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Entrevista central, miércoles 17 de enero: Fernanda Castaño; Esteban Carbajal y Alejandra Viglietti

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DS —El tiempo es oro.

AV —Eso permitía acomodar los tiempos y teníamos videoconferencias una vez por semana.

RA —Esos espacios eran de interacción por videoconferencia, estaban todos conectados en el mismo momento.

AV —Sí, era como una clase, el que quería se subía, el que podía también. Es difícil combinar el horario para toda la clase, pero eso queda grabado, entonces uno después lo puede repetir para repasar un tema, para ver de vuelta algo que quiere entender, y el que no pudo estar en el tiempo real lo ve cuando tiene tiempo. En ese sentido también es un cambio de cabeza. Pero uno se encuentra luego trabajando en lo que es tecnologías de la información, que es la forma de trabajar también. Uno trabaja con foros, trabaja buscando en internet, trabaja en videoconferencias con un cliente fuera del país. Entonces esa virtualidad se va haciendo amigable.

DS —Me imagino que tenés que tener una gran disciplina, si tenés esas entregas una vez por semana, porque una clase empieza a tal hora y te vas a tal hora. ¿Cómo manejaste eso? Se nota que sos una mujer muy ordenada en ese sentido.

AV —Intento. Acá el tener sus tiempos no significa que no haya que dedicarle, a veces uno cree que como es virtual estás en la computadora y es un rato y nada más. La carrera tiene una carga de 20 horas semanales mínimo, eso es lo que se espera promedio. A alguna gente le cuesta un poquito más, otra gente tiene más facilidad, se administra. Pero sí, a veces uno decía “hoy me voy a dedicar entre las 7 y las 9 porque tengo un hueco” para tratar de que no se acumule. Pero una cosa buena de esa virtualidad es que si se te acumula podés meter una maratón un fin de semana y te ponés al día. Si uno tiene que ir a una casa de estudios se perdió la clase y se la perdió.

RA —En la UTEC hay varios cursos, no solo en tu carrera, que se hacen a través de foros virtuales y plataformas que permiten la asistencia a cursos a distancia. Pero tú ahora estás dando un paso más dentro de la UTEC, estás dando clase como tutora en la sede de Fray Bentos, en Río Negro.

AV —Es correcto.

RA —¿Cómo surgió esta chance de enseñar en la UTEC?

AV —Al ser de las primeras generaciones rompimos un poquito el paradigma en varias cosas. Me pasaba que yo estudié, mi marido también estudió conmigo, nos recibimos los dos, y en un momento no sabíamos si podíamos ser compañeros de equipo, por ejemplo. Empezamos a preguntar “¿podemos estar juntos?”, nunca se lo habían planteado. Después resultó que yo estaba estudiando y quería ser tutora, “¿puedo dar clase y al mismo tiempo ser alumna?”. “Nunca nos pasó, dejá que preguntamos”. Ciertas cosas se fueron dando en el camino.

Como comentaba al principio, yo notaba que faltaba capacitación en el mercado en este tema y me gustó eso de decir “vamos a devolver un poco a la industria y a la comunidad de informática lo que fui aprendiendo trabajando”. Se abrió un llamado, pregunté si me podía postular, me dijeron “postulate y lo vemos”, y quedé. Se ve que no había nadie más, quedé yo.

DS —Vas a Fray Bentos directamente.

AV —Sí, el semestre pasado estuve yendo como alumna a Durazno y como tutora a Fray Bentos. En el trabajo me hicieron el aguante, porque esas horas no estaba; después las compensaba en el trabajo también. Pero lo que me cambió la cabeza fue que no es todo Montevideo, ahora me muevo con otra naturalidad. A veces me dicen “hay un cumpleaños en tal lado”, yo me voy a Fray Bentos por el día, son cuatro horas y pico, entonces como que te acerca el interior, te saca eso de que tengo que tener todo a cinco cuadras porque si no me queda lejos. Y conocés otro montón de realidades.

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