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Entrevista central, martes 8 de marzo: Danilo Astori

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EC —Pregunta un oyente, Raúl: “¿Qué debería ocurrir para que nuestro país lograra ahorrar? ¿Es posible? ¿O seguiremos eternamente solicitando préstamos?”.

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EC —¿Tiene por lo menos un primer comentario a propósito de esa pregunta del oyente, qué debería ocurrir para que nuestro país lograra ahorrar?

DA —Creo que el país manejó financieramente muy bien sus recursos en los últimos tiempos. Si por ahorrar se entiende detraer recursos al cumplimiento de las obligaciones contraídas con la ciudadanía a través de los programas de todos estos años, no estoy de acuerdo.

EC —Creo que el oyente apunta a que las cuentas del Estado tengan superávit, porque la segunda parte de la pregunta es “¿Seguiremos eternamente solicitando préstamos?”.

DA —El país tuvo un resultado fiscal muy bueno durante muy buena parte de los últimos años. El deterioro que hoy estamos registrando y percibiendo es un tema de los últimos tres o cuatro años. Quiere decir que el país manejó bien sus cuentas fiscales. Y en materia de endeudamiento, lo manejó todavía mejor, porque Uruguay disminuyó notablemente la importancia de su deuda respecto al esfuerzo de su producción. Hace unos diez años la deuda bruta total del país representaba prácticamente lo mismo que el producto, 100 %, luego cayó 40 puntos respecto al producto en los años siguientes, y hoy la deuda neta –el equivalente a la deuda bruta menos las reservas de las que dispone el Uruguay, que es lo que importa, sobre todo para ver la capacidad de ahorro que puede tener el país– representa poco más de 30 puntos del producto. Eso es muy importante y revela que Uruguay ha sabido administrar sus recursos financieros, tiene hoy un grado de solidez y liquidez muy importante, que tiene mucho que ver con el grado inversor.

Uruguay hoy tiene financiadas todas las obligaciones de un año. Todas, absolutamente todas, está prefinanciado. Y si tomamos dos años, Uruguay hoy no tendría ningún problema importante, al contrario, trabajaría cómodamente en el financiamiento de las obligaciones de dos años. Eso significa que ha sabido administrar sus recursos. Esto también tiene que ver con la capacidad para ahorrar, para manejar de la mejor manera posible los recursos con los cuales va a financiar su gasto.

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EC —La inflación se ubicó en términos de 12 meses a febrero en 10,23 %, pasó la barrera psicológica de los dos dígitos. ¿Qué ocurrió?

DA —Ante todo, estoy de acuerdo con lo de barrera psicológica, muchas veces hemos hablado de esto en estos años. Estoy de acuerdo con el carácter emblemático del número, tal vez sea por aquello de pasar de un dígito a dos, pero no es este un anuncio de aceleración del ritmo inflacionario para el futuro. Quien crea que esta llegada a los dos dígitos en febrero es un anticipo de multiplicación de la inflación en el futuro se equivoca y se equivoca mucho.

En primer lugar, en febrero se acumularon un conjunto de factores, algunos de ellos totalmente circunstanciales. Es más, el más importante es el más circunstancial de todos.

Veamos los factores acumulados. Después de mucho tiempo de ir regulando tarifas por debajo de la inflación –muchos años, alguna empresa pública estuvo diez años sin modificar su tarifa, como Antel–, fue necesario, al comienzo de este año, tener en cuenta los costos de las empresas.

EC —Tener en cuenta los costos de las empresas… y además recaudar.

DA —No, no, absolutamente no.

EC —¿El frente fiscal delicado del que estábamos hablando recién no está detrás de los números de los aumentos?

DA —No, no. Si por recaudación se entiende que detrás de este aumento de tarifas hay una búsqueda de recursos para la tesorería, la afirmación no es correcta. Si se extrae la conclusión de que había llegado un momento, después de mucho tiempo, en que era necesario reconocer los costos operativos de las empresas, la respuesta es correcta. No hay aquí un afán ni un objetivo de recaudación a escala general de la economía.

EC —Estaba dando los factores que se juntaron ahora en febrero.

DA —Uno es ese, y tenemos que tenerlo en cuenta por la importancia que tiene.

El segundo es que después de la terminación de la aplicación de un instrumento heterodoxo como el que usamos –los acuerdos con algunos formadores de precios– hubo un remarque muy importante, en algunos casos sorprendente, de algunos artículos que tienen un peso muy importante en el índice de precios.

En tercer lugar, hubo un incremento absolutamente relevante del impuesto específico interno a los cigarrillos. Este fue el principal factor del pasaje a los dos dígitos, porque explica 4 décimas del aumento en el índice nacional de precios.

EC —De todos modos, esa es una decisión propia del Gobierno, es una política antitabaco impulsada por el presidente Vázquez desde hace años.

DA —Sí, sí, claro. Estamos explicando la llegada a los dos dígitos; también se llega a los dos dígitos por decisiones que toma el Gobierno. Y es correcto el apunte, esta es una línea estratégica de trabajo del Gobierno y obviamente la tenemos que tener en cuenta.

EC —De todos modos, el viernes cuando analizábamos el número con la economista Tamara Schandy, de Deloitte, ella señalaba algo que ya había dicho en comentarios en meses anteriores: la inflación subyacente estaba en el orden del 10 % desde hacía tiempo, en cualquier momento el índice de inflación iba a llegar a los dos dígitos por una causa o por otra.

DA —Claro, por esa razón tenemos que concentrar ahora todas nuestras baterías de lucha contra la inflación en la inflación subyacente. La inflación subyacente es la inflación a la cual se llega calculando el índice de modo de no contemplar los precios más volátiles, los que tienen un grado de variación circunstancial, a veces hasta por razones climatológicas.

Por lo tanto tenemos que tener en cuenta por un lado esos factores que se concentraron en febrero, y por otro lado que la inflación observada ha tendido a emparejarse con la llamada inflación subyacente. Eso es correcto, de modo que ahora cuando sigamos trabajando mucho para combatir las presiones inflacionarias tenemos que tener en cuenta que la lucha es contra la inflación subyacente, precisamente.

EC —Justamente, en ese plano, los analistas habían puesto el énfasis en que en el gobierno anterior, con el sistema de indexación salarial, se había puesto en riesgo la inflación, descansándose en que se trataba de un período de bonanza económica.

DA —Este es un factor muy importante, pero me gustaría despejar una posible duda: creo que señalar que los salarios constituyen el factor de explicación de las presiones inflacionarias en el país es un error. Un error que incluso puede conducir a interpretaciones y a decisiones políticas inconvenientes y no justas, por cierto.

Por supuesto que el salario es un factor de costo, y los factores de costo influyen en la evolución de los precios de la economía. Pero tenemos que tener absolutamente claro que no son el único factor de costo que influye en la evolución de los precios de la economía. Hoy hablábamos de incrementos en algunos casos sorprendentes de precios, y ahí quiero decir que algo que también juega y mucho en esta explicación es el ejercicio de poderes mercado que en algunas áreas de la economía uruguaya.

EC —¿A qué alude? Usted se ha referido al tema en estos días, abuso de posición dominante.

DA —Aludo, por ejemplo, a situaciones que pueden ser de colusión –es la actitud de un grupo de formadores de precios que se ponen de acuerdo para mantener ciertos niveles de precios que están por encima, por lo general, de los niveles aceptables desde el punto de vista de los fundamentos de la economía– o abuso de posiciones dominantes. Por eso cuando se combate la inflación es menester a veces recurrir a mecanismos heterodoxos como los acuerdos de precios. En este momento no lo considero viable, venimos de salir de uno y hubo un remarque posterior muy grande; no lo descarto para el futuro. Otro factor heterodoxo para controlar la inflación es la defensa de la competencia, sin ninguna duda.

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