
EC —tú te detenías en los frenos, los escollos que determinadas acciones que lleva a cabo la cancillería encuentran dentro del partido de gobierno, dentro del propio FA. Cuando se va a promover un paso en la inserción internacional, cuando se procura la firma de un TLC o la incorporación a un acuerdo regional, desde dentro del propio oficialismo surgen objeciones y eventualmente bloqueos.
Quienes plantean sus discrepancias desde dentro del FA manejan varios argumentos: uno, la obligación que Uruguay tiene de respetar los otros compromisos internacionales asumidos, en particular lo que tiene que ver con el Mercosur, que integra. Dos, la preocupación por los impactos negativos que algunos de esos acuerdos tienen para sectores sensibles de la producción nacional: por ejemplo porque aparecen cláusulas sobre propiedad intelectual que pueden provocar perjuicios a la industria farmacéutica de nuestro país. En general, tres, reclaman que haya estudios de impacto que avalen la conveniencia de ir o no por cada uno de esos caminos. ¿Qué dices tú a propósito de esta forma en la que está planteada el debate?
NA —Son diferentes aspectos. La posición que tiene Uruguay ya en otros acuerdos, el Mercosur es uno, yo soy un defensor de que tarde o temprano vamos a tener que hacer un fuerte debate Mercosur sí, Mercosur no. Pero seamos realistas que en esta intención de debates estratégicos que debemos tener porque el tiempo en estas cosas es cada vez más limitado, yo no creo que estemos en condiciones hoy de poner sobre la mesa un debate de blanco o negro, Mercosur sí o no, porque no están dadas las condiciones políticas, terminaría en un debate de derechas o de izquierdas y no ayudaría al país.
EC —Pero por ejemplo el TLC con China, la posibilidad de un TLC con China, que el presidente Tabaré Vázquez dejó encaminada cuando visitó ese país hace unos meses terminó quedando luego bajo la tutela del Mercosur. Uruguay solo no va a poder negociar ese acuerdo, el Mercosur salió a sostener, por ejemplo a través del presidente argentino, Mauricio Macri, “como bloque vamos a negociar” y algunos entienden que de esa manera lo que va a ocurrir es que esa posibilidad no va a existir, que va a ir diluyéndose.
NA —Sí, lamentablemente son acuerdos que pueden volver a quedar en la nada, y a Uruguay realmente se le va la vida. Pongo unos números: hoy el 90 % de los acuerdos firmados en el marco de la OMC –más de 400 acuerdos comerciales– son zonas delibre comercio, acuerdos de flexibilidad, y el 10 % son integraciones profundas como el Mercosur, una unión aduanera. Eso quiere decir que el mundo va hacia otro lado. Porque cuando uno analiza algunas uniones aduaneras o integraciones más profundas en general que han funcionado, es porque tienen objetivos, una estructura productiva si se quiere llamar más homogénea. Digo esto porque va a ser muy difícil cerrar acuerdos con mercados grandes, con la Unión Europea venimos negociando hace 20 años, pero mañana con China abrir una negociación, porque los objetivos comerciales que tenemos son muy diferentes.
EC —¿Qué estás diciendo con eso? ¿Que el Mercosur mismo hay que revisarlo?
NA —Sí, puede quedar en la nada este tipo de acuerdos si queremos negociarlos todos juntos, entonces hay que buscar mecanismos, no digo la flexibilidad lisa y llana como a veces se trata de decir, “hay que flexibilizar el Mercosur”, pero sí ver alternativas concretas. Esto es un poco más extenso, pero con la Unión de Exportadores en aquel momento cuando hablaba hace un mes y tanto en Uruguay, hablaba de adoptar mecanismos de consulta, espera y acción, que se pueda plantear una decisión en que el Uruguay establezca que está por iniciar una negociación y que el resto de los miembros no deban decir sí o no a si usted puede negociar, sino más bien si dicen no, el país en cuestión puede avanzar en la negociación con la condición de que si mañana el resto de los países como Mercosur terminan el acuerdo con ese acuerdo con ese país, el país que inició el acuerdo se acople al acuerdo. Es un tema muy técnico, pero es una extensión de la decisión 3200, porque tal como están dadas las cosas van a pasar 20 años más y vamos a seguir buscando de a un mercado cada 20 años. Eso nos deja muy relegados si queremos usar a Mercosur como nuestra plataforma comercial. Urge para el Uruguay no digo darle la espalda al Mercosur, porque claramente hay hasta razones históricas para no ir por ese camino, pero sí buscar mecanismos más realistas que los que tenemos hoy, porque vamos a estar encontrando mercados cada 20 años.
EC —Este tipo de acuerdos están al mismo tiempo muy debatidos, están formando parte incluso de los debates de campañas electorales. Te lo digo porque quiero centrarme acá en otra de las objeciones que se manejan desde la izquierda, desde dentro del FA en particular: ¿cuán perjudiciales pueden terminar siendo para los trabajadores algunos de estos acuerdos de libre comercio.
Fijate el caso de Estados Unidos. En Estados Unidos terminaban coincidiendo en esa crítica Donald Trump, que fue quien finalmente ganó y es el presidente, y Bernie Sanders, el candidato del Partido Demócrata que perdió la interna frente a Hillary Clinton. Hace pocos días estaba repasando una entrevista a Bernie Sanders en el programa Hard Talk de la BBC, y él decía “yo estoy en el Congreso de Estados Unidos y puedo afirmar de manera contundente que esos acuerdos de libre comercio los negocian y redactan las multinacionales. Son los intereses de esas empresas los que están en juego, yo entiendo que hay que negociar de otra manera, dándole participación a los intereses de los trabajadores”.
Mi sensación es que esta visión está muy presente en esas discusiones que se plantean dentro del Uruguay y dentro del oficialismo.
NA —Sin duda, y esto es un tema en el mundo en general hasta desde el punto de vista más técnico. Hay un consenso hoy en la teoría de estos temas, pero también en la práctica, de que obviamente antes se pensaba que la apertura comercial iba a ser para beneficio de todos, y tarde o temprano quienes eran los perdedores de estos procesos a la larga iban a tener su retribución. Lo que se ha visto a lo largo de los años es que efectivamente hay perdedores en estos procesos. Pero no por eso debemos tirar todo por la borda, porque hay países que siguen avanzando en estos caminos y si no quedan en una desventaja comparativa entre unos y otros.
Es verdad, estoy totalmente –y vaya si lo sé pro estar acá– de esa línea igualitaria que existía de alguna forma en los extremos a veces de la política de compartir estas visiones.
Una cosa que ese está haciendo un estudio de factibilidad claro, que uno de los puntos que tú mencionabas es cuando a veces desde la izquierda se critica por qué no se llevan a cabo o no se comparten cosas de la Cancillería, estudios de factibilidad, que yo no dudo de que la cancillería lo hace, se comenta que con el TLC con Chile no hubo un estudio de factibilidad.
EC —Sí, ayer el diputado Chiazzaro, del Partido Socialista, cuando lo entrevistábamos decía: “Por ejemplo, ahora estamos considerando en el Parlamento el acuerdo de ampliación del TLC con Chile y no hemos recibido del Ministerio de Relaciones Exteriores un estudio de impacto”.
NA —Eso no lo sé, pero si él lo dice. Creo que es importante hacer estudios de factibilidad, porque son números claros, proyecciones claras, que muestran quiénes pueden ser los potenciales perdedores y ganadores de estos acuerdos. Pero tenemos que empezar a pensar en un escalón más, quiénes son los perdedores y ver mecanismos de compensación para los perdedores de estos procesos. Porque a veces son muchos más los ganadores y son muchas más las oportunidades que puede tener el país por delante. Entonces esto no es porque exista, y en todas las políticas públicas lamentablemente siempre hay un grupo de perdedores y ganadores, lo que hay que hacer es reducir los perdedores de estos procesos. Pero repito, no porque sabemos que pueden existir potenciales perdedores, incluso hay mecanismos de compensación, sea a través de impuestos, de relocalizaciones de foco de trabajo que se hayan perdido, en sí hay también una estrategia de país, decir: con esta industria es muy sensible, entonces no la pongo en negociación y tener que convencer a mi contraparte de que por ejemplo en textiles yo no negocio, porque tengo una industria que de alguna forma no podría competir mañana con la industria china si se mete en el mercado local, son estrategias país. Pero todo esto es debatible, debatámoslo, veamos cuáles son nuestras industrias sensibles y ni siquiera las ponemos en la mesa de negociación porque con esto no jugamos. Pero todo esto n puede debilitar la herramienta en general de la apertura comercial, porque hay muchos exportadores esperando ser un poco más competitivos en el mercado de destino. Entonces reitero que la conciencia de la existencia de perdedores, que cambiará según el mercado en cuestión, no puede derribar la herramienta general de la apertura comercial.









