Entrevista con Javier Miranda, candidato a la presidencia del Frente Amplio.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 16.03.2016, hora 8.17
EMILIANO COTELO (EC) —El 29 de mayo el Frente Amplio (FA) elegirá un nuevo presidente, un cargo que está vacante desde agosto del año pasado, cuando renunció la senadora socialista Mónica Xavier. Los cuatro candidatos que fueron habilitados el sábado por el Plenario Nacional son Alejandro Sánchez, Javier Miranda, José Bayardi y Roberto Conde.
En sus primeras declaraciones coincidieron en reclamar, en mayor o menor medida, más autocrítica de la fuerza política, el rescate de los principios de unidad histórica y retomar el vínculo con la sociedad. Pero… ¿cuál es el perfil de cada uno de ellos? En las próximas semanas vamos a ir averiguándolo aquí en En Perspectiva.
Hoy recibimos a Javier Miranda, quien a priori suena como uno de los favoritos.
Nuestras últimas conversaciones fueron a propósito de su responsabilidad en el Gobierno, usted es secretario de Derechos Humanos de la Presidencia de la República. Por ahora sigue en ese puesto.
JAVIER MIRANDA (JM) —Sigo por ahora, hasta cuando el tiempo no dé; cuando la campaña –porque hay que hacer campaña en estas cosas– lo exija, tendré que pedir licencia y, en su momento, ojalá, tendré que renunciar.
EC —Si es elegido presidente, va a tener que dejar ese cargo.
JM —La posición del FA es que efectivamente no se puede mantener el cargo –en realidad creo que dice cargo de legislador– con el cargo de presidente del FA. Pero sin duda la presidencia del FA, como entiendo yo la conducción de cualquier partido político, requiere una dedicación full time, entonces ni siquiera sería razonable compartirlo.
EC —Esta campaña para la elección interna se instala en un escenario pautado por fisuras dentro del oficialismo y por enfrentamientos entre el FA y el Gobierno, y todo esto, de algún modo, ha ido desacomodando a la coalición, al FA como tal. El FA está hoy parado en una posición como incierta. ¿Usted tiene ese diagnóstico? ¿Cuánto incide eso en el posicionamiento que usted asume?
JM —Es un hecho que hay diferencias, que hay puntos de vista distintos, tanto con el Gobierno en algunos puntos como en la interna de la fuerza política. Lo cual me parece razonable.
EC —Es razonable que haya diferencias; ¿es razonable que se exterioricen de la forma como ha ocurrido, que hayan alcanzado tal temperatura, tal ruido algunas de las polémicas internas?
JM —Creo que es inevitable, porque es sintomatología de una realidad y entonces es bueno que así suceda. No quiero ser catastrófico, no creo que el Frente esté en una crisis; el FA es un partido que ha transitado durante 45 años situaciones muy muy críticas.
EC —Y se las ha ingeniado para ir manejándolas, para ir encauzándolas. Eso es cierto, pero…
JM —No solo se las ha ingeniado, ha mantenido la capacidad de unidad.
EC —Pero acá está de por medio el hecho de que, por ejemplo, va en su tercer período de Gobierno.
JM —Claro, es partido de Gobierno a nivel nacional y lleva más de 25 años de gobierno en la capital del país. Esas cosas indicen, por supuesto, el desgaste del ejercicio del poder. Pensar en la posibilidad de reformular un partido, una fuerza política cuando se está en el Gobierno es todo un desafío. Pero también es una oportunidad. Esa es una de las razones por las que uno dice: hoy prefiero meterme en esta discusión partidaria, frenteamplista, y alejarme de lo que ha sido mi tradición o mi historia de militancia. Esa es una de las razones. Hay otra fundamental: creo firmemente en los partidos de la democracia, son el baluarte de la democracia, todos los partidos políticos, yo quiero todos partidos políticos fuertes, por supuesto un FA, pero ojalá un Partido Colorado (PC), un Partido Nacional (PN), un Partido Independiente (PI) y otros.
EC —¿Qué sectores del FA apoyan oficialmente su candidatura?
JM —Hay sectores que han manifestado la aprobación de la candidatura: la lista 738, la lista 1303, el Partido Socialista (PS), el Nuevo Espacio, Asamblea Uruguay. Esos son los sectores que han manifestado públicamente su adhesión.
EC —Tenemos por un lado el apoyo de los grupos que integran el Frente Líber Seregni (FLS)…
JM —El FLS más el PS más algún sector que no está vinculado a esos.
EC —¿El apoyo del PS es algo concreto, sólido, o estaba pendiente de algún modo de cómo se resolviera la elección interna de su secretaría general?
JM —Yo entiendo que no estaba pendiente, pero es indudable que la discusión interna del propio PS implica. De todos modos, lo que está en juego acá es los que van a votar el 29 de mayo, ¿va a responder cada uno a su sector? Una de las apuestas que quiero hacer, que hago, es: más allá de sectores, por mi condición de independiente –y me reivindico como tal, como independiente dentro del FA; he votado a todos los sectores dentro del FA, mantengo diálogo con todos los sectores del FA, con algunos mejor, con otros peor, pero normal–, apelo a que, más allá de las identidades de movimiento, se vaya a votar por quien se crea que es el mejor para el FA, no para el propio sector, para el fortalecimiento del propio sector. Creo que acá hay un desafío. El FA es una herramienta muy poderosa, creo que hay que cuidarla; es una herramienta, no es un fin.
EC —Teniendo en cuenta que lo respalda el FLS, ¿cómo hace para que no se lo considere el representante de una de las dos grandes corrientes en las que se presenta dividido o configurado el FA hoy?
JM —Creo que el FA está configurado en tres grandes sectores hoy, más que en dos. Y uno de los desafíos de la elección es romper las polarizaciones. El hecho de que haya cuatro candidatos a la eventual presidencia del FA por un lado es un muy buen síntoma, porque es la pluralidad, porque abre espacios, porque convoca a la gente. Eso es un elemento del FA; esto no solo es una interna, es el ejercicio de la democracia en un partido político, y el partido político de gobierno. ¿Cómo se hace? Conversando, reivindicando mi condición de independiente.
EC —Usted decía que había tres grandes corrientes. Hay una manera de ver el FA que dice que hoy el corte es astoristas y mujiquistas. Eso quedó de manifiesto, por ejemplo, en la discusión a propósito de la crisis de Ancap, en aquellas cartas que intercambiaron Mujica y Astori.
JM —Pero olvidan al PS, que es un polo clave en el FA, histórico, además, de la izquierda uruguaya, desde Frugoni, desde el 21. Es olvidar un partido clave en la historia política del país.
EC —O no. Porque hay quienes dicen que, justamente, el PS, a su vez, está dividido en estas dos grandes corrientes, como acaba de quedar manifiesto en su elección interna.
JM —Absolutamente, porque el PS es un partido absolutamente clave e históricamente ha sido un partido de vertientes. Frugoni no era lo mismo que Erro o que Vivian Trías; la tradición del socialismo es esa.
EC —Otra manera de sintetizar el esquema del FA hoy es la que utiliza el politólogo Adolfo Garcé. Él no basa su clasificación en nombres, habla de socialdemócratas y neodesarrollistas.
JM —No sé si es exactamente así, podríamos conversarlo con Fito [Adolfo Garcé]; me interesaría escucharlo con detenimiento para verlo. El FA es, fue históricamente y creo que sigue siendo una herramienta de confluencia de distintas opiniones. El número 2 de Cuadernos de Marcha del año 71 se titulaba “Frente Amplio: cristianos y marxistas”. Cuando la democracia cristiana en el mundo era de derecha o de centroderecha, en el Uruguay ayudaba, con el impulso de Juan Pablo Terra, de Bruschera, de Pla, a conformar, con Arismendi y con los comunistas, un gran frente de coalición. Creo que esa es la mejor tradición del FA. Es un acuerdo programático, no es un partido de homogeneidad ideológica. Son fuerzas progresistas que se definen de izquierda, el concepto de igualdad es el concepto que articula esa fuerza, convergen en una opción política para ir hacia el desarrollo social. No todos los sectores, ni los votantes del FA –porque el FA no es solo sectores políticos, es coalición, pero también es movimiento, y es gente que lo vota y que adhiere– proponen el socialismo mediante la socialización de los medios de producción. Por supuesto que hay pensamiento de la democracia social, de la socialdemocracia, y también de la democracia liberal, de la liberaldemocracia. Esa es la virtud del FA, la capacidad de amalgamar con un nivel de coherencia ideológica importante; y hay que profundizar regularmente distintos puntos de vista y alternativas de organización social.
EC —Dentro del FA usted es un independiente, no está encasillado en ninguno de los grupos o movimientos…
JM —No, porque además es una forma de ser.
EC —Esa en principio es una ventaja para usted, sobre todo si se piensa en la larga historia del FA con el general Líber Seregni como presidente. Es un modelo posible de presidente del FA, el presidente que no está alineado.
JM —Sin duda. Y además es un modelo de conducción política. A uno le da cierto pudor cuando dice “yo voy a estar en el mismo lugar en que estuvo Seregni”, pero es un modelo de conducta política para el país.
EC —Entonces, ¿cómo hace para que no se genere confusión, para que ese perfil que usted tiene no se entrevere ahora por el hecho de que lo están apoyando algunos grupos y casualmente de una de las corrientes del FA?
JM —Hago esto, converso en los medios de comunicación para aclararlo y sobre todo converso con un montón de gente. Es notorio, yo sé que voy a tener adhesión de gente cuyo sector político, el sector político al que adhiere, no respalda mi candidatura o no promovió mi candidatura en principio; incluso dirigentes connotados, que por razones de las estructuras políticas, lógicas, entendibles, compartibles, dicen “creo que el mejor candidato es Javier Miranda y lo voy a votar, pero por otro lado la definición estratégica o táctica de mi sector político exige que no lo pueda decir públicamente o que directamente no lo vote a Javier Miranda”. Eso es legítimo, y está muy bien. Insisto, esto es más que una elección interna, no lo quiero ver como una disputa. Tengo una excelente relación con Conde, con Sánchez, con Bayardi, y creo que los otros tres compañeros quieren lo mejor para el Frente, en ese sentido somos candidatos comunes; abrimos las opciones, abrimos el menú justamente para fomentar participación y democracia.
EC —¿Para qué quiere ser presidente del FA?
JM —Ahí hay peligros de soberbia, y la soberbia es el peor de los pecados, es el más peligroso, porque a uno lo encierran. Pero creo que se puede hacer política de otra forma, que se puede convocar más, que se puede invitar a participar más y más realmente. El FA tuvo el hallazgo de los comités de base en el año 71 y eso fue una instancia de participación formidable. El tiempo cambió, los comités de base siguen siendo absolutamente necesarios, pero tenemos que generar nuevas formas de participación. Y creo que un independiente, con trayectoria en el movimiento social, que no entró en la lógica de las estructuras partidarias hasta hoy, puede darle un cierto aire de renovación a este proyecto.
EC —La palabra renovación da para mucho. ¿Cómo la entiende usted?
JM —Uno es el capítulo formación, flexibilizar las estructuras para permitir mayor participación. Acabo de ver lo que hizo el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de convocar a la ratificación de un acuerdo por vía electrónica. Eso me parece de cajón, hay que facilitar el acceso. Eso es republicanismo, además. Que todos puedan participar, esa es otra clave que para mí es fundamental, cualquiera tiene que poder ser presidente del FA. Hacer política no puede ser un acto sacrificial, porque si no, no es republicano, es elitista, es aristocrático. Creo que hay que posibilitarlo. Y hay un tema fundamental: cómo hacemos para volver a enamorar en la política. Sigo creyendo que la política es absolutamente central para la construcción de la sociedad. Negar la política es un riesgo social enorme; hay mucha gente que la niega: “son todos iguales”, “son todos corruptos”, “son todos engañadores”. Hay que fortalecer la dignidad de la política, de toda la política, no solo del FA. Y eso se hace con discurso razonable, poniéndole racionalidad al debate…
EC —¿Qué quiere decir eso?
JM —Menos pasiones, menos jugadas de zancadilla solo por ganar el poder o una cuota de poder.
EC —¿Está aludiendo a algún episodio reciente?
JM —No en particular. Pero por ejemplo entiendo que Twitter es una herramienta formidable de comunicación, pero la política no se hace en 140 caracteres, se hace razonando, dando argumentos y sometiendo los argumentos a debate. Eso hay que hacerlo y eso exige además formación. Y una de las cuestiones fundamentales –seguramente no la única, ni siquiera la primera– en el FA es la formación. La formación de sus cuadros, de sus cuadros ideológicos y de sus cuadros de gestión para el momento.
Además el debate en la sociedad. La Fundación Liber Seregni es uno de los puntos claves en la estructura de la construcción de la política y de la izquierda en el Uruguay. Abrir el debate plural. No puede ser que no discutamos reforma constitucional. No digo que vaya a haber reforma constitucional de aquí a 2020, pero demos esa discusión, demos ese debate, abrámoslo con cabeza amplia, no para derrotar a otro, sino para construir democracia, para construir institucionalidad. Reivindicar la institucionalidad es otra de las claves de la política a futuro.
EC —Habló casi al principio de “actualizar las formas de participación”. Mencionó la posibilidad de que todos los frenteamplistas incidan en las decisiones…
JM —Los más que se pueda, claro.
EC —… recurriendo a mecanismos como el voto electrónico, etcétera. ¿Qué quiere decir eso con respecto a la estructura orgánica que tiene hoy el FA? ¿Qué diagnóstico implícito hay?
JM —Que tenemos una estructura muy rígida para un partido moderno, para un partido del siglo XXI. Es un hecho, tenemos dificultades.
EC —¿Es rígida o es anacrónica?
JM —Anacrónica quiere decir fuera del tiempo. Efectivamente está fuera del tiempo, no se ha aggiornado a los tiempos. Exige modificaciones, no tengo duda. Pero uno no puede entrar a las estructuras diciendo “acá hay que empezar todo de nuevo”. Primero porque la estructura se va a resistir, porque son mecanismos normales de los sistemas, pero además porque no creo que haya que hacer todo de nuevo. Lo que hay que hacer es aprender de lo que hay para intentar ir transformándolo progresivamente en estructuras más flexibles, más genuinamente participativas, más legitimadas.
EC —Usted reconoce que es anacrónica; ¿reconoce que no es representativa de la realidad del FA de hoy?
JM —Creo que tiene dificultades representativas, por lo menos eso está en cuestión, es un hecho que está en cuestión. Entonces por lo menos revisémoslo, aceptemos que hay una corriente de opinión muy importante que dice “la estructura no es representativa, no está legitimada”. Analicémoslo, ¿es efectivamente así? Y si es así, cambiémosla, vayamos haciendo los cambios que sean necesarios.
EC —Es una estructura que ha tendido a privilegiar el peso de la opinión de los frenteamplistas más militantes.
JM —Creo que sí.
EC —¿Qué se hace con eso?
JM —Abrirlo, revisarlo y abrirlo, e intentar que permita mayor participación. Sin duda, eso lo que hay que hacer.
EC —Hay una cuestión ideológica de por medio. El FA históricamente ha concebido que es muy importante que el simpatizante no sea solo simpatizante, que se comprometa, que esté en la de todos los días, que trabaje.
JM —Totalmente de acuerdo, eso es una actitud de izquierda, es un compromiso social.
EC —Entonces, ¿vale lo mismo la opinión del que trabaja en el comité de base, en la coordinadora, en su partido, que la del que simplemente votó al FA y después va y emite una opinión por correo electrónico?
JM —Eso se llama democracia. Hay un libro precioso de Gargarella y Ovejero que se llama Aunque sea un pueblo de demonios. Eso es República. Sí, claro, vamos a apelar a la participación, a la participación de todos, no solo a la participación de los calificados; eso es tecnocracia, aristocracia. República y democracia, valen lo mismo. Por supuesto que me gustaría que cada uno de los votantes del FA, el 50 % de la población que votó al FA en la última elección –porque el otro 50 % no lo votó y también juega y también hay que prestarle atención– participara cotidianamente en las actividades del FA. Pero es un hecho que hay gente que opta por un nivel de compromiso mayor y otra que no. Pero al que no opta por el compromiso mayor le voy a pedir “venga y vote, porque aquí está el partido de su esperanza, el partido de su futuro”. ¿Cómo no le voy a permitir participar? Le quiero facilitar al máximo la participación, que participen los más.
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EC —Usted se ha dedicado a la docencia…
JM —Es mi pasión.
EC —… a la abogacía, que es su profesión, a la militancia en el grupo de Familiares de Detenidos Desaparecidos y últimamente a la Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia de la República. No tiene ninguna experiencia en la actividad político-partidaria como tal. ¿Eso no es un lastre?
JM —Sí, claro, por supuesto.
EC —¿Eso le va a facilitar o le va a complicar el trabajo si es elegido presidente del FA?
JM —Ni lo uno ni lo otro, todo lo contrario. Creo que lo va a dificultar, por falta de conocimiento de los espacios de estructura, y por otro lado lo facilita. Justamente, creo que la ventaja grande es que uno viene con cabeza limpia a intentar dar nuevos puntos de vista. Creo que eso lo va a facilitar. Ahora, el 8 de mayo de 2008 alguien me decía, cuando asumí la Jurídica de la Intendencia de Montevideo, en el Gobierno de Ehrlich, “esto es el inicio de una carrera política”; vengo haciendo política desde hace muchos años, mi trayectoria en el movimiento social y en particular en el movimiento social de derechos humanos es netamente política. Eso era política, no partidaria, porque era necesario que no fuera partidaria, porque ahí hay otra clave, no relacionamiento de los partidos con los movimientos sociales, que no son lo mismo, que tienen objetivos distintos, que sin duda dialogan e interactúan pero no puede uno abrevar del otro porque pierden identidad tanto los partidos como el movimiento social.
EC —¿Ese es un problema del FA en los últimos años?
JM —Es un problema del país, no es un problema del FA. Porque el movimiento social de cámaras empresariales respaldó a partidos tradicionales y participó activamente en la conducción de partidos históricos en este país. ¿Qué es lo que hay acá? ¿Una preconcepción de que el sindicalismo, la central sindical en particular, el PIT-CNT, responde al FA? Es un hecho que en la central sindical, en la clase trabajadora hay un porcentaje altísimo de adherentes al FA, como también es cierto que hay un altísimo porcentaje de cámaras empresariales que adhieren a los partidos tradicionales, y fueron ministros de partidos tradicionales y directores de entes y de servicios. La tendencia a la corporativización de la demanda política es una tensión con la política, y justamente el partido político para mí lo que tiene que hacer es sintetizar demanda social. La demanda social legítimamente es corporativa, y la función del partido político en su articulación con Gobierno y con sociedad es sintetizar demanda social para que las demandas se puedan equilibrar, porque no todas son satisfacibles inmediatamente o en la misma medida, y además conducir el movimiento social, orientar el movimiento social. Creo que es una función central de los partidos, que están perdiendo. No solo el FA, todos los partidos políticos han perdido, y en el mundo además.
EC —En el caso del FA, ¿cómo ve la relación en particular con el PIT-CNT? ¿Dónde está el problema?
JM —Creo que hay que mantener un diálogo permanente con el movimiento obrero, sin duda, con una central única, eso es una ventaja enorme que permite dialogar, hay que dialogar. Pero claramente hay que deslindar, no somos la misma cosa, uno es el movimiento sindical, legítimo, que defiende los derechos de los trabajadores; el partido político FA defiende, promueve el interés común. Por supuesto que el interés de los trabajadores, por su raíz además de izquierda, pero también promueve otros intereses que no son solo intereses de los trabajadores. Promueve intereses de otros grupos sociales, como el movimiento femenino, de diversidad, afrodescendientes e incluso, y creo que tiene que tener un diálogo estrecho, de las cámaras empresariales, no tengo la menor duda. Si no, es jugar con la mitad del cuadro.
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EC —Javier Miranda tiene 51 años, es abogado, se desempeña como secretario de Derechos Humanos de Presidencia de la República, fue durante años abogado de Familiares de Detenidos Desaparecidos, es hijo del desaparecido escribano Fernando Miranda.
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EC —¿Qué balance hace de la gestión de Ancap en los Gobiernos del FA y sobre todo en el período pasado?
JM —Está hecho el balance. Hay una pérdida, un déficit que es absolutamente preocupante en la gestión de una empresa pública. Es un dato de la realidad. Creo que una buena parte de eso tiene que ver con el desarrollo del ente público, pero es un hecho que desde el punto de vista empresarial no se dieron buenos resultados y eso no debería ser así.
EC —Usted dice “el balance está hecho”, pero el mes pasado, cuando se cerró el trabajo de la comisión investigadora, todos los senadores del FA se pusieron de acuerdo en un informe en el que no solo se sostiene que no hubo hechos de apariencia delictiva, se afirma que no hubo tampoco ilicitudes y ni siquiera irregularidades. Un balance contundente, cerrado, que desconcertó a muchos frenteamplistas incluso. ¿Usted lo comparte?
JM —No conozco en detalle ni el informe ni el balance de Ancap. Lo que sé es que tengo una empresa pública, fundamental en la estructura empresarial y social del país –porque las empresas públicas en definitiva, como todo lo público, están al servicio del interés general, deben estar al servicio del interés general–, que tiene dificultades económico-financieras importantes. Eso es un hecho, no se puede negar. De allí a sostener, como sostiene la bancada, que no hay conductas con apariencia ilícita, que no encuentran irregularidades; así lo manifiestan, y en todo caso los mecanismos se desarrollarán, eso lo resuelve un Poder Judicial y habrá que estar a lo que él decida, porque se va a presentar denuncia. De todas maneras seguimos teniendo un problema económico-financiero.
EC —Justamente, ¿no está faltando autocrítica con respecto a Ancap en la estructura del FA?
JM —Es probable.
EC —Se lo pregunto con ese cuidado: en la estructura del FA. Porque conversando con frenteamplistas, aparecen mucho disgusto, mucho malestar, en algunos casos hasta vergüenza.
JM —Es probable, pero creo que ahí pesan otras lógicas que tienen que ver también con los aprovechamientos táctico-políticos de momento, de coyuntura para abrir brecha. Inevitablemente un discurso siempre está en un contexto, entonces frente a un contexto en que la oposición, legítimamente entiendo yo, intenta mostrar eso como un déficit enorme de gestión –y la separación de política y gestión me parece importante, o la discusión política de gestión– es absolutamente entendible que las figuras más públicas defiendan la gestión e intenten cerrar la brecha que intenta abrir una persona que nos está atacando. El discurso seguramente se coloca en una posición mucho más matizada cuando uno se sienta reflexivamente y no tiene que estar contestando otro discurso. Yo no tengo duda de que hay que revisar absolutamente cuál es la función de las empresas públicas, de todas las empresas públicas, en la estructura del Estado.
EC —¿Qué quiere decir con eso?
JM —No creo que la empresa pública se tenga que comportar como la empresa privada en términos de eficiencia económica. Porque la función de empresa pública es de interés general, no de ganancia capitalista, no es la misma lógica. Eso no quiere decir que la empresa pública sea ineficiente; tiene que ser eficiente, absolutamente eficiente; el tema es cómo redistribuye esa eficiencia y cómo la obtiene. Por ejemplo, creo que la empresa pública es la primera que tiene que tener por delante responsabilidad social empresarial y estructura de derechos humanos en su gestión. Es la primera, porque es la que tiene que dar el ejemplo. Porque la lógica de la empresa privada capitalista, que es maximizar su beneficio, es otra lógica.
EC —Otro tema delicado para el Gobierno del FA y que ha provocado roces en la interna es el manejo que el vicepresidente Raúl Sendic ha hecho de sus credenciales académicas, si es o no licenciado en genética humana. ¿Qué análisis hace de esa situación?
JM —Esa es la pregunta inevitable y que además me pone absolutamente incómodo. En el plano personal, soy amigo de Raúl –y por eso hablo de Raúl, no del vicepresidente de la República–, soy amigo, amigo familiar, es una persona que ha sido importante en algunos momentos en mi familia, tengo afecto. Con lo cual mi juicio nunca puede ser puramente imparcial. Uno tiene amigos que cometen errores, muchísimos amigos que cometen errores –uno comete muchos errores–, pero siguen siendo amigos.
EC —Claro, pero como es el vicepresidente de la República, hay en mucha gente en el FA, sobre todo en la dirección, con tendencia a no cuestionarlo.
JM —Por eso digo: en el terreno personal yo soy amigo de Raúl. En el terreno político, el líder político de un sector importante del FA, que además fue la primera fuerza en la elección interna, creo que tiene que dar explicaciones claras. No quiero personalizar las cosas, pero mi historia política es la historia de la verdad, mi búsqueda política, mi construcción de compromiso político ha sido la búsqueda de la verdad. Y la verdad es un valor supremo.
EC —Pero ¿cuántas semanas pasaron desde que el tema saltó? ¿Las explicaciones claras dónde están?
JM —Justamente, creo que se necesitan explicaciones claras, francamente. Y lo reclamo políticamente.
EC —¿Todavía está a tiempo?
JM —Yo quiero explicaciones, quiero verdad, verdad. Lo que está en juego acá no es si se es licenciado o no, lo que está en juego es la confiabilidad política de un dirigente político. Eso es lo que hay que poner en cuestión, ese es el problema político. Tenemos que ser muy claros y la verdad por delante, inquebrantablemente, porque en eso nos va la confianza en el sistema político, y de la confianza en el sistema político dependen la estabilidad institucional y el fortalecimiento de la convivencia en sociedad. No es nada menor el tema Sendic, pero no por si es licenciado o no, sino por la confiabilidad.
Y en el terreno institucional, respaldo totalmente al presidente de la República. Estamos hablando del vicepresidente de la República. El presidente de la República sale a respaldar a su vicepresidente en términos institucionales. Por supuesto que se sigue reclamando: queremos saber exactamente cómo es la cosa.
EC —Pero ¿cuánto tiempo más puede demorar la espera?
JM —No lo sé, nadie espera… pasé años esperando verdades y sigo esperándolas.
EC —Pero son situaciones distintas.
JM —No tengo duda de que son situaciones distintas. Insisto, creo que tiene que quedar claro cuál es la situación, sin duda. Y todo el tiempo que sea necesario; cuanto antes, mejor, por supuesto.
EC —¿No quedó consolidada entre la gente la conclusión de que Sendic mintió?
JM —Eso es preocupante. Y hay que desmontarlo.
EC —¿Tiene arreglo?
JM —No sé si tiene arreglo.
EC —¿Y cómo vio la declaración del plenario del FA del 5 de marzo?
JM —¡Es una chambonada!
EC —“Rechaza la campaña desplegada por la oposición y diferentes medios de comunicación destinada a menoscabar la imagen y credibilidad tanto de integrantes de nuestro Gobierno como así también debilitar la institucionalidad democrática del país”.
JM —A ver, no tengo duda de que efectivamente hay actores sociales y políticos que intentan aprovechar coyunturas para limar, horadar trayectorias, imágenes. Es un hecho, eso es parte del juego político, no es el que más me gusta, pero creo que existe y es inevitable. Ahora, no creo que esté en peligro la institucionalidad, es un exceso. No creo que sea una campaña orquestada a nivel internacional. Tampoco creo en esta ola “se viene la nueva derecha en América Latina y cambian los tiempos, entonces hay que abroquelarse y defenderse con uñas y dientes”. Creo que eso no está en juego. Es una declaración políticamente infeliz; porque además abre una brecha, es un error de descripción, y es un error de cálculo político, de táctica política pensar que la prensa está siendo manipulada de determinada manera. Primero que creo que no es así, es un error en términos descriptivos, y en términos normativos valorativos es un error ir hacia ese lado.
EC —¿Y qué dice esta declaración sobre el FA de hoy?
JM —Que tiene que discutir más, que tiene que deliberar mucho más, que tiene que dar muchos más argumentos a la hora de tomar decisiones. Es lo que nos está faltando, al FA y a toda la política, deliberar, dar argumentos razonados, dar fundamentos por los cuales uno sostiene una posición. Estar dispuesto a cambiarla, pero argumentar. Eso es la deliberación pública, eso es la deliberación política y para eso inventamos la política.
EC —¿Le falta autocrítica?
JM —Sí.
***
EC —La elección interna del FA se superpone con el primer año del tercer Gobierno del FA, del segundo Gobierno de Tabaré Vázquez, a su vez. Y la evaluación de la población sobre la gestión de Vázquez está complicada, la última encuesta de Equipos dice que el 35 % de los uruguayos aprueban esa gestión, y el 34 % la desaprueban. Por otro lado, están las encuestas de intención de voto: el 32 % votaría al FA, y al PN el 29 %. ¿Cómo influyen estos datos en el planteo suyo como candidato?
JM —Diría que no influyen sustancialmente. No porque no haya que tenerlos en cuenta, que sí creo que hay que tenerlos en cuenta. La opinión pública, en definitiva, es el barómetro con el que uno contrasta su capacidad de interpretar la sociedad y de conducirla, de ayudar a conducirla. No hay que despreciarlo, pero no incide en la elección interna del FA.
EC —Se lo pregunto teniendo en cuenta que el cargo de presidente del FA implica una serie de atribuciones y supongo, tengo la impresión de que una importante es la articulación entre la fuerza política y el Gobierno.
JM —Sí, sin duda.
EC —Una articulación que tengo la sensación de que en estos últimos meses, desde la renuncia de Mónica Xavier, al quedar conducido el FA por una especie de colegiado, no se facilitó mucho.
JM —Estoy de acuerdo.
EC —Entonces, en este contexto tan especial, si usted es el presidente del FA, ¿qué piensa en ese capítulo en especial?
JM —Sin duda hay que articular con el Gobierno. Es un Gobierno elegido por la fuerza política FA, con lo cual el FA sin duda respalda la gestión. Eso no quiere decir que el partido y el Gobierno sean la misma cosa. Para empezar, el Gobierno es una entidad pública y el partido es una asociación privada, y la confusión entre público y privado es un problema. Y es un problema en este país, en toda la política. No son lo mismo. El Gobierno conduce el interés público, con un programa que fue votado por la mayoría de la ciudadanía, no por el 100 % de la ciudadanía. El Gobierno gobierna para los que lo votaron y para los que no lo votaron, y eso exige, sobre todo en la gestión, articulaciones que probablemente la fuerza política no comparta y discuta con el Gobierno. Entonces, por un lado respalda, sin duda, al Gobierno en el aspecto programático para llevar adelante el proyecto político que impulsó, y por otro lado discute con el Gobierno las cuestiones de gestión, pero no es la misma agenda. Creo que uno de los problemas que ha tenido el FA es que se ha encerrado en la discusión en la gestión de gobierno.
EC —¿Puede ser más claro con esto?
JM —Sobre todo se ve en el interior y a nivel de gobierno local. Los comités de base, las agrupaciones locales se reúnen para discutir si está bien que el alcalde haya tomado tal o cual decisión o si el alcalde tiene que responder a la fuerza política. Creo que no debe haber un posicionamiento de la fuerza política que condicione a la autoridad de gobierno, porque, insisto, la autoridad de gobierno gobierna para todos, no solo para el FA, pero gobierna con el programa del FA. A veces terminamos discutiendo si estuvo bien o mal tal o cual medida concreta de gestión de gobierno, cuando el partido lo que tiene que hacer es construir proyectos de futuro. El partido mira a 30 años, a 50 años, no debería siquiera mirar únicamente la coyuntura […] actual.
EC —Tengo algún matiz ahí: el FA directamente le ha trancado al Gobierno algunas decisiones.
JM —Sí, claro que sí.
EC —Por ejemplo, la estrategia de participar en las negociaciones del TISA. El plenario del FA directamente le prohibió al Gobierno hacerlo.
JM —Y el Gobierno no debió aceptar esa prohibición de ninguna manera.
EC —Ese es el punto, porque Vázquez se basó en esa resolución del FA para decir “entonces salimos de las negociaciones”.
JM —Yo tengo la mayor confianza en Tabaré Vázquez, creo que es un excepcional presidente, tengo una cercanía enorme con Tabaré, histórica además, de mucho tiempo. Pero en eso no estoy de acuerdo, creo que es un error. El Gobierno no debe someter a una asociación privada una decisión de gobierno. Creo que allí se equivocó; eso no quiere decir que no siga respaldando al Gobierno. Y el partido político legítimamente puede decir “no estoy de acuerdo con esta decisión que tomó el Gobierno”. ¡Eso es legítimo, esa es la función del partido!
EC —En ese caso el Gobierno tiene que estar dispuesto a la tensión que se viene.
JM —¡Por supuesto! Pero eso es administrar las tensiones, eso es la política, articular.
EC —No puede dejar de verse el cargo de presidente del FA en estas circunstancias como un escalón…
JM —Sí, claro, por supuesto.
EC —No solamente como un fin en sí mismo, sino, eventualmente, como una parte en un proceso…
JM —No soy candidato en el 19, ¡calma, calma!
EC —Entonces usted, que no tiene trayectoria en lo político-partidario y ahora se anima y está decidido a tener ese tipo de actividad, ¿llega a pensarse a sí mismo como candidato presidencial?
JM —No, no. Yo quiero ser presidente del FA porque creo que es bueno para el FA, creo que es muy bueno que el presidente del FA, sea Sánchez, sea Conde, sea Bayardi… Me habría gustado que fuera una mujer, que en estas posibilidades hubiera una mujer, era bien importante; no lo logramos. Pero esto es un fin, es la presidencia del FA, no un escalón para otra cosa. Absolutamente.
EC —¿Lo descarta?
JM —A ver: en el año 88, 89, cuando andaba…
EC —Usted dijo recién algo de eso, “yo no habría”…
JM —No soy candidato en el 19.
EC —¿No va a ser?
JM —No soy candidato en el 19, no está dentro de mi horizonte ser candidato en el 19.
EC —¡Esto está grabado, queda grabado!
JM —¡Sí, por supuesto! Y en el 18 me lo van a cobrar si llego a ser candidato. Y ahí, si llego a ser –y no está dentro de mi horizonte ser candidato en el 19–, tendré que dar las explicaciones de por qué cambié de opinión. Yo no voy a la presidencia del FA como un escalón para ser candidato a la Presidencia de la República. Es más, sinceramente, no me veo; a ver, fui golero toda la vida, no me veo de puntero derecho.
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Transcripción: María Lila Ltaif