
EC —Wilson y Herrera, dos figuras que protagonizaron épocas políticas distintas, pero que dejaron marcada como una frontera dentro del partido, que ha dividido, por decirlo de una forma, a la colectividad nacionalista en dos grandes corrientes. Podría decirse que hasta hoy mismo llega ese límite: Jorge Larrañaga reivindicando el wilsonismo, Luis Lacalle Pou, heredero del neoherrerismo que a su vez había encabezado su padre, Luis Alberto Lacalle, que fue el siguiente presidente, el otro blanco que llegó a la Presidencia, pero ya muy cerca del presente, en 1990.
RG —Pero son distintos. Porque en la historia del país siempre tenemos por un lado los caudillos y por otro lado un grupo doctoral, integrado por personalidades de enorme fuste, de enorme talla, Justino Jiménez de Aréchaga el primero, Juan José de Herrera. Eso pasó en la época de Oribe, por un lado Oribe el caudillo y por otro lado el grupo doctoral que lo rodeaba, con Bernardo Berro, con Giró, con Carlos Gerónimo Villademoros, todo ese otro grupo. Lo mismo pasó en los años 70 y a principios de siglo con Batlle y Ordóñez, el partido siempre tuvo dos alas, un ala más caudillista y un ala más principista, se puede ver a lo largo de la historia.
EC —Entonces, ¿si llegamos a hoy?
RG —Ninguno hereda, los aportes de Herrera son de todos, los aportes de Wilson están en todos, como los aportes de Saravia. No hay nadie que pueda decir “yo soy el auténtico”, son todos herederos, eso forma parte del acervo.
MJB —Los momentos históricos de Luis Alberto de Herrera y el de Wilson Ferreira fueron distintos. En un país tan dependiente desde la época colonial, y no solo económicamente, hay que pensar en cuál era la realidad que vivían esos dos líderes o caudillos. Y hay dos hechos fundamentales en el mundo económico, que son la crisis del 29 y su influencia en toda América Latina, que marca a Herrera, y la crisis del 68, que marca el período de Wilson Ferreira. No podemos dejar de pensar en la historia y en la propuesta de la divisa blanca en ese contexto histórico universal.
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EC —¿Algo más a propósito de esos dos liderazgos?
RG —También esas dos épocas diferentes. El período de Herrera es cuando empieza a cobrar dimensión su figura como caudillo. A partir del fin de la Primera Guerra, el Uruguay ve consolidado y consagrado todo aquello a lo que aspiraba, los sueños, hay una etapa de progreso en la que colaboran todos los partidos políticos. Se convierte en la Suiza de América por el conjunto de elementos, no solo por el colegiado. Es una etapa de prosperidad. Luego hay un quiebre, pero luego se retoma la prosperidad hasta los años 1950, y después, vinculado a la caída del Imperio británico, ya asoma otro país. Por algo pasan las elecciones de 1958 y por eso ese resultado, porque el país se empezaba a desmoronar, entonces frente a eso la reacción, los modelos, qué nos planteamos.
Viene la propuesta de Azzini de crear la CIDE (Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico) para estudiar la realidad, en la que van a participar Wilson Ferreira, Enrique Iglesias, Pivel Devoto, […] Rodríguez, Juan Pablo Terra, el propio Astori, todos ellos trabajando en torno a ver el futuro. En esa otra etapa es Wilson el de las propuestas desafiantes para sacar al país de la situación en que estaba. Pero mientras que Herrera tiene un liderazgo de casi 40 años, el liderazgo de Wilson es breve, cortado por la dictadura, y tiene que estar en el exterior. Entonces el liderazgo es muy corto, casi cinco años en la etapa inicial, y tres años en la etapa de su retorno. Es cierto que hubo un liderazgo de lucha y afirmación de principios, de bandera, de soberanía, de autonomía que va ejerce desde el exterior, pero son etapas distintas y que perfilan personalidades. Todo eso que aportaron forma parte del ADN de los blancos y está en la mejor herencia que ambos sectores recogen.
MJB —No quiero terminar sin hablar del plebiscito del 80. El Partido Nacional tuvo una presencia muy importante en la dictadura en la defensa de la libertad y en el plebiscito del 80. Físicamente quiero pensar en el cine Cordón, los que tienen años como yo se acordarán, los que como yo votaron por primera vez en el 80. Creo que hay una presencia también, que el Partido Nacional desde la divisa hasta hoy no solo tuvo un enfrentamiento con otro partido, también tuvo la defensa de la libertad en momentos en que se tenía que unir con esos otros partidos.
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Transcripción: María Lila Ltaif









