
EC —¿Por qué cita el antecedente del diálogo por seguridad pública?
LLP —Porque si un partido quiere desestabilizar o si distintos dirigentes políticos están proclives a tener acción no se sientan con el Gobierno a hablar de estos temas.
EC —Usted habla de cómo giró el debate en estos últimos días, cómo lo “aprovechó” el oficialismo para que la seguridad pública en sí no fuera el tema, sino determinadas maniobras o presuntas maniobras.
LLC —Nos olvidamos de la gente.
EC —De por medio está el llamado a sala al ministro Eduardo Bonomi, que impulsó Pedro Bordaberry y al que Jorge Larrañaga le coloca el condimento de intentar ir a la censura, promover la censura, que después el propio Bordaberry dinamiza más todavía, enfatiza más, cuando plantea el desafío al Gobierno, al presidente de la República, de llegar incluso a la disolución de las cámaras por la vía de los artículos 147 y 148, con renovación del Parlamento, para que de esa forma la ciudadanía juzgue el tema seguridad pública y cómo se lo está llevando adelante. ¿Cómo vio esta parte?
LLP —Vamos a separar. Primero, ¿cuáles son las herramientas que tienen los partidos que no son del oficialismo? La que nos dio la gente, que es ser oposición con un gobierno mayoritario. Una mayoría que está blindada, que está soldada, que insiste en mantener a sus miembros en el Gobierno, aun los que han fracasado, como el ministro del Interior y el subsecretario. Allí se ven un poco acotadas las herramientas, y eso genera cierta frustración y cierta impotencia, porque aun sabiendo, creyendo o en la convicción de que hay medidas adecuadas, que hay que hacer determinadas cosas, que en los corrillos todos sabemos que hay que tomar determinadas medidas, esa mayoría está blindada.
¿Ahí cuáles son las herramientas? Pedidos de informe, proyectos de ley, exposiciones escritas, comisiones investigadoras –que no es el caso de la seguridad, pero podríamos perfectamente– e interpelaciones, que es la que plantea el senador Bordaberry. Y que Jorge Larrañaga plantea en la agrupación parlamentaria, y es una manera de decir que no solo vamos a interpelar, sino que el descontento es mayor. Al fin y al cabo, el 2 de marzo cuando dijimos que le haría muy bien al país remover a Bonomi, es esto. Todos sabemos que la censura no tiene los votos, pero es elevar la noticia del descontento político, que creo que es una lectura de lo que piensa el ciudadano común, a las esferas de gobierno.
EC —¿Usted comparte entonces la idea de elevar el planteo, que no sea solo una interpelación, sino intentar el escalón siguiente de la censura, por más que se sabe que no va a funcionar?
LLP —Claro. Si pedimos que Bonomi sea removido, obviamente este instrumento es válido. Es más, no tenemos ningún otro, aun sabiendo que no va a suceder. Por eso toda la discusión posterior. Yo no soy abogado de Bordaberry, no soy quien para defenderlo, pero lo que hace Bordaberry es explicar lo que se dispara o se podría disparar de existir votos, en este caso en la Cámara de Senadores, que todos sabemos que no hay.
EC —Sí, de hecho lo que dice Bordaberry es: la censura y todo ese procedimiento 147 y 148 con los votos de la oposición solamente no anda, pero sería bueno consultar a la gente. Entonces, ¿por qué el FA no termina dando votos para que se habilite la censura y después el presidente disuelva las cámaras y llame a elecciones parlamentarias? ¿Cómo vio esa vuelta?
LLP —Creo que es solucionar un problema muy complejo con un problema más complejo todavía.
EC —La cosa no da para tanto, no da como para que terminemos en elecciones parlamentarias anticipadas.
LLP —No, no, no. Deberían de primar la cordura y la humildad, que no es un elemento que abunde en el Gobierno del doctor Vázquez. Yo ya no sé por qué lo sostiene. Seguramente hay elementos que no conozco y que la opinión pública no conoce, que son de índole político-partidaria, eso es lo que uno puede intuir.









