
EC —Es interesante: del lado del paciente también se incurre en excesos, a veces por desesperación, a veces porque no se los trata bien, a veces por una especie de popularización de la medicina que ha venido en los últimos años a partir de internet, etcétera, a partir de la cual el paciente o sus familiares creen saber incluso más que el médico o el enfermero. Todos esos factores están de por medio.
CM —Claro, quizás en algunos momentos nos hemos pasado del extremo en que lo que dijese el médico no era cuestionable al extremo de cuestionar todo lo que dice el médico y casi casi ir al médico para decirle lo que tiene que hacer. Creo que encontrar un equilibrio en esto es tarea de unos informando y dando participación y de otros haciéndose responsables de su propio proceso. En este sentido creo que es un trabajo ya no solo del ámbito salud, sino también del ámbito de la educación y de la cultura en la que estamos, podemos ir trabajando un poquito todos en esta participación conjunta en la salud.
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EC —En los mensajes de los oyentes hay un espectro enorme de situaciones, de reflexiones, algunas de ellas vinculadas con lo más delicado de todo esto, que es el límite entre la vida y la muerte. “En un sentido amplio de atención humanizada, que incluye agotar hasta el último recurso en salvar y mejorar una vida, ¿no atenta contra la humanización de la atención la lógica empresarial de los centros de salud?”, quiere saber un oyente.
Otro: “En los casos terminales, ¿existe el concepto de ayudar a morir?, ¿de ayudar a los deudos a despedir, de humanizar la muerte?”.
CM —Aparecen un par de cuestiones. Por un lado, la lógica empresarial; claro, una organización se tiene que regir también por criterios administrativos. Creo que humanizar también tiene que ver con la eficiencia, seríamos ilusos de pensar que humanizar tiene que ver con olvidarnos de una cuenta de resultados, de una eficiencia, de una sostenibilidad. Si bien es cierto que cuando estos criterios priman sobre el criterio de la atención nos podríamos encontrar con riesgos.
El otro tema, que sin duda es delicado, el final de la vida, nos coloca ante situaciones muchas veces de conflicto ético, y la muerte es un momento especialmente delicado en el que afloran muchas cuestiones. La situación de dolor, de sufrimiento en unos niveles tan tan altos nos lleva a cuestionarnos: ¿tiene sentido vivir así? Creo que podríamos superar el concepto de ayudar a morir y trasladarnos hacia el concepto de ayudar a vivir hasta el final. La humanización promueve más eso, cómo podemos ayudar a vivir hasta el final. Tiene que ver con el cuidado de lo físico, de la sintomatología, del dolor, de la agitación, de otros síntomas que se puedan dar en el plano más físico, tiene que ver con acompañar en el plano psicoemocional, en lo que es deseable que haya profesionales expertos, no solo todos los profesionales que tengan formación en counselling o en acompañamiento, sino también del ámbito de la psicología, e incluso personas que se puedan encargar de la dimensión espiritual. Creo que eso tiene que ver con ayudar a morir. En nuestro centro tenemos espacios donde las familias se pueden reunir y celebrar. Tiene que ver con ayudar a vivir bien el último tiempo cuando en tu última semana de vida tu familia organiza una cena en el lugar donde estás ingresado y puede celebrar contigo el cumpleaños de tu nieta antes de morir. Eso tiene que ver con la humanización.
Normalmente cuando se concatenan todos estos cuidados y medidas que promueven el ayudar a vivir bien esa última etapa disminuye mucho la petición de ayudar para acabar con la vida antes de lo que la vida por sí sola iba a finalizar.
EC —Te vas para Tacuarembó.
CM —Voy a Tacuarembó, vamos a capacitar allí a cuidadores de personas mayores que están atendiendo en diferentes zonas. Confiamos en llevar ahí también esta reflexión sobre la humanización, que siempre nos abre el deseo de más, como nos está pasando en este momento.
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Transcripción: María Lila Ltaif









