
EC —Ahora, en estos módulos, 8, 10 y 11, solamente trabaja el 7 % y el porcentaje de quienes reciben algún tipo de educación, de nuevo, es el mismo, 7 %, aunque el propio informe aclara que educación está comprendido acá en un sentido muy laxo, no estamos hablando necesariamente de que vayan a clase todos los días.
JMP —Sí, todavía es una de las cosas que el sistema… de nuevo, pese a las mejoras que han habido, la sensibilidad que hay, la preocupación que existe, a experiencias notables como la del Polo Industrial [del Comcar], la cárcel de Punta de Rieles, Salto, Durazno, Minas, Cerro Largo… pese a eso las actividades educativas y laborales todavía son muy pocas y muchas de ellas tomadas algunas entre alfileres, o sea, la asistencia…
EC —De todos modos… incluso aunque sea mínima la educación a ese servicio solo accede el 7 %.
JMP —Sí, en estos lugares es muy bajo, casi nulo.
EC —Lo mismo que 7 % es la proporción de los que trabaja, y cómo se entiende cuando en el propio Comcar funciona el Polo Industrial del que se hablaba recién, y también existen organizadas actividades educativas. ¿Por qué se da esa dificultad para estos presos en particular?
JMP —Y bueno… simplemente por una cuestión de distancia y falta de gente y falta de programas que los arrimen, porque como tú decías… ahora por ejemplo, estuve el jueves pasado, hay un grupo de internos de estos módulos, 70 internos, que los están llevando a trabajar. Los mismos internos que pueden parece como las peligrosos y los más complicados son personas que, muchos de ellos por primera vez en meses, en meses, salen de la celda y van a trabajar, y están trabajando normalmente.
EC —En principio no hay ningún impedimento para que estos presos, pese a sus características, pese a sus antecedentes, participen de [actividades] de trabajo o de educación.
JMP —Para nada. Dentro del establecimiento pueden involucrarse en cualquier tipo de actividad. Está este programa de gerenciamiento, de gestión. Hay presos anotados para trabajar, anotados para actividades y por falta del personal no pueden salir. El sistema no da abasto y por falta de actividad educativa no genera alternativas. Si nos basamos solamente en la desconfianza, obviamente se requieren miles de funcionarios que custodien a un interno. Ahora, en muchos lugares se logra que haya grupos educativos en que se responsabilice ese traslado o que se establezcan en los módulos áreas educativas. Dividir la gestión. La solución no es solo llenar de funcionarios y más funcionarios. Hay que pasar de la gestión "custodial" a una gestión educativa, que por supuesto tiene que tener un sentido de control externo.
EC —La falta de actividades que le den un sentido a la vida llega al extremo de que ni siquiera salen de las celdas. Quedó dicho recién al pasar que algunos de ellos cuando van finalmente a trabajar al polo industrial, a una actividad educativa o cuando salen por primera vez, resulta que esa su primera salida de la celda ¿en cuánto tiempo?
JMP — Bueno, hemos tenido muchachos que hacía meses que no salían.
EC — ¿Y cómo es el régimen de salidas al patio para esta población en particular?
JMP —Es por sector, según datos que nos dieron en los propios módulos, formalmente es de media hora por semana.
EC —¿Media hora por semana de salida al patio?
JMP — Ahora, por esta cuestión, se está flexibilizando un poco más. Se han puesto profesores de educación física, se logran actividades deportivas para algunos sectores pero sigue siendo un régimen donde es muy común encontrar que no hacen ninguna actividad.
EC —Se quedan en la celda. ¿Y cómo es la celda?
JMP —Es compartida, según los casos con dos, tres, cuatro internos, donde obviamente no hay actividad, no hay biblioteca.
EC —Esas celdas a su vez están más pobladas de lo debido.
JMP —En estos módulos, especialmente en el módulo 8 y en el módulo 10, están superpobladas, hay hacinamiento. Es la zona del sistema donde queda más hacinamiento, y donde no hay nada: no hay material impreso, no hay libros, no hay actividades comunes, no hay educadores que vayan y vean cuáles son los problemas, qué se puede hacer en el día. Es desesperante ver la cantidad de jóvenes que están allí y que el deterioro va avanzando y el deterioro va creciendo. Y de pronto encontrás jóvenes que entraron… es verdad que hay muchos primarios que llegan con problemas de consumo, donde no hay programas de desintoxicación o programas de planteo de información sobre las adicciones. Uno ve allí que hay como una fuente de problemas que no está haciendo atacada.
EC —En buena medida los problemas se generan porque ese grupo metido adentro de celda no tiene absolutamente nada que hacer durante todo el día.
JMP —Y sí, yo creo que aunque pongamos a los mejores estudiantes del mejor instituto privado del país, si los encerramos ahí sin ninguna actividad, cuando salgan no van a pedir un posgrado, van a salir con otro tipo de planteos. Pensemos en las maras, las famosas maras centroamericanas, tan violentas -todo el mundo conoce de lo que estoy hablando-, nacieron en las cárceles de EEUU y luego colonizaron las cárceles en Centroamérica: en Honduras, Guatemala, El Salvador. Si de las cárceles no logramos que salga educación, trabajo, contacto con la familia, sale otro tipo de violencia. Por eso es el valor estratégica en la política pública de integración social lo carcelario. Ya se acabó esa idea de la cárcel como cajita cerrada, un problema de unos pocos. Es un tema medular y lo que requiere trabajo en estos centros es muy parecido a lo que requiere trabajo en un barrio: educación, integración social, trabajo con la familia, programas socioeducativos.
EC —¿Qué recomendaciones hace el comisionado parlamentario para el sistema carcelario a propósito de estos módulos? Vamos a conversarlo en el final de la entrevista.









