia que no son los mejores, pero que sí dan lo mejor de ellos y lo dan muy trabajosamente, muy humildemente.
El abanderado de Plaza en eso de trabajar humildemente es Eduardo Espinel, que como buen carpintero que quiere sacarle lo mejor a la madera agarró la madera de estos chicos, consiguió lo mejor de ellos e hizo ese milagro, para muchos. Quienes estamos acá en Colonia, quienes sufrimos todos los días y tenemos un sentimiento muy particular sabemos que no es milagro; ustedes hablan de los sueldos, a veces se dice “cuando no hay plata no se puede”. Es verdad que cuando no hay plata no se pueden muchas cosas, pero a veces cuando se quiere con ganas, se sueña y se tienen metas claras, como las tiene este grupo, como las tiene el grupo gerenciador –hay un capítulo aparte para ellos, hacia quienes tenemos de un enorme agradecimiento como dirigentes e hinchas de Plaza–, creo que se puede.
No hay mucho milagro en todo esto, a veces la parte económica se usa como excusa para no querer superarse. Como dijo Roberto cuando le preguntaste qué era lo que los motivaba cuando la parte económica no puede ser un motivante, como lo es en el fútbol con los sueldos millonarios de Europa o localmente con los presupuestos de los clubes de Montevideo y sus figuras. Es eso: el hambre de gloria, el hambre de superarse.
EC —Ese es un término que ha aparecido mucho en las declaraciones de los jugadores en estos días: “hambre, teníamos hambre”. “Hambre de que nos dieran pelota”, dijo alguno, de aparecer, de existir, de demostrar lo que eran, lo que podían hacer.
EF —Sí, que la gente entendiera que no todo es estrellato, que esto no es todo show, porque hay una parte de show, como en todo espectáculo, y había que ver a los actores, había que ver sus historias de vida, que son historias simples, no son complicadas. Ayer nos llamaron de una radio de Buenos Aires; yo en particular todavía no me he dado cuenta de la relevancia de esto, pero sí de lo que es a nivel internacional que un cuadro le dé una cachetada a un sistema, no solo al fútbol, demostrando que sí se puede. Y uno de la radio de Buenos Aires dijo: “Esto es para hacer una película, para decirle a [el director de cine Juan José] Campanella que empiece a escribir un guion, porque esto parece una película americana”, porque los americanos son muy de contar historias de vida a través del deporte. Creo que se puede contar una historia de vida de todos estos muchachos; muchos de los jugadores estaban a punto de dejar el fútbol, estaban viendo la posibilidad de tomar un trabajo formal para mantener su familia, para buscarse un futuro, ya que nosotros en ese momento no teníamos la posibilidad de darles otra opción.









