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Entrevista central, martes 31 de mayo: Emilio Fernández, Roberto García

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EC —Roberto, a propósito de la presencia de Lugano, que estuvo junto con Plaza Colonia en un lapso de esta nueva etapa y parece que dejó su huella, se comenta que hay principios que tienen que ver con el proceso encabezado por el maestro Óscar Washington Tabárez en la selección que ustedes han tomado: orden, humildad, respeto. Ese es el lema que el técnico Espinel inculca en el Colonia. ¿Cómo es esta parte del asunto?

RG —De repente hablo un poquito de más, pero acá afuera no tenemos la posibilidad de trasmitir todo lo que estamos haciendo, y con Carlos estamos convencidos de que, pase lo que pase de aquí en más, en todos los años que vengan de fútbol, no solo las finales que vamos a jugar, dejamos un mito en el fútbol uruguayo con todo lo que estamos haciendo. Por eso digo con todo respeto a los medios que nos preguntan cuál es el secreto de esto, e incluso tuvimos un mensaje muy importante de alguien muy importante de que el fútbol uruguayo ojalá cambie para bien en todos los aspectos, que con poco se puede hacer mucho. Nosotros te podríamos ocultar cosas y decirte otras cosas que no podrían ser. Pero desde que estamos vamos con la verdad, decimos la verdad; como te dije, yo ya estoy en los entrenamientos de formativas, le dimos libre al plantel principal lunes y martes, recién se reintegra mañana, y estamos abocados a esto.

Cuando estuvimos en Brasil tuve la oportunidad de conocer a “el maestro” y darle un abrazo. Nos felicitó porque íbamos primero y sobre todas las cosas por el proyecto, porque él sabe que la mayoría de los jugadores que están en la selección son del interior. Entonces el maestro sabe que el proyecto del interior es muy importante y si fuera por él más de cuatro o cinco clubes tendrían que estar jugando en AUF en primera división.

Lo que le copiamos al maestro –lo bueno es bueno copiarlo– justamente es eso: el trabajo, la humildad, el sacrificio. Esto fue lo que les inculcamos a todos los entrenadores. El plantel de jugadores, de futbolistas, no lo hace Eduardo Espinel, lo hacen Carlos Manta y Roberto García. Nosotros le damos a Eduardo Espinel la madera para que empiece a transformar la puerta o con una viruta de repente transforme una puerta, lo que sea, como carpintero que es en el buen sentido de la palabra. Lo que les pedimos a todos, lo que les inculcamos es el modelo de trabajo, sobre todo Carlos que tiene muchos años de experiencia en esto, y más en el fútbol profesional. El plantel principal lo armamos nosotros, Eduardo dice “preciso un volante por derecha” y nosotros se lo traemos; Eduardo no nos da nombres, los puede sugerir, pero somos nosotros los que vamos a buscarlos. Si está en el club, bárbaro; después si está en el departamento, y si no está en el departamento, recurriremos a Montevideo o a alguna otra cosa que pueda suceder.

EC —Un ejemplo de cómo trabajan la parte orden, humildad, respeto que vi estos días en notas de prensa me llamó la atención: los propios futbolistas crearon un reglamento para su comportamiento cuando van a hoteles, restaurantes y lugares públicos.

RG —Normalmente eso se da en todos los clubes. Cuando llegamos los chicos venían a practicar con camiseta de Peñarol, de Nacional, de River, de Boca, de Independiente, de Racing, venían con caravanita. Acá nadie entra con caravanita, de la puerta para afuera que hagan lo que quieran, de la puerta para adentro nadie entra con caravanita. De la puerta para adentro nadie entra con camiseta que no sea de Plaza Colonia o vestimenta formal. Eso ya es respeto y respeto hacia el otro también.

Cuando vino Lugano acá yo no tenía el gusto de conocerlo, pero como fue compañero con Eduardo y se estaba recuperando de la rodilla, le pidió a Eduardo para entrenar, si podía venir, si no molestaba, porque él tiene una propiedad en Colonia y quería venirse unos días. Vino dos o tres veces por semana durante un mes y para los muchachos, en la B, fue tocar el cielo con las manos. Sobre todas las cosas, Lugano habla el mismo idioma que hablamos nosotros, del sacrificio, la humildad, el saber querer lo que tienen, porque hay gente que de repente quiere jugar al fútbol profesional, sea en la A o en la B, y no tiene la posibilidad. Diego les inculcó que no se quejen por lo que no tienen; al contrario, que aprovechen dónde están y lo que tienen, que es mostrarse y jugar al fútbol. Yo estaba en la charla que hizo y la verdad es que a uno lo erizaba. Dejó su sello, estuvo en 10 o 12 entrenamientos, pero dejó su estampa como líder que es, como el gran capitán de la selección uruguaya que es. A los muchachos les entró de una forma maravillosa.

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