
EC —Pensando en 2019, ¿cómo se posiciona Todos? ¿Qué tipo de acuerdos están propiciando? Por mencionar dos ejemplos, hay arriba de la mesa alternativas distintas. Edgardo Novick está impulsando una coalición que agrupe al Partido Colorado (PC), al PN, al partido Independiente (PI) y ciudadanos desencantados del FA, una gran coalición, que voten juntos en la primera vuelta todos estos partidos. Larrañaga, por su lado, dice “coalición no, vamos en todo caso a una elección en dos vueltas, pero negociando ahora y acordando ahora, cuanto antes, una agenda programática que dé credibilidad a la oposición como alternativa para un eventual balotaje”. ¿Ustedes?
LLP —Creo que es parte del discurso político y es atendible y entendible. Lo que debemos hacer ahora es cumplir con el rol que nos adjudicó la gente, y si tenemos puntos de contacto, bienvenidos. Los acuerdos no son por generación espontánea, los acuerdos son: ¿qué hicimos en estos años?, ¿fuimos coherentes con lo que le dijimos a la gente y propusimos? Y en esa coherencia –que para mí es la más importante, la que le propuse a la gente, y no los acuerdos con los políticos–, ¿tengo punto de entendimiento? Lo que hablábamos recién de las mayorías políticas. Sí, tengo, de hecho los vamos construyendo, de hecho desde la comisión investigadora de Ancap, desde temas relativos a relaciones exteriores, temas relativos a seguridad pública, ha habido una masa crítica generada por el PI, el PC y el PN. Eso no asegura acuerdos, pero asegura que si mantenemos la coherencia nos vamos a encauzar en un andarivel.
Sobre las estrategias electorales –porque se habla de estrategias electorales, no de estrategias políticas–, una es cómo comparecemos. Yo no estoy de acuerdo en que la suma genere necesariamente mayor caudal. Entre otras cosas, porque si fuera solo la suma, tampoco nos da. Entiendo la actitud política de cada uno, sus conveniencias políticas, pero yo no estoy en una campaña “vamos a juntarnos todos para ganarle a Fulano o Mengano”. Primero porque tiene que valer la pena ganar, segundo porque tiene que haber acuerdos genuinos, y tercero, porque si esa fuera la estrategia es totalmente equivocada y no daría resultados. Porque si realmente –pensando en elecciones futuras– hay uruguayos desencantados del FA, no hay que proponerles una sola opción, porque ni siquiera somos iguales, hay que proponerles varias, pero que tengan la madurez suficiente de, a pesar de tener lemas distintos, poder gobernar en conjunto. Ese es el desafío: vamos a tener que tener mucha humildad, muchos acuerdos y estar siempre apegados a la coherencia con lo que se le dice a la gente, que para mí es sagrado en la actividad política.
EC —Ustedes dan como un hecho en el documento que el próximo gobierno no va a tener mayoría propia, con lo que se retomará lo que ha sido habitual en la vida política uruguaya, salvo en este período del FA.
LLP —Yo hablo de parlamentarismo 3.0. El otro día en la charla en ADM hablamos de eso, Uruguay se supone un régimen semipresidencialista, y hablar de parlamentarismo supone más lentitud en la toma de decisiones, aunque también una base más amplia de acuerdos. En ese parlamentarismo, que requiere y necesita mayorías parlamentarias en base a acuerdos –no soldadas, no regimentadas, que para mí son dañinas para la política nacional de hecho las que existen han complicado mucho la gestión–, en esa base amplia de acuerdos parlamentarios, el 3.0, que es la velocidad suficiente y necesaria para implementar las medidas que estamos hablando, se logra con lo que yo llamo el pregobierno, que es entre el primer día de diciembre y el 1º de marzo, en la transición. Y si se pudiera –esto sería una innovación–, que los principales referentes de los bloques político-partidarios integraran el Poder Ejecutivo.
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Transcripción: María Lila Ltaif









