
EC— A lo largo de los meses, y según dice el propio informe que se presentó el jueves en el Parlamento, su oficina está poniendo foco en una cantidad limitado de centros. Especialmente los del área metropolitana. ¿Por qué?
JMP— Bueno, no. No es que estemos poniendo foco en una cantidad limitada. En realidad los estamos recorriendo todos. Yo ya estuve en los 30 centros del país. Para ser exacto, me falta Trinidad, que es una pequeña unidad que se iba a cerrar, que tiene a unas 15 personas, más los lugares que tienen que ver con el sistema, donde hay personas por ejemplo inimputables. Por ejemplo, el hospital Vilardebó, en el hospital Saint-Bois…
EC— Sí, eso está consignado, pero al mismo tiempo dice el informe “estamos dando especial seguimiento a los centros del área metropolitana”.
JMP— Exactamente. Porque allí está casi el 70 % de la población total. En un pequeño radio… el Comcar está a 15 minutos de donde estamos ahora, 15 minutos de la Plaza Independencia, yendo por los accesos…
EC— Cuando hablamos de los centros del área metropolitana estamos hablando del Comcar, Libertad, la cárcel de Canelones, Punta de Rieles y el Centro Metropolitano Femenino…
JMP— …que está allí en Colón. Libertad, Comcar, Canelones son todavía los llamados “macropenales”. Y ni que hablar el Comcar, donde está uno de cada tres presos del país.
EC— 3.388 personas detenidas en el Comcar.
JMP— Exactamente. Es una ciudad, una pequeña ciudad, que tiene enorme valor estratégico. Yo creo que tiene que ser visto no como un centro más sino como un lugar que debería tener una dotación de recursos muy particular, muy fuerte, y se encarga a veces con la misma estructura que una pequeña cárcel del interior. Una pequeña estructura organizacional. Capaz que una de las pistas que yo planteaba ahí para el cambio, no son recetas terminadas ni son soluciones mágicas, son simplemente pistas para pensar en común, recomendaciones, va en cambiar ese esquema, ¿no?
EC — Hablemos del Comcar, que es la preocupación principal de este documento conocido la semana pasada. ¿Podemos describir mínimamente cómo es? Es un complejo carcelario, su propio nombre lo indica.
JMP— Sí. Es un complejo carcelario. Si el sistema penitenciario es heterogéneo, el Comcar de por sí es heterogéneo. Imagine usted un lugar de ingreso, una especie de columna vertebral en el medio, donde hay un campo, una avenida. Hacia el fondo ese rectángulo –será algo así como 1 km, más o menos– y hay en ese complejo unos diez módulos –algunos están operativos, otros no– con distintas situaciones. Hay un polo industrial, una experiencia muy notable, que sigue funcionando y es uno de los pulmones. Ese polo industrial es una experiencia que ustedes relataron, donde estuvo Rosario [Castellanos]. Una experiencia muy notable, que sigue funcionando y que es uno de los pulmones que mantiene eso y no sé lo que sería ya no el Comcar sino el sistema.
Y después hay distintos módulos, con distintas situaciones. Hay desde un módulo de máxima seguridad –el módulo 12–, que tuvo publicidad últimamente porque hubo una huelga de hambre de algunos días. Y después distintos módulos. Algunos de ellos donde hay internos que no salen de allí. En principio los internos tienen que salir, por ejemplo para ir a clases, a un lugar llamado la comunidad educativa, que es un galpón que fue reciclado, que tiene muchas aulas muy bien equipadas, y muchas veces el problema justamente es ese: no hay quien los lleve. Hay muchísimos inscriptos a la actividad educativa y son muy pocos los que van.
En el medio de esa columna central hay un espacio deportivo, después hay un espacio [que está siendo] reciclado para ser un ala asistencial, y a los costados se van desplegando los distintos módulos con su vida propia, que dependen todos de una única dirección. Una de las propuestas era que hubiera una dirección de cada módulo. Cada módulo no tiene un referente. Cada módulo tiene por ejemplo 500 personas, en algunos casos más. Quinientas personas es de hecho la población que debe tener una cárcel, no un sector.









